Quince a?os de tr¨¢fico de armas en nuestros puertos
El tr¨¢fico de armas realizado por buques espa?oles y con salida desde nuestros puertos no es asunto nuevo, aunque el caso de los barcos Allul, o el Arroi, lo haya trasladado al primer plano de actualidad. En este segundo cap¨ªtulo sobre la fabricaci¨®n y comercio de armas en nuestro pa¨ªs Alfonso Alonso Barc¨®n, miembro de la asamblea de Valencia del Sindicato Libre de la Marina Mercante (SLMM) y, hasta el pasado mes de agosto, secretario general de organizaci¨®n del mencionado sindicato, informa sobre los detalles de este tr¨¢fico en estos ¨²ltimos a?os.
El cargamento de armas descubierto a bordo del Allul ha despertado una general conmoci¨®n (en algunos casos fingida), sorprendiendo sinceramente incluso en medios que vienen haciendo gala de una excelente informaci¨®n. Y, no obstante, lo ¨²nico sorprendente del caso es, precisamente, el estupor a que ha dado lugar.En el momento en que, debido al celo de un funcionario brit¨¢nico, empelado en investigar el cargamento transportado por el Allul, el asunto salta a la prensa, los partidos ni se inmutan. En parte por estar sumidos en las discusiones constitucionales del Senado, pero tambi¨¦n, y principalmente, por no saber a ciencia cierta de qu¨¦ va. Necesitan tiempo. Necesitan asesorarse. Necesitan leer las noticias que van surgiendo antes de estar en condiciones de ejercer efectivamente su protagonismo. Y cuando lo hacen es para pedir que el Parlamento controle las exportaciones de armas, petici¨®n que es contestada en una entrevista de urgencia por el director general de Relaciones Econ¨®micas Internacionales, Miguel Aldasoro, diciendo que ?estas exportaciones dependen ¨²nicamente del poder ejecutivo, como ocurre en muchos pa¨ªses, y que entre los criterios por los que se rige la Junta de Exportaci¨®n de Armamento figuran los compromisos internacionales asumidos por Espa?a, ?como el bloqueo de armas a Sur¨¢frica y Rodesia?.
La sorpresa generalizada fuerza un protagonismo que apenas sirve para algo m¨¢s que para que algunos partidos y centrales capitalicen en su favor el descubrimiento de unos hechos que, pasmosamente, ignoraban. ?Era necesario esperar a que estallara es te asunto del Allul para anunciar boicots, o exigir al Gobierno el control parlamentario sobre este comercio de armamento? Lo cierto es que ni se trata de la primera vez que el Allul porta un cargamento semejante ni tampo co es este el ¨²nico barco espa?ol dedicado con cierta regularidad a tomar ese tipo de fletes. Tampoco estar¨¢ de m¨¢s advertir que se trata de un comercio que, entre nosotros. tiene ya sus buenos quince a?os de vigencia.
El tr¨¢fico de la naviera Garc¨ªa Mi?aur
El Allul es de reducido porte -??- ligado por sus ?? a la naviera Garc¨ªa Mu?iz transporte de ?? (?? cargamento dompleto) desde su construcci¨®n.?? regularidad excesiva, pero con rentable frecuencia. Entre sus viajes m¨¢s importantes, por lo que a este tipo, de carga se refiere, figura el realizado en febrero de 1976 entre Bilbao -donde el d¨ªa 18 hab¨ªa cargado explosivos por valor de 6.200.000 d¨®lares- y Ciudad del Cabo (Sur¨¢frica), adonde iba consignado el cargamento Por supuesto que tampoco ese viaje era el primero. Como se ha visto, tambi¨¦n ha distado mucho de ser el ¨²ltimo. Y, anteriormente a este que ha sido destapado, hubo otro con destino africano que termin¨® felizmente.
Sus hermanos, el Aller (?no es cierto que el mismo d¨ªa que ocurri¨® lo del Allul este otro buque fue, asimismo. registrado en Inglaterra?), el AIraigo..., han demostrado tambi¨¦n una notable eficacia en este tipo de actividad, facilitada por su clase: se trata de barcos, polivalentes, concebidos para simult¨¢near la carga general al estilo cl¨¢sico con el moderno sistema de containers, que permite poner ciertos cargamentos fuera del alcance de miradas indiscretas. Barcos r¨¢pidos entre los de su mismo tipo (unos catorce nudos) y baratos de mantenimiento).
El Alfer es tambi¨¦n muy conocido en Sur¨¢frica (an¨®tese, entre otros, un cargamento de munici¨®n de 7,62 mm. por valor de 1.200.000 d¨®lares tomado en C¨¢diz el 28/7/76 con destino a Ciudad del Cabo; con bastante frecuencia toma partidas en Lisboa para puertos africanos). Por lo que respecta al Alraigo, parece que tiene una especial tendencia a pasearse entre Zeebrugge-Lisboa-C¨¢diz y Port Elizabeth-Durban, con frecuentes paquetes de armamento. En tres viajes consecutivos llevados a cabo en los ¨²ltimos meses dej¨® en ?frica del Sur un total de setenta containers.
Otros buques m¨¢s viejos de la misma naviera han cumplido y cumplen tambi¨¦n el mismo cometido con parecida eficacia, aunque, debido a su edad, se destinan a viajes m¨¢s cortos. Se conocen varios fletes del Puerto de Amberes (construido en Gij¨®n en 1965) de armamento para Marruecos.
