El mao¨ªsmo condujo al socialismo chino a una profunda crisis econ¨®mica
En tomo la China popular, tanto las derechas occidentales, por oportunismo financiero y diplom¨¢tico, como las izquierdas, por oportunismo pol¨ªtico y a?oranzas religiosas mezcladas con limitaci¨®n mental, se han dado la mano en la construcci¨®n de una nueva Gran Muralla rosa. De. su interior, no se filtraban sino postales id¨ªlicamente socialistas adornadas por el proletariado m¨¢s impecable del mundo.Ideol¨®gicamente, China representaba nada menos que la posibilidad de un modelo socialista de desarrollo, v¨¢lido, como m¨ªnimo, para el Tercer Mundo, la autarqu¨ªa, el contar con sus propias fuerzas, la desaparici¨®n de la explotaci¨®n y el advenimiento de la dictadura del proletariado.
El descubrimiento de hasta qu¨¦ punto el mao¨ªsmo produjo en China una profunda crisis econ¨®mica y la par¨¢lisis del desarrollo y la modernizaci¨®n viene a acabar con el ideal. Los niveles materiales est¨¢n en China, en todos los sectores, por debajo de las expectativas, las ambiciones, la formaci¨®n cultural y la potencia demogr¨¢fica del pa¨ªs. El Ej¨¦rcito se halla ante una log¨ªstica caduca; la ciencia, sangrada de sus intelectuales en sucesivas depuraciones y env¨ªos al campo, comienza apenas a levantar cabeza; el pueblo, con sus 950 millones de individuos, vive a niveles mucho m¨¢s bajos que sus vecinos del sureste asi¨¢tico.
El actual Gobierno chino, con los tecn¨®cratas encabezados por Teng Hsiao-ping, no est¨¢ s¨®lo importando armas y t¨¦cnica y organizando la formaci¨®n de sus intelectuales y cient¨ªficos en el extranjero; Pek¨ªn abre camino a las inversiones extranjeras, ofrece la baratura de su mano de obra, encarga a firmas internacionales la puesta en marcha de su industria hotelera y a firmas japonesas la explotaci¨®n de su petr¨®leo, se dispone a copiar las f¨®rmulas que han permitido el crecimiento del producto nacional bruto en pa¨ªses de econom¨ªa liberal, como Singapur y Corea del Sur. Para ello env¨ªa all¨ª a sus expertos.
As¨ª como durante el Gran Salto Adelante (1958) se educ¨® al pueblo en el aprovechamiento de la ¨²ltima brizna de chatarra, hoy se impulsa el aprovechamiento m¨¢ximo del material humano, no cuantitativa, sino cualitativamente. Desaparecen los per¨ªodos de trabajo manual, la ?reeducaci¨®n de clase? qu¨¦ mantuvo, a veces durante a?os, a estudiantes y profesores labrando la tierra. La raz¨®n de Estado pide hoy a la ¨¦lite intelectual que consagre cada minuto y cada gesto a su especialidad t¨¦cnica. La amnist¨ªa pol¨ªtica es una recuperaci¨®n de cerebros. El ideal igualitario se esfuma con el fin de la alternancia trabajo manual-trabajo intelectual.
El Diario del Pueblo public¨® este oto?o dos cartas de lectores pekineses en las que se lamentaban del alza de los precios de frutas y verduras. Viejas quejas que ya o¨ªa en boca de los chinos quien esto escribe en 1974 y que se conjugaban mal con la hibernaci¨®n de salarios. Hay inflaci¨®n tambi¨¦n en China.
Las dimensiones del fracaso
Las dimensiones del retraso chino s¨®lo hoy pueden comenzar realmente a ser evaluadas a partir de las pocas, pero primeras, estad¨ªsticas publicadas por el Gobierno, y por las visitas de expertos extranjeros que constatan la pr¨¢cticamente ausencia de mecanizaci¨®n en el interior y el retraso. de d¨¦cadas en la existente.
China ha firmado un acuerdo comercial con Jap¨®n de 20.000 millones de d¨®lares. En 1977 el comercio chino con Alemania del Oeste lleg¨® a los 1.850 millones y actualmente se est¨¢n negociando cantidades muy superiores para complejos mineros y acerer¨ªas. Inglaterra acaba de vender a China equipo minero por valor de 315 millones de d¨®lares. Se negocian actualmente con Francia contratos de venta de modern¨ªsimos modelos de aviaci¨®n. Las ventas estadounidenses a China este a?o se estiman en unos mil millones de d¨®lares, etc¨¦tera. Las llamadas mao¨ªstas a la autarqu¨ªa y a independencia del capital extranjero quedaron muy lejos.
El Gobierno chino ha declarado que prev¨¦ la modernizaci¨®n total del pa¨ªs (entendida como equiparaci¨®n con el est¨¢ndard de vida de las naciones m¨¢s desarrolladas) antes de 1999. A nivel de 950 millones de habitantes y de un territorio de cerca de diez millones de Km, la idea hace pensar que los nuevos dirigentes han heredado aquellos ¨ªmpetus triunfalistas de Mao Tse-tung, aunque los usen con diferentes signos.
Al precio de una deuda exterior segura, que no podr¨¢ paliar con sus exportaciones, puesto que la m¨¢s rentable, el petr¨®leo, exige tratamientos costosos por contener demasiada parafina, China se ha lanzado a la firma de contratos enormes con los pa¨ªses desarrollados. Resta que el Gobierno no podr¨¢ disponer, como en el pasado, de una obediente mano de obra, explotada esta vez, no en pro del para¨ªso comunista de los ma?anas cantarines, sino en nombre -como en Occidente- del para¨ªso t¨¦cnico-nuclear y la Carrera a cualquier precio por la industrializaci¨®n. El restablecimiento de primas a la productividad, las mejoras salaria les y el parcial reconocimiento de ciertos derechos civiles y jur¨ªdicos que ofrece el grupo Teng, son in dudablemente una mejora respecto al total abandono anterior al aparato policial, pero, a la larga, llevan el germen de crisis y enfrentamientos con el Estado, en cuanto los intereses de la modernizaci¨®n acelerada ejerzan una usura sensible sobre la calidad del vivir cotidiano y se enfrenten a las reivindicaciones laborales, a los mecanismos, con frecuencia lentos y no in mediata ni materialmente rentables, de la democracia y de los derechos humanos, que resultan particularmente ajenos a los reflejos autoritarios de un partido, como el Comunista Chino, acostumbrado al monopolio del poder.
El grado cr¨ªtico en el fin del modelo chino llega con el rechazo de la dictadura, sea o no del proletariado, y la petici¨®n de las m¨¢s modestas, pero tambi¨¦n m¨¢s reales, adquisiciones democr¨¢ticas, derechos humanos incluidos. Forma parte del final de los grandes hombres conductores de masas amorfas hacia para paraisos por ellos previstos, deja a los devotos occidentales de ?el fin justifica los medios? inermes y rid¨ªculos. Mientras, China popular pasa, entre los normales trastornos y convulsiones del ang¨¦lico papel de modelo, al de naci¨®n entre naciones poblada de personas similares al resto de los humanos.
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