Abril Martorell
Cuarenta a?os de lucha, Camacho, Redondo, hermanos, cuarenta a?os de c¨¢rcel y un d¨ªa, el d¨ªa en que iba a morir Franco, cuarenta a?os de clandestinidad, esperando el cuerpo a cuerpo con el grancapitalismo, verle la cara a Dios o a Adam Smith, cuarenta a?os de sangre, muertos, conspiraci¨®n, fusilamientos, Grimau, cosas, y al final s¨®lo vemos, s¨®lo veis la barba dura de Abril, la cara, azulada de barba y afeitado, de un se?or al que llaman Abril Martorell.
Esto no era lo que esper¨¢bais, a que no. Esperaban los sindicatos, los pol¨ªticos, las fuerzas de la izquierda, los viejos topos de la oposici¨®n, la bayoneta calada de la democracia, el careo con el capital, con la derecha, echarse un pulso con Franco, con March, con Fraga, con los Coca, y resulta que no, que todo ha sido un sue?o: aqu¨ª el ¨²nico que da la cara, cara engastada en barba de cl¨¦rigo rudamente afeitado, es Abril Martorell, es don Fernando, un pol¨ªtico que nos suena y nada m¨¢s, un amigo de Su¨¢rez que nos dice que no, que s¨®lo un diez para la inflaci¨®n, y el resto que lo aguanten los pobres, muro de pobres, a doble de mendigos, muro de la verg¨¹enza gran capitalista.
La inflaci¨®n, v¨ªa de agua, boquete por donde hace agua y sangre la nave de los locos empresarios, tiene que ser tapada con carne de parado, taponada con ni?os y mendigos, y baldeada el agua con los baldes ruidosos, resignados, del chaboslimo vertical y el otro, el chabolismo horizontal con cabras.
Vinieron los de Ozono a entrevistarme, tres mocetones con rostro p¨¢lido de pasotas, listos y arcang¨¦licos:
-T¨² hablas mucho del rollo de Vallecas. ?T¨² crees de verdad que aquellos chicos creen en la izquierda?
Y se lo dije: ya s¨¦ que da como asquito, siendo lo cultos que somos, hablar de que en Vallecas no hay s¨®lo ramoncines, porros, motos. Pero es la pura y puta verdad, t¨ªos, troncos: el r¨ªo de la inflaci¨®n, que se desborda y le pone las pesetas a flote al rico-rico, han de encauzarlo los pobres, contenerlo, alto Nilo de una Espa?a tercermundista, r¨ªo que se lleva en su riada palanganas viajeras, sillas locas, el enser de los pobres, y la cama matrimonial, con la vieja colcha rameada, como una virgen necia y extendida.
Abril Martorell trabaja al diez por ciento. Es lo que le ha dicho el capital que pida. Es lo que le ha dicho el capital que ofrezca. Mete a los sindicalistas siete horas en la casa de las citas obreros/empresarios y les trabaja el p¨¢ncreas hasta dej¨¢rselo como a Evangelista. Camacho y Redondo, como tienen m¨¢s a?os, m¨¢s t¨¦cnica, m¨¢s aguante y m¨¢s combates que Evangelista, no salieron con el cerebro torcido ni la nariz fuera de su sitio, como el p¨²gil/ arc¨¢ngel del fracaso, pero el moreno Abril de barba dura se ha afeitado con ellos los decimales sobrantes, ha querido utilizarlos como cabezas flotantes de la philishave que es uced¨¦. No se han dejado.
Cabezas flotantes del movimiento sindical, han demostrado, Marcelino y Nicol¨¢s, que tienen la cabeza sobre el su¨¦ter. En Barcelona hay una feria de olores y han llevado a los astros Pepe Mart¨ªn y B¨¢rbara Rey para que el personal los huela. ?A qu¨¦ huele una estrella? Los dos huelen muy bien, aunque a ella la tengo m¨¢s olida, porque me gusta m¨¢s que el buen amigo, pero yo sugiero a los centralistas barceloneses (ahora se les encampanan las otras tres provincias, vaya cirio la Generalitat), que enriquezcan su feria con el pueblo. ?A qu¨¦ huele un parado, a qu¨¦ huele un salario m¨ªnimo, a qu¨¦ huele un Camacho, un Nicol¨¢s Redondo, a qu¨¦ huele un sindicalista al diez por ciento, trabajado y sudado durante siete horas por el hombre/ tenaza del Gobierno? .. Cuarenta a?os de lucha, Marcelino, cuarenta a?os de trinchera, Nicol¨¢s, esperando el combate frente a frente, socialista, sindical, dial¨¦ctico, con los p¨²giles de oro, las m¨¢quinas registradoras del caudal espa?ol, las cien familias, cuarenta a?os esperando en la c¨¢rcel o sentados al borde de la acera para verle la cara, por fin, no al Dios de la derecha, sino a Abril Martorell, que tiene barba de decir que no. Cuarenta a?os de antesala prerrevolucionaria y al fin sale un camarlengo de gafas clericales: ?Perdonen, la familia no recibe, la oligarqu¨ªa est¨¢ fuera, cazando reses en Do?ana, tomen el diez por ciento de limosna, no hay de qu¨¦, hermano, Dios le ampare.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.