Una historia que empez¨® en 1969
La idea de poner en marcha la unificaci¨®n, monetaria europea no es nueva. Ya en 1969, la cumbre de La Haya hizo p¨²blica su ?voluntad pol¨ªtica? de conseguir, a trav¨¦s de una serie de etapas intermedias, la Uni¨®n Monetaria Europea (UNIE). A ello obedeci¨® el plan Werner, elaborado por el antiguo primer ministro de Luxemburgo, que fue aprobado por el Consejo de Ministros de la CEE en 1971. En el mismo se preve¨ªa la creaci¨®n de un Fondo Europeo de Cooperaci¨®n Monetaria y la reducci¨®n progresiva de los m¨¢rgenes de fluctuaci¨®n entre las monedas de los respectivos pa¨ªses. Este margen fue fijado entre ¨¦l 1,2% y el 1,5%, como m¨¢ximo.La crisis monetaria de los mercados internacionales en el per¨ªodo 1971-73-1 con la supresi¨®n de la convertibilidad del d¨®lar en oro (agosto, 1971), la debilitaci¨®n de dicha divisa y la flotaci¨®n de las diversas monedas occidentales con respecto a ella, tras el acuerdo de Washington en diciembre de 1971, retras¨® la posible aplicaci¨®n del plan monetario europeo.
En abril de 1972 los pa¨ªses europeos, para hacer frente a la crisis, acuerdan controlar los m¨¢rgenes de fluctuaci¨®n de sus monedas, de forma que no sobrepasase el 2,25%. Este acuerdo sentar¨¢ las bases de la llamada serpiente europea, que ha regulado, la fluctuaci¨®n de las monedas de los pa¨ªses de la CEE hasta la actualidad. Sin embargo, la crisis econ¨®mica y sus repercusiones monetarias obligar¨ªan a Francia, Gran Breta?a e Italia a abandonar la serpiente y dejar flotar libremente sus monedas.
En un discurso pronunciado el 27 de octubre de 1977, Roy Jenkins, presidente de la Comisi¨®n, Europea, replantea la necesidad de hacer real el viejo proyecto monetario. La moneda europea es la ¨²nica soluci¨®n para superar la aguda crisis econ¨®mica que afecta a la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos.
En enero de 1978 el Parlamento Europeo llegaba a la conclusi¨®n de que ?la Uni¨®n Monetaria exigir¨ªa un reforzamiento de la democracia comunitaria?. El establecimiento de una moneda com¨²n est¨¢ ¨ªntimamente relacionado con la elecci¨®n directa del Parlamento Europeo y la ampliaci¨®n de la CEE a los tres pa¨ªses aspirantes.
El Consejo de Jefes de Estado y de Gobierno de los nueve, celebrado en Copenhague el pasado abril, fue el primer paso decisivo en este aspecto. All¨ª se reconoci¨® que la ¨²nica salida para la actual crisis econ¨®mica pasaba por la estabilizaci¨®n de los mercados monetarios, que atenuar¨ªa las divergencias entre las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales, y que evitar¨ªa la adopci¨®n de medidas demasiado severas, para los pa¨ªses econ¨®micamente m¨¢s d¨¦biles, ante la crisis.
El Consejo Europeo, reunido en Bremen los d¨ªas 6 y 7 del pasado mes de julio, decidi¨® la elaboraci¨®n, antes de fin de a?o, de un nuevo sistema monetario europeo, que diera estabilidad a las monedas de los pa¨ªses de la CEE. Para ello se tom¨® como base el proyecto franco-alem¨¢n. El nuevo sistema monetario reposar¨ªa sobre la Unidad de Cuenta Europea (ECU), que, por otra parte, est¨¢ siendo utilizada desde el primero de enero pasado para el presupuesto de la Comunidad.
La situaci¨®n actual de las econom¨ªas de los pa¨ªses miembros hace pensar en una Europa con dos velocidades, en cuanto a su unificaci¨®n monetaria: los pa¨ªses de econom¨ªa estable, que permanecen dentro de la serpiente (Alemania, Dinamarca, Benelux), y los que la han abandonado (Francia, Gran Breta?a, Italia), intentando buscar una salida a la crisis con la libre fluctuaci¨®n de sus monedas.
A pesar de los aspectos positivos, el acuerdo de Bremen presenta varias lagunas. La uni¨®n pol¨ªtica sigue planteada en unos t¨¦rminos vagos, como en el pasado; lo que provoca la falta de acuerdo en la elaboraci¨®n de una pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n. Los acuerdos formales en materia de pol¨ªtica monetaria externa no son viables sin compromisos an¨¢logos en el plano de la pol¨ªtica econ¨®mica interior. Falta, por otra parte, una pol¨ªtica estructura comunitaria que corrija los desequilibrios de productividad entre los pa¨ªses econ¨®micamente d¨¦biles y los econ¨®micamente fuertes que integran la Comunidad.
Una de las dificultades m¨¢s notables para la integraci¨®n en el proyecto unitario es el desequilibrio en las econom¨ªas de los pa¨ªses comunitarios. As¨ª, Italia mantiene unas tasas anuales de inflaci¨®n del 12%, mientras la RF de Alemania ha logrado una contenci¨®n de hasta el 2,25 % por a?o en la actualidad.
Una ¨²ltima innovaci¨®n de este proyecto de unificaci¨®n monetaria en el contexto europeo es la invitaci¨®n a los pa¨ªses terceros para integrarse en el SME; invitaci¨®n especialmente dirigida a los tres candidatos al ingreso en la Comunidad, Grecia, Portugal y Espa?a.
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