La Iglesia de Inglaterra pospone el tema de la ordenaci¨®n femenina

La Iglesia de Inglaterra no volver¨¢ a plantearse la ordenaci¨®n de las mujeres al menos en diez a?os, seg¨²n algunos de los m¨¢s desencantados asistentes al S¨ªnodo anglicano que, reunido en Westminster, se pronunci¨® ayer, tras cinco horas de debate, en contra de la consagraci¨®n sacerdotal de las mujeres.Aunque los obispos votaron 32-17 a favor de una nueva legislaci¨®n que permitiera la incorporaci¨®n femenina al sacerdocio, el punto de vista m¨¢s conservador del clero regular se impuso, por 149 votos contrarios, frente a 94 favorables. Los laicos, que por estrecho margen se pronunciaron tambi¨¦n a favor de las mujeres, no pudieron contrarrestar el movimiento integrista, toda vez que la luz verde final necesitaba de la mayor¨ªa simple en cada uno de los tres estamentos.

El resultado del S¨ªnodo anglicano, ante el que se hab¨ªa despertado una expectaci¨®n inusitada, fue recibido con protestas airadas en las galer¨ªas del p¨²blico por parte de algunas militantes de la ordenaci¨®n femenina. La moci¨®n derrotada preve¨ªa no s¨®lo la posible consagraci¨®n de las mujeres, sino su accesi¨®n al episcopado. En cualquier caso, se trataba s¨®lo de un movimiento inicial, cuyos resultados habr¨ªan tardado en verse al menos cinco a?os.

En opini¨®n de los obispos m¨¢s abiertos al cambio, la decisi¨®n de la Iglesia de Inglaterra refleja, m¨¢s que impedimentos teol¨®gicos, su deseo de no poner en peligro sus relaciones con la Iglesia cat¨®lica -ahora en un momento particularmente esperanzador- y con las ortodoxas.

El debate de ayer y su resultado -?una hora de prueba para nuestra Iglesia?, seg¨²n el arzobispo de Canterbury, doctor Coggan, favorable ¨¦l mismo a la idea de la ordenaci¨®n femenina- es el final provisional de un largo camino cuyo punto culminante se alcanz¨® en el S¨ªnodo anglicano de 1975, en el que se declar¨® que no hab¨ªa ninguna objeci¨®n fundamental a la consagraci¨®n, de las mujeres. En agosto pasado, la conferencia episcopal de Lambeth, al reconocer que el sacerdocio femenino era compatible con la unidad de la Iglesia anglicana y rechazar, al tiempo, los argumentos doctrinales cat¨®licos y ortodoxos, dejaba cautelosamente abierta la puerta.