El cuerpo, instrumento de expresi¨®n
El que se acerca por primera vez a un. grupo de ?expresi¨®n? constata en su propio cuerpo que se pone en contacto con aspectos de su personalidad que pugnan por salir hacia fuera, por expresarse. Quiz¨¢ irrumpen incontrolables, de forma violenta. El sujeto queda at¨®nito. ??Qu¨¦ es lo que me pasa?? ??Por qu¨¦ este moverse todo mi cuerpo, desorganizado, convulsivo?? 0 queda r¨ªgido, bloqueado, insensible a lo que est¨¢ pasando en el grupo. Y a lo que est¨¢ pasando dentro de ¨¦l. 0 se echa a llorar, sin consuelo, invadido de un profundo sentimiento de tristeza. 0 se llena de alegr¨ªa e intenta meter a todo el grupo en danza...Un grupo de expresi¨®n corporal, por ejemplo, pretende emprender el camino del reencuentro con el cuerpo, contactarlo, comprenderlo, saber darle cauce o dominarlo. Y este camino est¨¢ plagado de dificultades. ?Porqu¨¦?
Muchas veces uno se pregunta por qu¨¦ en tantos centros de ense?anza no llegan a cuajar los grupos de ?expresi¨®n? cuando, de hecho, son ya muchos los educadores en nuestra geograf¨ªa que han participado en estas experiencias y que han reconocido el enorme valor educativo de las mismas. Y por qu¨¦ en algunos centros se llega a una manipulaci¨®n de la experiencia. ?Es qu¨¦ los centros no son el marco id¨®neo para realizarlas?
Intentemos dar respuesta a estas preguntas. El ni?o nace con una serie de movimientos incoordinados que, poco a poco, va a ir organizando. Pero el ?centro? alrededor del cual se organizan esos movimientos est¨¢ fuera del ni?o: es, fundamentalmente" su madre y, m¨¢s en concreto, el pecho de su madre. El ni?o no tiene noci¨®n de esto. No distingue dentro y fuera. No distingue entre ¨¦l y su madre. Vive confundido con ella. De esta confusi¨®n ir¨¢ saliendo si la madre, y el padre, -se lo permiten. Si los padres viven al ni?o como una prolongaci¨®n de ellos mismos, como una parte de su propio cuerpo, el ni?o no podr¨¢ ?desprenderse? de ellos. Quedar¨¢ confundido con ellos.
Es obvio que algo de esta confusi¨®n con el hijo aparece en todos los padres. Determinadas formas de dirigirse a los beb¨¦s encauzan hacia las zonas o sustancias del cuerpo que son sentidas como punto especial de enclave entre ellos y sus hijos: ?coraz¨®n?, ?pellejitos?, ?llor¨®n?, ?cag¨®n?, ?marnoncete?, ?inocoso?, etc¨¦tera. Si esta confusi¨®n se da en un grado l¨ªmite tendr¨ªamos la llamada ?relaci¨®n simbi¨®tica?.
Todas las experiencias del ni?o se ir¨¢n dando, o no podr¨¢n darse, en funci¨®n de c¨®mo son vividas por los padres, no de c¨®mo son pensadas o juzgadas. El ni?o est¨¢ alienado e ' n los padres. Y as¨ª ir¨¢ ?recibiendo? un cuerpo de los padres. .Importa subrayar que las experiencias del ni?o, todas est¨¢n ligadas al cuerpo propio y referidas al cuerpo de los padres.
El ni?o -y tambi¨¦n podemos decirlo del adulto- no siente amor u odio, as¨ª, como en abstracto Siente amor - a - un - pecho - que -lo - alimenta - y - desde - una - boca hambrienta - un - odio - a - un -pecho - que - no - lo - alimenta. Y los guiones aqu¨ª son el intento de expresar la experiencia unificada de algo que el lenguaje tiende a disociar en ?corporal? y. ?ps¨ªquico"
Lo corporal invade - toda la vida del ni?o. Todo est¨¢ vivido desde el cuerpo. Y un cuerpo que ha nacido a partir de una determinada fecha (qu¨¦ mal toleran los niflos ver las fotos en las que est¨¢n sus padres con sus hermanos mayores y ¨¦l no est¨¢ porque ?todav¨ªa no hab¨ªa nacido?), cuerpo que ocupa un espacio, cuerpo que crece, que se excita que se relaja, que enferma y cuerpo amenazado por la muerte.
