De un imperio a otro imperio
En contra de lo que puede parecer, a juzgar por sus filmes presentados en Espa?a, Nagisa Oshima no es, en modo alguno, un realizador obsesionado por el cine er¨®tico, ni que eluda el compromiso frente a la sociedad actual, hoy en crisis en el Jap¨®n como en tantos otros pa¨ªses de Europa.Muy por el contrario, Oshima gusta no s¨®lo de experimentar nuevas formas, sino de hallar soluciones o al menos de actuar como revulsivo ante las principales l¨ªneas maestras de un futuro nacido para los de su generaci¨®n, de una forma de ser, una lucha por sobrevivir y los rescoldos a¨²n vivos de una pasada y perdida guerra. Principal representante del cine pol¨ªtico en su pa¨ªs, su personalidad independiente de creador de izquierdas va m¨¢s all¨¢ del folklore habitual y del costumbismo hist¨®rico tan del gusto de Occidente, d¨¢ndose a conocer a partir de Noche y niebla del Jap¨®n, aut¨¦ntica toma de conciencia de los contrastes generacionales e ideol¨®gicos en esa misma izquierda japonesa.
El imperio de la pasi¨®n
Direcci¨®n: Nagisa Oshima. Int¨¦rpretes: Kazuko Yoshiyuki, Tatsuya Fuyi y Takahiro Tamura. Dram¨¢tico. Jap¨®n-Francia. 1978. Local de estreno: Alexandra.
Siempre dentro de ese mismo campo pol¨ªtico y militante, sus filmes sucesivos han venido reflejando la lucha sorda y, en ocasiones, violenta entre revoluci¨®n y tradici¨®n, entre intereses nuevos y horizontes viejos, ampliando cada vez m¨¢s su discurso, haci¨¦ndole trascender m¨¢s all¨¢ del puro ceremonial del sexo.
El imperio de los sentidos, entre el esc¨¢ndalo y la franca aceptaci¨®n, consigui¨® barrer literalmente el cine er¨®tico de Europa y Am¨¦rica hasta dejarlo reducido a mera ilustraci¨®n de aficionados al sexo. En su filme, ¨¦ste ocupa el lugar que le corresponde. En ¨¦l sobran an¨¦cdota y, por supuesto, justificaciones.
Esta epopeya del amor total, comparada a la cual Marlon Brando y su famoso Tango son algo as¨ª como un paseo por el bosque de Boulogne, ten¨ªa que enfrentarse fatalmente con las consabidas administraciones. Su ¨²ltima batalla la libra a¨²n hoy con la censura espa?ola, esa Administraci¨®n que a cambio de permitir tantas horas de basura er¨®tica impide al p¨²blico admirar esta obra maestra, a no ser que acuda a los consabidos festivales.
Admitida esa divisi¨®n entre ciudadanos de primera y segunda er¨®ticamente hablando, ahora nos llega este otro Imperio de la pasi¨®n, dedicado a los segundos, y en el que por paradoja, la pasi¨®n aparece dulcificada, envuelta en los artificios de una fotograf¨ªa espl¨¦ndida, gratuita a ratos, con una an¨¦cdota centrada en un siglo indefinido y en torno a una historia de amor y un alma en pena que no conseguir¨¢ reposo en tanto la justicia no caiga sobre la pareja de verdugos y amantes.
Sin embargo, tales im¨¢genes, leyendas, incluso su ruptura de los modos de narraci¨®n tradicionales, no nos hacen olvidar al otro Oshima agrio, duro, violento, apasionado, en el que el genio aflora a cada instante, ese realizador siempre en lucha con la sociedad en torno y al que esa sociedad con sus trampas y trabas habituales ha sofocado en esta ocasi¨®n, recort¨¢ndole las alas, reduci¨¦ndole en cierta medida a puras formas ornamentales.
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