De ser cierta la noticia seg¨²n la cual la naviera Garc¨ªa Mi?aur ha fletado un buque de la naviera Mi?o para reforzar su servicio con puertos de Am¨¦rica Latina (Nicaragua, Chile, Argentina...), habr¨ªa que pensar en un abandono de su ?vocaci¨®n africanista? motivado quiz¨¢, por una eventual y tard¨ªa decisi¨®n del Gobierno de UCD, en el sentido de imponer por fin un efectivo respeto al bIoqueo de ventas de armamento a ciertos pa¨ªses africanos
Un comercio que viene de antiguo
Garc¨ªa Mi?aur, SA (naviera por cierto, en expansi¨®n; con cinco buques en construcci¨®n, polivalentes y r¨¢pidos, a punto de serle entregados), no es la ¨²nica casa armadora que interviene -legalmente, desde luego- en este comercio cumpliendo la imprescindible funci¨®n de transporte. Hay otras navieras que la cumplen tambi¨¦n de muy buen grado. Ah¨ª est¨¢n la naviera As¨®n, SA, Trafrume Lines y la naviera Mi?o, SA, por ejemplo.
El tr¨¢fico, conviene advertirlo, no viene de ahora. Entre las firmas espa?olas m¨¢s madrugadoras en este tipo de transporte figura la propia Empresa Nacional Elcano de la Marina Mercante (INT). En su buque Alonso de Ojeda (propiedad hoy de la naviera Costa Vasca, SA, y atracado desde hace meses en Castell¨®n, donde est¨¢ detenido por embargo a instancias del SLMM) transport¨®, en tiempos, bastantes toneladas de armamento espa?ol u extranjero, destinado a fortalecer en ese terreno a diversos reg¨ªmenes latinoamericanos. Por razones profesionales (formaba parte de su tripulaci¨®n) fui testigo de un embarque que tomamos a bordo de dicho buque en Marsella, en julio de 1968, con destino a Per¨² y consistente en cuarenta toneladas largas de p¨®lvora en barras, dinamita, detonantes y proyectiles de aviaci¨®n (para los Mirage comprados por el gobierno de Bela¨²nde Terry). Embar que que no fue el primero y -como previsiblemente pasar¨¢ con el Allul y con otros buques -tampoco el ¨²ltimo.
Desde comienzos de la d¨¦cada de los 60, hasta la actualidad, el tr¨¢fico ha prosperado r¨¢pidamente. El uso del container viene camuflando bastante una pr¨¢ctica que resulta enormemente provechosa para muchos armadores de buques. Es el de armas, un flete colocado al abrigo de las crisis del mercado, que deja enormes beneficios, pues se suele cobrar por ¨¦l pr¨¢cticamente lo que se quiere, y que se lleva con una gran discreci¨®n (para dicho cometido han llegado a utilizarse, incluso, containers refrigerados que simulaban, para q¨²ienes no estuvieran en el tema, ir cargados de carne o de fruta)
Las dificultades del control
Mas all¨¢ de lo lamentable que resulta el hecho de que nuestros pequeros sean hoy ametrallados desde patrulleras construidas en Espa?a, artilladas con armamento espa?ol y tripuladas por miembros de las fuerzas armadas de otros pa¨ªses que han aprendido su manejo en el Estado espa?ol; m¨¢s all¨¢ de operaciones de exportaci¨®n como la realizada recientemente por la firma Instal Aza, SA, al embarcar en Valencia noventa toneladas de armamento fabricado en Zaragoza en el buque dan¨¦s Arroi (no espa?ol, como se dijo) con destino a Valparaiso, embarque que contaba con el oportuno permiso de la Junta de Exportaci¨®n de Armamento; m¨¢s all¨¢ del cargamento de material de guerra de fabricaci¨®n espa?ola que est¨¢ siendo embarcado en Bilbao en buques argentinos; m¨¢s all¨¢, en fin, de cuantos casos resulten susceptibles de ser evitados o fiscalizados mediante el oportuno y deseable control parlamentario sobre la exportaci¨®n de armamento, surgen numerosos supuestos ante los cuales dicha funci¨®n de control se rebelar¨ªa como absolutamente inoperante. ?Han pensado ya los partidos que reclaman ese control y ciertas centrales sindicales que hablan ahora de boicots, c¨®mo evitar que buques mercantes abanderados en el Estado espa?ol transporten armas entre puertos de terceros pa¨ªses? ?Se ha ca¨ªdo en la cuenta de que ning¨²n control parlamentario sobre la exportaci¨®n de armamentos podr¨ªa evitar que un buque ondeando en popa la bandera del Estado espa?ol hiciera operaciones de carga y descarga en Barcelona, por ejemplo, transportando en tr¨¢nsito, tras ser admitidas en un puerto extranjero, armas de fabricaci¨®n extranjera (en el mejor de los casos) destinadas a otro pa¨ªs tambi¨¦n extranjero? ?Y qu¨¦ hacer cuando las armas embarcadas en puerto espa?ol y consignadas a cualquier rinc¨®n del mundo han sido, antes, fabricadas en EEUU y tra¨ªdas ac¨¢ a trav¨¦s de Rota o Torrej¨®n de Ardoz para, desde aqu¨ª -como desde B¨¦lgica, Italia o Portugal- ?iniciar? su viaje definitivo?
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