Emoci¨®n y silencio en el entierro de nuestro compa?ero Andr¨¦s Fraguas
Varios millares de personas asistieron ayer al sepelio de los restos mortales de Andr¨¦s Fraguas, ordenanza de EL PA?S, muerto a consecuencia del atentado terrorista perpetrado contra nuestro peri¨®dico el pasado lunes. En un orden perfecto, y en medio de un gran silencio y de la emoci¨®n contenida de sus familiares y compa?eros, el cad¨¢ver de Andr¨¦s Fraguas qued¨® depositado en uno de los nichos del cementerio de la Almudena, materialmente cubierto de coronas de flores y con un ejemplar de EL PA?S sobre ellas.
A las nueve y media de la ma?ana fue oficiada, en la capilla de la ciudad sanitaria Francisco Franco, una misa corpore insepulto a la que asistieron los familiares de la v¨ªctima, el equipo directivo de EL PA?S, empleados del peri¨®dico y otras personas. Entre los asistentes se encontraban el alcalde de Madrid, Jos¨¦ Luis Alvarez; el obispo auxiliar de Madrid, monse?or Iniesta, y Carlos Barranco, el otro ordenanza de EL PA?S herido leve en el atentado, que recibi¨® numerosas muestras de afecto.El capell¨¢n del centro pronunci¨® una homil¨ªa, en la que mostr¨® su deseo de que ¨¦sta sea la ¨²ltima v¨ªctima causada por el terrorismo y habl¨® de la necesidad de no dividir a los hombres entre buenos y malos, sino ahondar en lo que haya de bondad en cada uno.
Terminada la ceremonia religiosa, los asistentes se trasladaron a la zona de velatorios, donde se encontraba el f¨¦retro. Hasta la hora fijada para la salida de la comitiva fueron varios millares de personas los que llegaron al recinto hospitalario para expresar su condolencia y acompa?ar a los familiares de la v¨ªctima. Entre ellos se encontraba pr¨¢cticamente la totalidad de la plantilla del diario EL PA?S, as¨ª como los habitantes de Castillo de Bayuela, el pueblo de Toledo del que era originario Andr¨¦s Fraguas.
La espera fue absolutamente silenciosa y en todo momento se guard¨® un total respeto conforme a los deseos expresados por la familia del fallecido. Un servicio de orden interno, formado por trabajadores de EL PA?S, y otro en el exterior del recinto hospitalario, constituido por miembros de centrales sindicales, prest¨® un discreto servicio de vigilancia, adem¨¢s del correspondiente dispositivo policial, ya preparado antes de que comenzase la misa.
Minutos despu¨¦s de la una de la tarde, el f¨¦retro fue introducido en el coche mortuorio. El hermano y la madre de Andr¨¦s Fraguas no pudieron contener los sollozos. La emoci¨®n del momento era palpable en todos los asistentes. Antes de que la comitiva se pusiera en marcha, un hombre di¨® de pronto varios gritos en petici¨®n de venganza, ante lo cual los trabajadores de EL PA?S, que hab¨ªan formado un cord¨®n de seguridad para permitir el paso de los coches, le rogaron que se callara. No hubo ning¨²n otro incidente, y la comitiva f¨²nebre se puso en marcha, seguida por varios centenares de coches.
El trayecto hasta el cementerio de la Almudena estaba cubierto por la Polic¨ªa Municipal y la Polic¨ªa Armada, que de forma discreta, pero efectiva, facilitaron el perfecto orden del acto. La Polic¨ªa Municipal cort¨® el tr¨¢fico en todos aquellos cruces de calles por donde pasaba la caravana.
La llegada del coche f¨²nebre al cementerio madrile?o de la Almudena se produjo sobre la una y media de la tarde, junto con una larga comitiva de autom¨®viles en los que viajaban familiares, paisanos, compa?eros y amigos del fallecido, a los que se sumaron otros muchos que esperaban ya en el cementerio. La comitiva era orientada por las carreteras del interior del camposanto por la Polic¨ªa Municipal y un servicio de orden sindical, que orientaba el camino identific¨¢ndose con ejemplares de EL PA?S que sosten¨ªan en la mano.
Los restos de Andr¨¦s Fraguas fueron depositados en un nicho de la zona nueva de la Almudena, casi al final del cementerio, en medio del impresionante silencio de los miles de personas que acompa?aban el sepelio. Familiares, amigos y compa?eros transportaron el f¨¦retro a hombros desde el furg¨®n f¨²nebre hasta el nicho.
Despu¨¦s de introducir los restos mortales de Andr¨¦s en el nicho fueron depositadas junto al enterramiento varias decenas de coronas de flores, enviadas por EL PA?S y el resto de la prensa, sindicatos, partidos y otros, que materialmente cubrieron el lugar. Al final, un compa?ero de este diario deposit¨® sobre el monumento un ejemplar de EL PA?S, mientras la muchedumbre se retiraba en silencio.
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