Los perfumes de Isabel
Isabel Tenaille, por lo que he podido enterarme, ha auspiciado una gama de perfumes, que son ya los perfumes de Isabel, y que comprar¨¢n las que quieran oler a limpia, a decente, a espa?ola, a honr¨¢. Yo me los he comprado todos, porque me lo dijo Rilke en el castillo del Duino, mientras castigaba la eleg¨ªa.-Todo amor que fracasa como humano se sublima en amor divino.
Mar¨ªa Alcoforado, la monja portuguesa, y Regina Olsen, la amante repudiada del jorobeta Kierkegaard, que era un Unamuno con chepa. Yo, hoy, me siento Mar¨ªa Alcoforado, Regina Olsen, monja portuguesa, y sublimo mi amor humano y frustrado en amor divino y olfativo, meti¨¦ndome en una org¨ªa de perfumes, champ¨²es, geles, espumas y leches tratantes que me alegran el ba?o casi como me lo alegrar¨ªa ni?a Isabel.
Ni?a Isabel se cas¨® por la Iglesia y ha hecho bien, porque el matrimonio cat¨®lico se va a poner car¨ªsimo. ?Despu¨¦s de la Constituci¨®n, qu¨¦?, me pregunto, enjabonando mi corporeidad mortal y rosa, mis miserias, con los geles de la Tenaille. Despu¨¦s de la Constituci¨®n vendr¨¢ el divorcio jur¨ªdico, que est¨¢ ya legalmente maduro, con lo que el matrimonio religioso, indisoluble, duradero, eterno, hasta que El Ocaso nos separe, cobra, por contraste, tasaci¨®n de mejor calidad.
Mi amiga la progre va a casarse por el cura:
-Nunca te he visto por aqu¨ª, por la parroquia, hija. Es mejor que te cases por lo civil.
La an¨¦cdota es de ayer, reci¨¦n aprobada esta Constituci¨®n laica y divorcista. Creen haber perdido la guerra carlista de los votos, pero van a ganar la guerra santa de los sacramentos. En un pa¨ªs tan fundamentalmente de derechas como Espa?a, la Iglesia espa?ola, frente al laicismo y el civismo, refuerza por contraste sus instituciones eternales y suntuosas. ?Ustedes quieren ser laicos y agn¨®sticos?, dicen. Pues se casan sin ¨®rgano, que es como no casarse.
Con los colegios religiosos va a pasar lo mismo. Si la democracia llegase a implantar en Espa?a -que no llegar¨¢- una ense?anza general, gratuita, digna, laica, siempre habr¨¢ una ¨¦lite de viejos/nuevos ricos que, buscando algo menos municipal y espeso, dar¨¢n una vez m¨¢s en los lucientes colegios jesuitas, en los electos colegios agustinos. Al d¨ªa siguiente de la Constituci¨®n ya sabemos que, si triunfa la minor¨ªa social o democr¨¢tica, eso reforzar¨¢ por contraste a la minor¨ªa asocial y aristocr¨¢tica.
Para los cuatro aristogatos, boda con alfombra larga y colegio pilarista con dignidades:
-Has hecho bien, Isabel, en casarte por la Iglesia y con todos los sacramentos y sellos pontificios -le digo a Isabel en el ba?o, pues, lo que uno ama en una mujer es su olor- (a B¨¢rbara Rey han ido a olerla los catalanes enuna feria de los olores, y alg¨²n ni?o ha dicho que huele a ?manzana reci¨¦n cortada?: los ni?os son poetas que se malogran con el estudio de la po¨¦tica)
Conversar con sus olores, cremas, perfumes, lacas, champ¨²es, leches y cremas de fondo es para m¨ª como conversar con la intimidad ausente de Isabel. Conversar con su alma: el alma no es m¨¢s que olor. Descartes, o quien fuese, radicaba el alma en la gl¨¢ndula pineal. Yo nunca he dudado de que el alma es la pituitaria. A m¨ª todo me da en la nariz, como dice el personal, que para eso tengo una nariz naric¨ªsima, infinita, quevedesca, cyranesca, a la que una vez dediqu¨¦ un art¨ªculo en Triunfo. Hab¨ªa pensado oper¨¢rmela cuando fuese mayor, pero ahora que ya he llegado a mayor, y con bastante aprovechamiento, para qu¨¦ me la voy a operar. Y lo que ahora me da en la nariz es un incienso privilegiado de oro y mirra, no porque vengan las Navidades, sino porque la Nacionaliglesia, perdida la Constituci¨®n (hay otra Iglesia que la ha ganado), decide ya mismo, con sutileza de madre y maestra, encarecer la mercanc¨ªa, dejarse de demagogias del cielo y poner sus alfombras, greg¨¹escos, ropones, arm¨®niums, ¨®rganos y organistas, para incondicionales y para ricos, mayormente. Ni?a Isabel, lista como es, ha sido la ¨²ltima o la primera en beneficiarse de un cielo que va a estar por las nubes (y lo siento, pero no hay otra forma de decirlo).
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