Matanza de Atocha
Se?or Benavides Orgaz, en este mismo diario y secci¨®n, s¨¢bado 28 de octubre, manifiesta usted su ?indignaci¨®n por el tratamiento dado al tema?.Con el mayor respeto a su punto de vista (respeto que en esta ocasi¨®n se ve reforzado por el hecho de ser usted hermano de una de las v¨ªctimas), quiero exponerle mi opini¨®n al respecto.
Para comenzar, yo establecer¨ªa dos planos a la hora de tocar el tema, teniendo siempre su carta como punto de referencia. En ella, creo entender, hace usted dos clases de juicios negativos de valor: con respecto al planteamiento del trabajo en general, por un lado, y con relaci¨®n a ciertos datos biogr¨¢ficos y de gesta, por otro. La conclusi¨®n que de aqu¨ª se podr¨ªa sacar parece irrefutable: si la autora del reportaje pretendi¨®, como parece, hacer un trabajo de talante historiogr¨¢fico y resulta que desconoc¨ªa y/o se invent¨® -novel¨®- la base objetiva del mismo, dif¨ªcilmente es defendible. Pues bien, a pesar de esto, me voy a permitir una licencia, se?or Benavides. Me va a permitir que tome como principio de verosimilitud la solvencia profesional -reiteradamente demostrada- de la autora de los art¨ªculos, tomando asimismo pie de aqu¨ª para creer que la base testimonial no est¨¦ sustancialmente deformada.
Si doy esto por sentado, creo advertir que las acusaciones formuladas en su carta, relativas a posible sensacionalismo y oportunismo del trabajo, podr¨ªan quedar contrarrestadas si lo consideramos pensado y escrito desde la perspectiva siguiente.
Como usted sabr¨¢, el acontecer humano tiene varios niveles de lectura. Pues bien, los trabajos creo que est¨¢n hechos con una lectura muy poco frecuente, la de tomar a los protagonistas en s¨ª mismos, como individualidades. Se ha pres,indido de los, digamos, macroniveles y se nos presenta prioritariamente la fuerza de los absolutos -l¨¦ase: ?Dios, Patria, Justicia?, o ?Justicia, Justicia y Justicia-, recayendo sobre seres individualizados, bien definidos en el tiempo y en el espacio. Seg¨²n esto, los tres art¨ªculos no se paran demasiado a considerar y desarrollar otros aspectos concomitantes, como podr¨ªa ser, por ejemplo, el de que la encarnaci¨®n personalizada de dichos ideales tiene sobre s¨ª o, mejor, est¨¢ ligada casi inexorablemente a macroestamentos sociopol¨ªticos. ?Es esto posible? ?Puede desligarse a las personas de sus referencias y conexiones con movimientos sociales de gran envergadura? Op¨ªno sinceramente que s¨ª. Es m¨¢s, creo que es un gran acierto. Acercarnos al acontecer humano, considerando que lo componen quinientos millones de malos y explotadores y 3.000 explotados, es un planteamiento admisible, pero tambi¨¦n lo es considerar a los hombres uno a uno, tal como somos y estamos uno alrededor de otro.
Esta es la raz¨®n por la cual creo que podr¨ªan quedar contrarrestadas algunas de sus acusaciones. A la autora no le quedaba m¨¢s remedio que, por aludir a un dato, pormenorizar el drama con toda su contundencia sobre las personas en ¨¦l implicadas.
En fin, se?or. Benavides, el espacio es limitado y s¨®lo me resta terminar dici¨¦ndole que, para m¨ª, la figura de su hermano se ha engrandecido a trav¨¦s de los reportajes que comentamos. Y no es unacondescendencia compensatoria por mi parte. Quisiera que lo entendiese as¨ª.
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