La OID y el r¨¢bano por las hojas
La Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica (OID) del Ministerio de Asuntos Exteriores deber¨ªa tener la credibilidad necesaria para hacer buenas las declaraciones oficiales que comprometen p¨²blicamente la acci¨®n exterior del Estado. Para ello son imprescindibles dos premisas: la veracidad indiscutible de sus afirmaciones y el respeto a los medios informativos que dan cumplida y puntual informaci¨®n de los temas de la pol¨ªtica exterior.Lamentablemente, ninguna de estas dos condiciones se cumplen. La OID, siguiendo quiz¨¢ nost¨¢lgicas pr¨¢cticas del pasado, mantiene las l¨ªneas generales de una trasnochada pol¨ªtica informativa que se esperaba en franca, mejor¨ªa con la llegada a esta direcci¨®n general del diplom¨¢tico M¨¢ximo Cajal, hombre de talento y de talante liberal. Hasta el momento, las cosas no han rodado como se esperaba y en algunos casos abundaron en el flagrante descalabro.
No vamos a referirnos aqu¨ª a la escasez informativa, a la t¨¦cnica de la oportuna intoxicaci¨®n o, incluso, al renacimiento de la competencia entre esta oficina y la nueva Secretar¨ªa de Estado para la Informaci¨®n, como una confirmaci¨®n m¨¢s de las llamadas diplomacias paralelas o ?paralep¨ªpedas?, como, se les llama en los propios pasillos del palacio de Santa Cruz. Estas l¨ªneas tienen un objetivo menor: los desmentidos oficiales de la OID, harto conocidos por falta de fundamentos en la mayor¨ªa de los casos.
En lo que a nuestro peri¨®dico se refiere, la OID nos ha encestado tres ment¨ªs en los ¨²ltimos meses y los tres bien lejanos de la justeza informativa y de la realidad pol¨ªtica de los temas afectados. El primero de ellos afect¨® a una informaci¨®n sobre los estudios del Ministerio de Asuntos Exteriores en favor de la descolonizaci¨®n, con un pro eso intermedio de internacionalizaci¨®n en alg¨²n caso, para Ceuta y Melilla (por cierto que el ministro Oreja se ha vuelto a interesar recientemente sobre este mismo tema). Este primer ment¨ªs se hizo p¨²blico en Madrid mientras el director de la OID se?or Cajal, acompa?aba a los Reyes de Espa?a a su viaje por China. Despu¨¦s del ?no? p¨²blico a la labor informativa de nuestro peri¨®dico, inspirada en las m¨¢s altas fuentes del Ministerio de Exteriores y confirmada d¨ªas antes del viaje a China por el propio se?or Cajal en su visita a la redacci¨®n, se nos dijo a hurtadillas que el asunto de Ceuta y Melilla era de extrema gravedad, y que por ello se vieron ?obligados? al ment¨ªs oficial.
El segundo episodio es m¨¢s reciente. El se?or Oreja convoca para el d¨ªa 7 de noviembre el Consejo Coordinador de Relaciones con la CEE y el ministro de Relaciones con Europa, Leopoldo Calvo Sotelo, pide un aplazamiento. La OID desmiente que el Ministerio hubiese propuesto la fecha citada. Afortunadamente, esta vez, am¨¦n de la certeza informativa y de las buenas fuentes, ten¨ªamos pruebas documentales que dejaron en muy mala situaci¨®n a la citada oficina.
Por ¨²ltimo, y a¨²n caliente est¨¢, el tema de Guinea Ecuatorial. En el d¨ªa de ayer a la OID, a la vista de nuestra informaci¨®n de ?Espa?a preparada para intervenir en Guinea Ecuatorial en defensa de los s¨²bditos espa?oles?, no se le ocurre otra cosa que sacar el consabido ment¨ªs, pero confirmando a la vez nuestra informaci¨®n.
La fiebre del ment¨ªs de la OID, am¨¦n de desacreditar la fiabilidad de esta oficina, la coloca muchas veces, al borde del rid¨ªculo. Y lo peor est¨¢ en que, en vez de aproximarse la calma chicha, barrunta la tormenta informativa en el palacio de Santa Cruz, donde se esperan medidas restrictivas a los informadores y donde, cada vez que salta una buena noticia a la calle sin bendiciones oficiales, se organiza el nerviosismo y la caza administrativa del autor de la fuga, mientras se cocina el consabido ment¨ªs, acogido a alg¨²n adjetivo o vocablo de la informaci¨®n (un r¨¢bano por las hojas).
Todo ello parece responder m¨¢s al nerviosismo del titular del departamento por las cr¨ªticas a su gesti¨®n pol¨ªtico-administrativa que a una coherencia pol¨ªtica en la informaci¨®n exterior. No en balde est¨¢ en ciernes la crisis del Gobierno posconstitucional y el se?or Oreja desea, como es l¨®gico en un pol¨ªtico, atravesar la tormenta sin mucho movimiento.
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