La "irritante" presencia de los escolares en casa"
La tradici¨®n que convierte a las escuelas en colegios electorales hace que para muchas amas de casa la presente semana adquiera tintes de verdadera pesadilla. Dos fiestas peligrosamente asomadas sobre un domingo y otro proyectan sobre el horizonte semanal la alargada y siniestra sombra de un ?puente? que pone los pelos de punta a los padres de familia. Si, para colmo, en esta semana de indudable sabor prenavide?o, el tiempo se empe?a en no colaborar y las lluvias y el fr¨ªo se empecinan en encerrar a los escolares en sus casas durante cinco interminables d¨ªas, es previsible que el consumo de aspirinas alcance cotas insuperables en un considerable n¨²mero de hogares espa?oles.
La irritaci¨®n con que tantos padres y madres de familia ?soportan? la presencia de sus hijos en casa explica, aunque no justifica, la insistencia con que esos mismos padres y madres reclaman una jornada escolar m¨¢s larga, al tiempo que ¨ªronizan sobre la ?buena vida? que se pegan los maestros.
Estos parecen ser, en definitiva, los ¨²nicos argumentos que han llevado a las autoridades de Hacienda y de Educaci¨®n y Ciencia a elaborar al alim¨®n el controvertido decreto,de regulaci¨®n de la dedicaci¨®n exclusiva de los maestros.
A cambio de 7.000 pesetas, y ello en el supuesto de que ¨¦sta sea la cantidad que por tal concepto perciban los maestros (hasta ahora ninguno ha cobrado un solo c¨¦ntimo), se pide a los profesores que prolonguen en una hora m¨¢s la jornada lectiva de los alumnos.
Primero fue el pretexto de la recuperaci¨®n. Ahora, la realizaci¨®n de no se sabe bien qu¨¦ ?trabajos con equipos de alumnos?: que si grupos dram¨¢ticos, que si audiciones musicales, que si sesiones de cine escolar... Toda una letan¨ªa de maravillosos objetivos pedag¨®gicos que ocultan la mucho m¨¢s prosaica intenci¨®n de que el ni?o permanezca el m¨¢ximo de tiempo posible en la escuela y que sea el maestro quien lo atienda.
Las autoridades educativas, los inspectores t¨¦cnicos de EGB, parecen haber olvidado de repente los numerosos argumentos pedag¨®gicos que utilizaban hace tan s¨®lo un a?o para hacer entender a los maestros que la recuperaci¨®n delalumno de bajo rendimiento y con dificultades para el aprendizaje deber¨ªa de hacerse dentro de las horas normales de clase. Aparte de que, dado el car¨¢cter voluntario de la dedicaci¨®n exclusiva, la Administraci¨®n parece absolutamente decidida a condenar a la irrecuperaci¨®n a todos aquellos alumnos que tengan la desgracia de contar con un maestro que no acepte la ?bicoca? de las 7.000 pesetas.
Las horas de los s¨¢bados y los domingos, sobre todo en los meses de invierno, resultan un verdadero infierno para una buena cantidad de familias que no saben qu¨¦ hacer con dos o tres ni?os en casa. Pero el maestro (?sublime vocaci¨®n?, ?para eso est¨¢n?, ?verdadero sacerdocio? ... ) puede y debe no ya ? ?soportar?, sino educar a cuarenta o cincuenta ni?os de lunes a viernes, durante seis horas ininterrumpidas, si se trata de colegios con comedor escolar. Despu¨¦s, puede y debe permanecer una hora m¨¢s en la escuela para atender a los padres, corregir ejercicios, preparar sus lecciones y, finalmente, como se supone que no tiene hijos, ni esposa, ni ning¨²n otro tipo de obligaciones derivadas de su vida privada, al llegar a su casa tendr¨¢ que empezar a pensar en el tiempo que a¨²n debe dedicar a su autoformaci¨®n, a la lectura, a continuar corrigiendo ejercicios, elaborando fichas o ideando nuevas t¨¦cnicas did¨¢cticas.
Claro est¨¢ que, a cambio de todo ello, le espera a fin de mes un sueldo que, dedicaci¨®n exclusiva incluida, puede hasta aproximarse a las 50.000 pesetas .... si se trata de un profesor con cuatro o cinco hijos, con m¨¢s de treinta a?os de servicios y a punto dejubilarse.
Consideraci¨®n aparte merecen las leg¨ªtimas reivindicaciones que derivan de la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo. Nadie puede cuestionar que esta incorporaci¨®n determina la obligaci¨®n por parte de los poderes p¨²blicos de una serie de prestaciones que la hagan verdaderamente posible. Y tal vez sean las instalaciones escolares el marco adecuado para responder a tales demandas.
Lo que est¨¢ fuera de toda duda es que estas demandas s¨®lo ser¨¢n realizables tras una reforma profunda de la actual escuela, que pasan, necesariamente, por el aumento de plantillas del profesorado y la incorporaci¨®n a las nuevas instituciones docentes de unas profesiones hasta ahora ausentes de la escuela: psic¨®logos, puericultores, m¨¦dicos, animadores culturales, verdaderos especialistas en creatividad, etc¨¦tera.
Lo otro, seguir pidiendo a la actual escuela que cumpla la finalidad de ser un lugar de aparcamiento de ni?os para que no molesten en casa y que sea el maestro el empleado de ese ? garage ? resulta, cuando menos, una frivolidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.