La caza, deporte y diversi¨®n para ¨¦lites
La caza tiene consideraci¨®n de deporte en Espa?a. Pero detr¨¢s de ella se mueve todo un mundo de finanzas. Lo dijo en su d¨ªa Jaime de Fox¨¢: ?En la caza, lo que no es deporte, es negocio.? Cacer¨ªas donde se cobran 100.000 pesetas para intentar disparar sobre un ciervo o para matar un centenar de perdices est¨¢n a la orden del d¨ªa mientras dura la temporada cineg¨¦tica. Todo se mueve sobre un mundo artificial. Escopetas con incrustaciones de oro, vestimenta de monte a la ¨²ltima moda, invitaciones que buscan una recomendaci¨®n, conforman la realidad de un deporte que dista mucho de ser el del cazador incansable que acompa?ado de su perro rastrea las perdices. De ese c¨ªrculo de la caza reservado a las altas esferas informa
Hace siete a?os la Direcci¨®n General de Promoci¨®n del Turismo e Iberia, L¨ªneas A¨¦reas de Espa?a, organizaron un lujoso viaje de caza. S¨®lo treinta personas podr¨ªan disfrutarlo a cambio de pagar 600.000 pesetas. La aventura iba a durar catorce d¨ªas en los que habr¨ªa seis cacer¨ªas de perdices y tres monter¨ªas. Los viajes necesarios para los desplazamientos -se cazaba en diversos puntos peninsulares- no estaban incluidos en el precio.La era de las grandes cacer¨ªas comenzaba. A pesar de que en Espa?a est¨¢ prohibido subarrendar la caza, el negocio prospera y crece. Si desea quedar bien con alguien, siempre est¨¢ a tiempo de invitarle a un ojeo de patos en Extremadura -si es a la espera se le recomienda Mallorca-, de perdices en La Mancha, de faisanes en Toledo o a un a monter¨ªa en Sierra Morena. Todo es posible si se pone en contacto con una de las m¨²ltiples organizaciones que se dedican a la explotaci¨®n de la caza. Cuidan al cliente al m¨¢ximo, le ofrecen lo mejor y se dio el caso de llegar a ofrecer a los m¨¢s selectos la posibilidad de matar un le¨®n por 100.000 pesetas cuando se clausur¨® el Safari Park, en las cercan¨ªas de Madrid.
Las organizaciones ofrecen todo tipo de cacer¨ªas. Van desde la individual, en las que se suele cobrar a seiscientas pesetas la muerte de la perdiz, hasta las de grupo, que por una tarifa global pueden matarse todas las perdices posibles. Generalmente el matar la pieza no da derecho a llev¨¢rsela; hay que pagar un suplemento que oscila entre las cien y las doscientas pesetas. En las cacer¨ªas de grupo, supongamos de diez escopetas, se pagan 750.000 pesetas con la posibilidad de matar mil perdices y llevarse una docena por cazador. El precio incluye ojeadores, secretarios, transportes por la finca, almuerzo y, a veces el alojamiento; es algo que depende ya de la bondad de la organizaci¨®n.
En cualquier caso, las comodidades son m¨¢ximas. En los terrenos propiamente cineg¨¦ticos se han construido confortables hoteles, cuya explotaci¨®n est¨¢ en el alojamiento de los cazadores. Tambi¨¦n existen casos en los que se han acondicionado caserones con el m¨¢ximo lujo en las mismas fincas de caza.
Las cacer¨ªas pueden tambi¨¦n contratarse con un determinado n¨²mero de piezas. Estas permanecen en enormes jaulas y son soltadas antes del d¨ªa que se se?ale. Se exige un m¨ªnimo y vienen a suponer un gasto de quinientas pesetas por pieza soltada.
La caza mayor tambi¨¦n tiene su explotaci¨®n con la celebraci¨®n de monter¨ªas. Se cobra el puesto aunque no se dispare ni un solo tiro y no se cobra ning¨²n suplemento por pieza matada. Seg¨²n la categor¨ªa de las reses que haya en la finca oscila el precio. Suelen hacerse dos o tres seguidas y existe un abono. Se llegan a pagar por un puesto 180.000 pesetas o bien 130.000 por dos jornadas de caza consecutivas. Generalmente, nunca baja de las 25.000 pesetas. Depende del n¨²mero de puestos que se hagan el mayor o menor beneficio, pero tambi¨¦n conviene cuidar el prestigio de la organizaci¨®n y no hacer muchos en una finca que no tenga mucha caza. Ha habido casos en los que por dos jornadas de caza se han ingresado seis millones de pesetas.
El florecimiento de este negocio cre¨® una demanda y ahora es posible comprar desde perdices adultas por setecientas pesetas para dar una improvisada cacer¨ªa hasta parejas reproductoras por menos de 2.000 para aumentar el censo de un acotado.
El Icona tambi¨¦n explota la caza mayor, pero regulando su conservaci¨®n. Permite la caza al rececho de venados, cabras monteses, rebecos del Pirineo y del Cant¨¢brico, corzos, muflones, gamos, arruis y urogallos en las reservas y cotos nacionales. En estos terrenos hay que abonar una cuota de entrada que va desde las 4.500 pesetas hasta las 15.000. Se dispara sobre una sola pieza y si se mata hay que pagarla con arreglo a las dimensiones de su trofeo. En muchos casos es necesario satisfacer m¨¢s de 100.000 pesetas por una buena pieza. Este precio hay que duplicarlo o cuatriplicarlo si se trata de un cazador extranjero. Si la res escapa herida hay que pagar tambi¨¦n desde las 4.500 pesetas hasta las 12.000. En el caso del urogallo, por pieza disparada y no cobrada se cobran 15.000 pesetas.
Si se quiere conseguir un trofeo que sea medalla, lo m¨¢s normal es acudir a las reservas. Los ejemplares est¨¢n perfectamente controlados y el guarda lleva al cazador hasta los sitios m¨¢s indicados donde encontrarlos.
En la actualidad los dos aspectos de la caza est¨¢n perfectamente delimitados. Lo que tiene de deporte lo lleva la Federaci¨®n Espa?ola de Caza; lo que tiene de explotaci¨®n, el Icona y las iniciativas privadas. La descomposici¨®n est¨¢ en que mientras un cazador-deportista mata una perdiz, el cazador-se?orito mata cincuenta, bajo la complacencia de los organismos reguladores de la caza en Espa?a.
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