Fernando Abril o el "suspense"
Un principio fundamental en la t¨¦cnica del ?suspense? es que, aun variando la tensi¨®n del espectador, se mantiene un ?crescendo? estudiado hasta el desenlace final. En la experiencia pol¨ªtica iniciada el 15 de junio parece ser un criterio b¨¢sico de la pol¨ªtica gubernamental mantener secretos sus prop¨®sitos, sus an¨¢lisis y sus intenciones. Buena prueba de ello es que todav¨ªa no est¨¢ claro cu¨¢l va a ser el calendario pol¨ªtico de desarrollo de la democracia, lo cual convierte al juego pol¨ªtico espa?ol en un continuo ?suspense? que, a veces, se parece mucho al peligroso juego de la ruleta rusa.Para los socialistas, la concreci¨®n de las esperanzas suscitadas mayoritariamente, y tambi¨¦n el despeje de los temores suscitados por el proceso democr¨¢tico en algunos sectores necesitaba, y necesita, de un proceso consciente y fechado de reducci¨®n de incertidumbres. Ello quiere decir, desde el principio, que era preciso acelerar la transici¨®n y poner a punto las nuevas estructuras. En esta l¨ªnea entran los principales acuerdos pol¨ªticos conseguidos desde el verano pasado, como son los acuerdos de la Moncloa, el inicio de la reforma fiscal y la Constituci¨®n. Estos puntos de acuerdo superan las estrategias propias de partido y constituyen, sobre todo, el ¨²ltimo marco para las reglas del juego democr¨¢tico.
Ahora estamos emplazados ante un nuevo desaf¨ªo, que es el saber establecer un nuevo marco de relaciones de trabajo en el pa¨ªs. Cuando se formaron los pactos de la Moncloa no hab¨ªa llegado todav¨ªa la libertad sindical. Las elecciones sind¨ªcales vinieron despu¨¦s. En lo que respecta a las organizaciones patronales, han necesitado m¨¢s tiempo para pasar de la pol¨ªtica asamblearia a una representaci¨®n coherente. Conseguida, al parecer, en torno al verano. Los acuerdos de la Moncloa, en su parte de saneamiento -las medidas coyunturales- ten¨ªan un marco definido: el a?o 1978. Las medidas estructurales, tambi¨¦n, aunque sus retrasos e incumplimientos muestran, en buena medida, las resistencias mantenidas por grupos pol¨ªticos y econ¨®micos afectados por las reformas necesarias para la consolidaci¨®n de la democracia (plan energ¨¦tico, estatuto de la empresa p¨²blica, gesti¨®n y control de la Seguridad Social, etc¨¦tera).
Adem¨¢s hab¨ªa, y hay a¨²n, un elemento que no se acord¨® en la Moncloa, porque no se pod¨ªa negociar entonces. Se trata de la negociaci¨®n entre los interlocutores sociales-sindicatos de trabajadores, organizaciones patronales y Gobierno, como representante del primer empleador del pa¨ªs. Lo que llamamos los socialistas la negociaci¨®n a tres bandas, propugnada por el Comit¨¦ Federal del PSOE de primero de julio. Elemento decisivo para la consolidaci¨®n democr¨¢tica, porque de lo que se trata es de definir las reglas en ese plano, que s¨®lo puede ser regulado a nivel constitucional en sus grandes principios, y que resiste al tratamiento puramente parlamentario. A este respecto vale la pena recordar la pol¨¦mica suscitada la pasada primavera con motivo del debate en el Congreso de la ley de Acci¨®n Sindical. En la negociaci¨®n entre las fuerzas sociales eran y son puntos absolutamente fundamentales la representaci¨®n y el papel de los sindicatos en la empresa; los niveles y las formas de negociaci¨®n colectiva, as¨ª como la resoluci¨®n de un tema sangrante, como es el de la devoluci¨®n de los bienes incautados a las organizaciones sindicales como bot¨ªn de guerra, as¨ª como el futuro del patrimonio sindical.
En este terreno parece que se ha escogido de nuevo la t¨¦cnica del ?suspense? por parte del Gobierno, y, de modo especial, por quien aparece como m¨¢s destacado protagonista del mismo en estos casos, el vicepresidente econ¨®mico. Sobre su capacidad para lanzarse a resolver los m¨¢s diversos asuntos no cabe duda, aunque es dudoso que los resultados obtenidos acompa?en a la decisi¨®n, y hay un precedente grave, que ha mostrado los inconvenientes de este modo de entender la acci¨®n pol¨ªtica.
