Manuel Ort¨ªnez intentar¨¢ configurar pol¨ªtica y electoralmente el "tarradellismo"
La pr¨®xima semana, Manuel Ort¨ªnez tomar¨¢ posesi¨®n como consejero de Gobernaci¨®n de la Generalidad. Un hombre que hasta ahora se hab¨ªa caracterizado, por moverse en la sombra, aparece en primer plano. Su principal misi¨®n ser¨¢, sin duda, el configurar pol¨ªtica y electoralmente el tarradellismo, con la pretensi¨®n de inclinar hacia la derecha la realidad pol¨ªtica catalana. Ello lo har¨¢ en detrimento de la izquierda, vencedora el 15 de junio de 1977 pero sistem¨¢ticamente derrotada, a partir de aquella fecha, por Tarradellas.
?Todo esto lo iniciaste t¨². Un d¨ªa hemos de escribir juntos un libro para contarlo.? Quien as¨ª se expresaba, el 13 de agosto de 1977, en una fiesta privada en casa del diputado Carlos Sent¨ªs, era el presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez. Sus palabras iban dirigidas a Manuel Ort¨ªnez.Con el pronombre esto, Adolfo Su¨¢rez alud¨ªa a lo que acababa de constituir el gran tema de sobremesa: el inminente retorno como presidente de la Generalidad de Josep Tarradellas. Muy poco despu¨¦s, la gran operaci¨®n pol¨ªtica iniciada -en autorizada opini¨®n de Su¨¢rez- por Ort¨ªnez, culminaba con el regreso del pol¨ªtico exiliado. Pero han tenido que transcurrir catorce meses para que tambi¨¦n Ort¨ªnez llegara al poder, lugar donde le gustar¨ªa estar siempre, seg¨²n ¨¦l mismo confiesa.
El nombramiento de Ort¨ªnez se produce despu¨¦s de un largo per¨ªodo de divergencias entre ¨¦l y Tarradellas. Este per¨ªodo, que ahora temporal o definitivamente concluye, se inici¨® poco despu¨¦s de que Tarradellas no contara con Ort¨ªnez a la hora de nombrar el primer Gobierno de la Generalidad. Acto seguido, Ort¨ªnez mand¨® una extensa carta a Tarradellas y expres¨® su claro alejamiento de la l¨ªnea pol¨ªtica seguida por el presidente catal¨¢n, una de cuyas constantes caracter¨ªsticas es marginar los aspectos administrativos y t¨¦cnicos de los problemas. Esta actitud no pod¨ªa por menos que costernar a una persona que, como Ort¨ªnez, sabe perfectamente que los modos de operar en la Espa?a de hoy no pueden ser los que caracterizaron a la II Rep¨²blica y cuyo resultado est¨¢ a la vista.
Pese a todo Tarradellas venci¨® sistem¨¢ticamente a unos partidos parlamentarios catalanes cuya debilidad no merece comentario espec¨ªfico. Donde los m¨¦todos de Tarradellas fracasaron fue con relaci¨®n a Su¨¢rez, o, si se prefiere, para ser m¨¢s exactos, con relaci¨®n a esa realidad evidente que es el Estado. A ese nivel, el halago -que a menudo ha bordeado lo c¨®mico- no ha bastado para que Su¨¢rez olvide los aspectos t¨¦cnicos y administrativos m¨ªnimos de todo problema pol¨ªtico.
Hubo, en efecto, por parte de Tarradellas, maniobras de poca altura, como fueron el anunciar que iba a entrevistarse con el Rey en el campamento de Talarn y repetir la operaci¨®n con motivo del homenaje a Mir¨® en Mallorca, sin que en ambos casos existiera la previa conformidad. La prueba es que, en las dos ocasiones, se produjo ¨²nicamente un m¨ªnimo saludo protocolario, sin relaci¨®n alguna con el aparato propagand¨ªstico que previamente se hab¨ªa montado desde la Generalidad. Lo mismo sucedi¨® a lo largo de los meses de agosto y septiembre con los repetidos anuncios por parte de Tarradellas de que iba a entrevistarse con Su¨¢rez, en Madrid. En este caso no hubo ni tan solo saludo protocolario. Esta deteriorizaci¨®n de las relaciones entre Su¨¢rez y Tarradellas han jugado en favor del nombramiento de Ort¨ªnez, quien, sin duda alguna, es el catal¨¢n que conoce mejor el Madrid oficial del momento.
Estructurar el Estado
Refiri¨¦ndose a cu¨¢l iba a ser el eje de su pol¨ªtica, Ort¨ªnez afirm¨®, al ser preguntado por EL PA?S, que su funci¨®n iba a ser ?estructurar el Estado y estructurar la vida pol¨ªtica?. Todo permite intuir que lo segundo -?estructurar la vida pol¨ªtica?- va a primar sobre lo primero. Su traducci¨®n concreta ser¨¢ articular todo un bloque pol¨ªtico en torno a la figura de Tarradellas. Un bloque cuya ¨²nica limitaci¨®n inicial es la l¨®gica exclusi¨®n de socialistas y comunistas -que puede generar un frente populismo- y cuya principal dificultad consiste en conjugar el partido nacionalista de Jordi Pujol con la organizaci¨®n catalana sucursalista de UCD. Ello a pesar de que esta ¨²ltima se encuentre, gracias al dem¨®crata-crist¨ªano, Ant¨®n Canyellas, en pleno proceso de catalanizaci¨®n.Para lograr sus prop¨®sitos partidistas electorales, Ort¨ªnez utilizar¨¢ b¨¢sicamente lo que queda del franquismo a nivel municipal. A este respecto, procede recordar que la Generalidad recibe el pr¨®ximo mi¨¦rcoles la tutela de los municipios que hasta ahora correspond¨ªan al Ministerio del Interior. En esa repesca, en el seno de la actual desbandada municipal, Ort¨ªnez coincidir¨¢ a menudo con otra persona que lleva a cabo un proceso muy comparable y bastante coincidente: Jos¨¦ Mar¨ªa Mesa, antiguo gobernador civil de Gerona y actual secretario general adjunto de la UCD catalana.
La coincidencia entre UCD y Ort¨ªnez no es, sin embargo, plena, por cuanto que Ort¨ªnez es cualquier cosa menos un segund¨®n. Juega con sus propias cartas, entre las que incluye la de UCD, pero tambi¨¦n la de Pujol e incluso la de Esquerra Republicana. Al igual que Su¨¢rez -pero no estrictamente al servicio de ¨¦ste- el nuevo consejero de Gobernaci¨®n utilizar¨¢ rabiosamente el poder para configurar un partido en base a un conglomerado de organizaciones. El resultado ser¨¢ una mayor¨ªa, al estilo de la lograda por Giscard d'Estaing, otro ¨ªdolo de Ort¨ªnez.
Resultar¨¢, pues, que a un presidente de la Generalidad que se complace -con menos modestia de la que deber¨ªa serle propia- en reproducir a De Gaulle, se le suma un n¨²mero dos que, tambi¨¦n en base a modelos de mayor alcance, incide en la acentuaci¨®n del car¨¢cter superestructural de la pol¨ªtica catalana. De ah¨ª que, obviamente, Ort¨ªnez no ser¨¢ ¨²til en lo que deber¨ªa ser la primera labor patri¨®tica de todo pol¨ªtico catal¨¢n: poner fin al actual desconcierto y desencanto populares, capaces de convertirse en generadores de un temible proceso de desestabilizaci¨®n.
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