El Papa, contra el proyecto de estabilizaci¨®n de los servicios asistenciales de la Iglesia italiana

El papa Wojtyla acaba de intervenir por vez primera en el debate actual italiano sobre las relaciones entre Iglesia y Estado. Ha sido una ducha de agua fr¨ªa para quienes pensaban que el nuevo Papa, por el hecho de no ser italiano, se iba a mantener al margen de la pol¨ªtica de este pa¨ªs.
Juan Pablo Il ha intervenido en una materia extremadamente delicada como es el problema de las 10.000 instituciones asistenciales y de beneficencia, todas ellas en manos, hasta ahora, de la Iglesia. El Parlamento italiano ha aprobado hace unos meses la famosa ley 382, seg¨²n la cual todos estos institutos deber¨ªan ser absorbidos por las regiones. Fue una tentativa no de estabilizaci¨®n, sino m¨¢s bien de promoci¨®n de la pol¨ªtica regional. Se trataba tambi¨¦n de poner un poco de orden en un campo en el cual no pocas veces hab¨ªan estallado esc¨¢ndalos de todo tipo: ineficacia, explotaci¨®n de la miseria, complicidad pol¨ªtica para transferir dinero del Estado a los partidos a trav¨¦s de estas organizaciones religiosas.
Ataque de los obispos
La ley 382 fue muy atacada por algunos obispos italianos y de un modo particular por el arzobispo de Florencia, cardenal Benelli que critic¨® la ley de ?comunista? y de contraria a un r¨¦gimen pol¨ªtico de libertad democr¨¢tica.La aplicaci¨®n de esta ley es uno de los problemas planteados por la reforma del concordato entre la Iglesia y el Estado que, en Italia, est¨¢ en plena actualidad y que en estos d¨ªas deber¨¢ pasar a discusi¨®n y aprobaci¨®n del Senado.
El papa Wojtyla, en una audiencia a los juristas cat¨®licos, se ha puesto en contra de la ley 382, apoyando a los obispos que, la hab¨ªan combatido en estos ¨²ltimos meses. El Papa dijo en esta audiencia que no s¨®lo existe el deber de ejercerla asistencia, sino tambi¨¦n su ?insuprimible libertad?, la cual no ser¨ªa respetada si tuviese que prevalecer ?la tendencia de atribuir al Estado una funci¨®n centralizadora y exclusivista de la organizaci¨®n y la gesti¨®n directa de los servicios?. El Papa justific¨® esta injerencia en la pol¨ªtica italiana afirmando que ?no pod¨ªa permanecer extra?o a las preocupaciones que tocan la posibilidad para la Iglesia de desarrollar su misi¨®n de caridad?.
Dijo el papa Wojtyla que incluso un ?control r¨ªgido? por parte del Estado o de la Administraci¨®n regional de estas instituciones de la Iglesia, ?acabar¨ªan desnaturalizando su funci¨®n propia y leg¨ªtima de promoci¨®n, de propulsi¨®n de integraci¨®n y tambi¨¦n -si fuera necesario- de sustituci¨®n de la iniciativa de las libres formaciones sociales seg¨²n el principio de la subsidiariedad?.
Contra el divorcio y el aborto
Los primeros comentarios laicos a esta intervenci¨®n pontificial en un problema italiano afirman que ?Juan Pablo II ha salido en defensa de la Iglesia italiana con la misma fuerza y energ¨ªa con la cual en los ¨²ltimos d¨ªas ha empezado a poner orden en el mundo de los religiosos y de los sacerdotes?, y a?aden, como Il Messaggero, de Roma, que con esta acci¨®n el papa Wojtyla ?no parece todav¨ªa desmentir la hip¨®tesis de un ?Tiber m¨¢s ancho?, es decir, una mayor autonom¨ªa de la conferencia episcopal?, aunque es una se?al de alerta.El Papa aprovech¨® tambi¨¦n esta ocasi¨®n para alabar la firmeza con la cual la Uni¨®n de Juristas Cat¨®licos italianos se hab¨ªan opuesto al divorcio y al aborto.
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