Se trata de la famosa negociaci¨®n del problema vasco en el marco de la Constituci¨®n. Es evidente que el problema del terrorismo hace muy dif¨ªcil hoy contemplar el tema con serenidad, pero lo que es incuestionable es que la oportunidad hist¨®rica para abordar el problema era ¨²nica. Ante la envergadura del problema s¨®lo cab¨ªan iniciativas audaces que, con tiempo suficiente, hicieran posible la realizaci¨®n de lo que los socialistas vascos han definido como un pacto constitucional en Euskadi con una negociaci¨®n de transferencias e, incluso, en el terreno econ¨®mico, planteada como un proceso con plazos y contenidos claros.
El tema no se ha resuelto as¨ª, y a¨²n hoy en d¨ªa la situaci¨®n, en relaci¨®n con el Consejo General Vasco, se encuentra muy retrasa da en relaci¨®n con la operada con la Generalidad de Catalu?a.
Algo paralelo est¨¢ ocurriendo con las negociaciones sociales. A finales de septiembre se convocaron, con un estilo propio de la Acci¨®n Cat¨®lica de los a?os cuarenta, unas jornadas de reflexi¨®n, cuyo alcance y resultados todav¨ªa son una inc¨®gnita para la opini¨®n p¨²blica. Ahora con un retraso inexplicado, se han reanudado las conversaciones, con un solo dato nuevo, el que parece existir un acuerdo claro Gobierno-CEOE.
Sin embargo, en el plano sindical, la situaci¨®n es mucho m¨¢s dura, y ello -dentro de la escasez de informaci¨®n existente- se debe a que el Gobierno trata de negociar s¨®lo una tasa salarial, estableci¨¦ndolo como ¨²nico tema en la agenda, si se dejan aparte vagas promesas de programas de empleo, de claro car¨¢cter preelectoral. La t¨¦cnica elegida sigue siendo la de las fugas calculadas y la ocupaci¨®n parcial, sometida a revisiones semanales. As¨ª, el vicepresidente econ¨®mico ha hablado de que la tasa de inflaci¨®n caer¨¢ al 9% a finales del pr¨®ximo a?o, luego ha corregido al alza, con un 10%, mientras que los mismos Presupuestos ofrecen una previsi¨®n del 12%.
Estas y otras incertidumbres se pusieron de manifiesto en el debate realizado entre los socialistas y el vicepresidente econ¨®mico en la sesi¨®n de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso, convocada para hacer el balance de los pactos de la Moncloa. En la misma resultaba dif¨ªcil poder conocer las posiciones del Gobierno a trav¨¦s de su vicepresidente econ¨®mico, que practic¨® una vez m¨¢s su pol¨ªtica de contestaci¨®n alusiva que le es conocida. Incluso cabe la fundada sospecha de si el Gobierno se considera ligado por el cumplimiento de las reformas estructurales contenidas en los acuerdos de la Moncloa.
Este punto se enlaza con la t¨¦cnica del ?suspense?. Parece haber sido la elegida de nuevo a la hora de negociar los pactos a tres bandas. Quiz¨¢ se trate de una t¨¦cnica especialmente bien conocida por el vicepresidente, ya que en su tierra natal es pr¨¢ctica usual vender la naranja cuando el ¨¢rbol est¨¢ en flor.
Porque un juego de este tipo conduce no a una salida arr¨ªesgada y victoriosa, sino a una putrefacci¨®n de los problemas, sin encontrar soluciones reales.
Es de temer que en este nuevo proceso negociador no se est¨¦ tratando de establecer uno de los aspectos fundamentales del nuevo sistema democr¨¢tico y se est¨¦ jugando, una vez m¨¢s, a corto plazo.
El no abordar las reformas estructurales comprometidas en la Administraci¨®n del Estado, en la Seguridad Social o en la empresa p¨²blica indica ya cu¨¢l es la intenci¨®n. Y hay momentos en la historia en los que es preciso lanzarse hacia adelante, planteando desaf¨ªos serios y de largo alcance. Los que son capaces de hacerlo pasan a la historia como hombres de Estado.
Por el camino que llevan las negociaciones entre Gobierno, empresarios y sindicatos parece que la voluntad del primero es mantener el pasado y no crear un cauce de futuro. Con ello, el ?suspense?, en realidad improvisaci¨®n, a que se juega con las reflexiones y los encuentros va a tener un resultado decepcionante para todos y, sobre todo, para el futuro de la democracia en Espa?a.
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