Una suerte de enga?o
La semana pasada trajeron mis hijos del colegio, unas entradas para asistir a un ?festival infantil? que tendr¨ªa lugar en el cine Roma, en el que se provectar¨ªa una pel¨ªcula de dibujos animados. Las entradas anunciaban: ?Sorteo de juguetes! En letra muy peque?a, segu¨ªa poniendo la entrada: en el intermedio ?consultorio pedag¨®gico a cargo de un psic¨®logo?. Interpret¨¦ que se deb¨ªa de tratar de un comentario pedag¨®gico de la pel¨ªcula, ya que las entradas se hab¨ªan repartido en el colegio.Asistimos al acto, confiando en que se ofrec¨ªa una sesi¨®n para distracci¨®n de los chavales. Nuestra sorpresa e indignaci¨®n lleg¨® en el citado intermedio. Un hombre joven empez¨® comentando (largo y tendido, lo cual no deja de ser impropio dada la audiencia, en su mayor¨ªa ni?os), lo importante que eran nuestros hijos, el gran deber que los padres ten¨ªamos para con ellos am¨¢ndolos, cuid¨¢ndolos y educ¨¢ndolos.... todo esto para, al final, llegar a la conclusi¨®n de que para que nosotros los padres fu¨¦semos capaces de contestar a los ni?os a todas sus preguntas. compr¨¢semos la Enciclopedia Juvenil... Para vender estos libritos (que costaban alrededor de 10.000 pesetas la obra completa, aunque en este caso el precio sea lo de menos), estas personas, que se dec¨ªan ser conocedores de los problemas de los chavales, nos estaban utilizando, a ellos (los ni?os) y a sus padres, sin el menor escr¨²pulo de conciencia.
Para seguir con el descaro, el sorteo anunciado de juguetes consist¨ªa en regalar un juguete a los ni?os cuyos padres comprasen la obra en cuesti¨®n. Pero no termina ah¨ª la historia y se permite ir m¨¢s all¨¢. Una vez agotado el tiempo dedicada a la venta y en vista de que no hab¨ªa m¨¢s compradores, se pusieron a la venta los numeritos de la rifa del resto de los juguetes. ?Curioso! Pero m¨¢s curioso todav¨ªa.... la gente que estaba en el cine asistiendo, supongo que un poco desconcertada como nosotros a toda esa farsa, compraba los numeritos.
El hecho que m¨¢s me indigna de todo esto es que sean personas que se llaman psic¨®logos o pedagogos (s¨®lo toman el nombre de tal acepci¨®n, ya que de lo dem¨¢s ya me contar¨¢n ustedes) los que sean capaces de montar estos n¨²meros para conseguir vender una obra que, seg¨²n ellos que, como dec¨ªa antes, son grandes conocedores de los peque?os, les va a ser de gran utilidad porque est¨¢ hecha pensando en ellos. ?Habr¨¢n pensado en ellos tambi¨¦n al habilitar el m¨¦todo de venta empleado?
Sin embargo, me sigo preguntando: ?qu¨¦ nivel de conciencia tenemos los ciudadanos de este pa¨ªs que permitimos, y hasta me atrever¨ªa a decir que mantenemos, tales enga?os?
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