"Locos por ellos", la ?beatleman¨ªa en Am¨¦rica?
El 7 de febrero de 1964 los Beatles llegaban a Am¨¦rica. Les hab¨ªan precedido una serie de buenos singles, un estupendo ¨¢lbum (Meet The Beatles, su segundo) y, sobre todo, m¨¢s de tres millones de pesetas (de la ¨¦poca) en publicidad. Una publicidad ingente que les presentaba como redentores de una juventud americana que empezaba a aburrirse de sus cantantes melosos, que deseaba nuevas im¨¢genes y que llenaron el Yankee Stadium o el Carnegie Hall para aplaudir, berrear e identificarse con cuatro melenudos que ven¨ªan de Liverpool, una ciudad inglesa que muchos de ellos no conoc¨ªan.
Este es el tema de ?Locos por ellos! (I want to hold your hand), pel¨ªcula dirigida por Bob Zemeckys y que cuenta como productor ejecutivo con Steven Spielberg (Tibur¨®n, Encuentros ... ). Si en A hard days night Richard Lester desmitificaba a trav¨¦s del absurdo y de un ritmo fren¨¦tico a los cuatro caballeros del Imperio Brit¨¢nico, precisamente a trav¨¦s de su misma presencia desquiciada, Zemeckys y su alter ego Spielberg tuvieron que idear nuevos enfoques.La historia de la pel¨ªcula, en s¨ª, comenz¨® cuando SpieIberg mostr¨® su inter¨¦s (mientras rodaba Encuentros ... ) por un gui¨®n de Zemeckys y Bob Gale. Este gui¨®n es 1941, que trata sobre una falsa alarma respecto a un ataque a¨¦reo japon¨¦s en ?Califomia!, a comienzos de la segunda guerra mundial. A trav¨¦s de esos contactos Spielberg lleg¨® a conocer el gui¨®n de I want to hold your hand, que, en su opini¨®n, estaba bien, aunque un poco prematuro. Sin embargo, y en vista de que esperar otros cinco a?os para -tener perspectiva hist¨®rica parec¨ªa demasiado, Spielberg recomend¨® a Zemeckys en Universal. A pesar de que ¨¦ste hab¨ªa comenzado a rodar cortos en ocho mil¨ªmetros cuando ten¨ªa trece a?os y ten¨ªa algunas cosas en diecis¨¦is mil¨ªmetros y varios guiones para TV, era lo que se llama un perfecto desconocido en cuyas manos los grandes jefes no estaban dispuestos a poner ni un solo d¨®lar. Pero en esto salta el buen coraz¨®n y de la noche a la ma?ana el superfamoso Spielberg se convierte en productor- (aval)- ejecutivo. Todos est¨¢n muy contentos y se comienza a trabajar en el plat¨® n¨²mero tres de Universal, donde se reconstruyen el escenario de su primer Ed Sullivan Show (tuvieron que hacer otro enseguida) y el interior del hotel Plaza de Nueva York. El argumento es muy sencillo: unos cuantos j¨®venes de la ¨¦poca tratan por todos los medios de conseguir aquello que desean: ponerse en contacto con sus adorados y casi desconocidos ¨ªdolos.
El tema fundamental era reflejar el estado de histeria colectiva, la manipulaci¨®n de masas y las peque?as historias personales que se produjeron en un momento dado alrededor de cuatro seres tocados por el dedo divino. Para ello lo m¨¢s importante hab¨ªa de ser la ambientaci¨®n. Trajes, coches, muebles, decoraciones, programas de radio, expresiones y dem¨¢s... Hubo que cortar el pelo a la mayor¨ªa de los actores (entre diecinueve y veinticinco) para que quedaran en algo menos del entonces escandaloso largo de los mismos Beatles y conseguir con astucia que estos ¨²ltimos no aparecieran por ning¨²n lado. Los verdaderos, los originales, los chanchis, no est¨¢n a estas alturas ni f¨ªsica ni espiritualmente para parodiarse a s¨ª mismos. La idea de extras con m¨¢scaras o cirug¨ªa est¨¦tica iba a ser muy poco cre¨ªble y la soluci¨®n ¨²ltima y genial fue presentarles a trozos: unos pies desde debajo de una cama, bonitas espaldas, entradas en autom¨®viles, desenfoques lejanos y dem¨¢s. Los Beatles originales aparecen en el control de la Televisi¨®n americana, pero la pel¨ªcula no va con ellos, sino con una ¨¦poca de Am¨¦rica que pas¨®
Era una gran ocasi¨®n para completar desde Otro punto de vista la perspectiva del fen¨®meno que ofrec¨ªa A hard days night, pero, a lo que se ve, ese era un intento demasiado fuerte para el amigo del director de Tibur¨®n.
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