Fantas¨ªas inconscientes
Todo el conjunto de fantas¨ªas inconscientes que el ni?o, y el adulto, tiene acerca de su cuerpo y el cuerpo del otro constituyen un todo quese ha dado en llamar ?cuerpo er¨®geno?, ?cuerpo libidi nal? o ?cuerpo fantasm¨¢tico?. Este cuerpo er¨®geno estructura nuestras formas de conocimiento y, en con creto, nuestro conocimiento ana tomofisiol¨®gico. Si est¨¢ polarizado, ?fijado?, en alg¨²n punto (una zona corporal, una sustancia, un fen¨®meno evolutivo), este ?punto? .impregnar¨¢ todas las vivencias del sujeto. As¨ª, por ejemplo, la boca y los dientes pueden ser vividos in conscientemente como el aspecto predominante de la vida ps¨ªquica que deja en sombra a. los dem¨¢s. El cuerpo es vivido como cuer po-que-come o cuerpo-que-pue de-ser-comido. Y aqu¨ª,est¨¢ la ra¨ªz de muchas anomal¨ªas en la afi mentaci¨®n. 0 del ¨¦xito de determi nadas pel¨ªc ' ulas, como Tibur¨®n, que contactan con esa ansiedad tan profunda del ser humano. 0 de la fuerza de penetraci¨®n de un perso naje de nuestra infancia: el pat¨¦tico Carpanta, reflejo indudable deuna, ¨¦poca, que casi nunca pod¨ªa conseguir los sabrosos bollos que alucinaba.
Si el punto de polarizaci¨®n es el ano, la realidad ser¨¢ vivida como excremento. Un personaje caracter¨ªstico ser¨ªa Quevedo y su ?obsesi¨®n excremental? analizada por Juan Goytisolo. Y aqu¨ª estar¨ªa la explicaci¨®n de tantas obsesiones de limpieza, de blancura, tan estimuladas por los anuncios.
Quiz¨¢ las fantas¨ªas inconscientes estructuran un cuerpo que todav¨ªa no ha nacido: ser¨ªa el cuerpo embrional en ¨ªntima conexi¨®n con el cuerpo muerto. Seg¨²n Valverde, es lo que caracteriza la poes¨ªa de Miguel Hern¨¢ndez. ?Es el propio cuerpo lleno de luz en la sombra el que es tumba o b¨®veda materna, estado embrional, prenatal y ¨²ltimo, que es el secreto del alma de Hern¨¢ndez.?
El ni?o, as¨ª, ir¨¢ corporalizando la realidad, sexualiz¨¢ndola. Sus fantas¨ªas sexuales van impregnan - todas ? sus experiencias. Sus deseos sexuales se ir¨¢n satisfaciendo sobre todo con la masturbaci¨®n y con la b¨²squeda del, objeto de satisfacci¨®n, que son, fundamentalmente, los padres.
Hacia los seis a?os vendr¨¢ una violenta represi¨®n de todo este mundo de fantas¨ªas. El ni?o tendr¨¢ que renunciar a la posesi¨®n del objeto deseado. Como dec¨ªa una ni?a, ?tendr¨¦ que colocar cada cosa en su sitio?. Y, justamente, cuando el ni?o est¨¢ ocupado en esta represi¨®n comienza la escolaridad estricta, cuyo objetivo fundamental es el aprendizaje de la lectura, escritura y c¨¢lculo. Si la represi¨®n es muy intensa el cuerpo se ir¨¢ perdiendo. El proceso de aprendizaje se ir¨¢ descamando. El ni?o recurrir¨¢ a mecanismos obsesivos con los que controla mejor todo lo que est¨¦ reprimiendo.
Y aqu¨ª radicar¨ªa el fracaso de la ?expresi¨®n? a estas edades. La expresi¨®n movilizar¨ªa demasiado las fantas¨ªas que el ni?o est¨¢ intentando reprimir. El aprendizaje escolar, no le crea esos problemas. El ni?o ir¨¢ conociendo la realidad de fuera. Volver¨¢ a alienarse en esa realidad, que le ofrece mucho a cambio: ser como pap¨¢, aprender un oficio, estudiar una carrera...
Pero si esta represi¨®n se intensifica, o cristaliza en la vida adulta, el sujeto quedar¨¢ demasiado defendido hacia lo que puede ofrecer un grupo de expresi¨®n. Y si tiene la posibilidad de participar en un grupo es muy posible que se bloquee, o que recurra, como movido por una fuerza superior a ¨¦l, a movimientos espasm¨®dicos o al llanto... Y pueda quedar alienado en esos comportamientos. Todo con tal de no reconocer aquello que m¨¢s tiene, lo m¨¢s suyo: el cuerpo.
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