La magia vital de Carlos Edmundo de Ory
?A m¨ª que no me comparen con nadie, ya ni siquiera con Carlyle; s¨®lo, en todo caso, con tres o cuatro nombres: Johnson, Shakespeare, Lutero...? (Diario de Ory, 2 de marzo de 1947).A Ory le hubiese encantado cantar admirablemente canciones rusas. Como un socialista, en Crimea, que ?iba descalzo, con una blusa de campesino, sin cintur¨®n y con el cuello abierto?, y que ?ten¨ªa la cara ani?ada, pero con barba -mezcla de ni?o y de mono-?. Es la descripci¨®n que, hallada en un cuento de Gorki, ilustra seg¨²n Ory, su propio retrato. Desgraciadamente Ory no puede cantar admirablemente, y no ha escuchado a¨²n esas canciones espa?olas que necesitar¨ªa cantar.
C. E. Ory, sin embargo -hasta hace bien poco-, era pr¨¢cticamente un desconocido en el campo de las letras espa?olas. Fue en 1970, con la publicaci¨®n de una antolog¨ªa de su obra a cargo de F¨¦lix Grande, cuando se inici¨® una labor de redescubrimiento y reconocimiento de este poeta que, sin renunciar a aquellos sublimes prop¨®sitos del Postismo, ha ido afirmando, cada vez m¨¢s, una voz personal, y tal vez ¨²nica, en la l¨ªteratura espa?ola.
Carlos Edmundo de Ory
Energeia (Poes¨ªa: 1940-1977) Plaza y Jan¨¦s. Barcelona, 1978.
As¨ª, Energeia, el ¨²ltimo libro de poemas publicado por Ory en Espa?a, ofrece dos caracter¨ªsticas sobresalientes, respecto a precedentes antolog¨ªas. Se trata, por un lado, de una obra que ?agrupa, bajo un t¨ªtulo unitivo, un conjunto de libros?, pero que, a diferencia de las antolog¨ªas, ?procura aprehender la correlaci¨®n de los diversos ciclos en su movimiento temporoespacial?. Se trata, por otro lado, de la obra que nos desvela el cap¨ªtulo m¨¢s fresco a¨²n de la aventura po¨¦tica de Ory.
Energeia se abre con una introducci¨®n de su autor, que tiene por protagonista a Don Juan, el singular personaje de Castaneda. ?Ficci¨®n, realidad?, poco importa, sugiri¨® Octavio Paz. Toda la introducci¨®n de Ory est¨¢, pues, destinada a destacar el papel preponderante de la imaginaci¨®n y del sue?o en su obra y en su vida, el poder de armar los sue?os de algunos poetas que, sin ser brujos, ?odiaron suficientemente la descripci¨®n del mundo apa?ada por la conciencia adquirida en el reino hominal, dado por objetivo y revelado cient¨ªficamente por el conocimiento f¨¢ustico... Ellos trajeron -prosigue nuestro escritor- mensajes extra?os del antimundo o de otros mundos, recibiendo sin cesar influencias que lindan con la m¨¢s descabellada fantas¨ªa alimentando la imaginaci¨®n?. Ory es un poeta que no ha cesado de viajar, de conocer mundos nuevos, a trav¨¦s de su propia experiencia o de sus lecturas (y no es que ¨¦stas dejen de ser experiencia vital asimismo). No es extra?o, por tanto, que un poeta de una gran cultura cl¨¢sica, pero de una sorprendente vitalidad, haya arribado a los m¨¢rgenes de Castaneda, de Jimmy Hendrix, etc¨¦tera, con m¨¢s amplitud: a los m¨¢rgenes de la cultura viva de nuestro tiempo. No es extra?o, pues, que Ory hable en un poema de ?su cabaret zen?, porque el esp¨ªritu del zen concede una grand¨ªsima importancia a ?lo espont¨¢neo sometido a lo consciente?, o, mejor a¨²n, al fin y al cabo ¨¦se era un pensamiento de J. R. Jim¨¦nez, a los actos del ser humano que revelan una completa armon¨ªa entre consciente e inconsciente, y que, por tanto, pueden ser ejecutados sin pensar.
?Componentes de Ory?: vitalidad, magia, ¨¢nimo l¨²dico. El rapto a lo sensual, en mi opini¨®n, ha ido haci¨¦ndose con el paso de los a?os, m¨¢s seguro, m¨¢s feliz, m¨¢s duro: menos ret¨®rico; las palabras se hacen m¨¢s sensuales, adquieren objetivos m¨¢s precisos, se difuminan menos en el ¨¢rea del lenguaje que en el de la sensualidad. Dicho de otro modo, toda la dispersi¨®n del lenguaje se concentra ahora mejor en los sentidos. Ory parece quiz¨¢ en sus ¨²ltimos, a?os m¨¢s cerca de un ¨ªmpetu dionis¨ªaco citando a Jimmy Hendrix, a Little Johny Woods, que antes componiendo sus poemas postistas.
A este respecto, ser¨ªa quiz¨¢ interesante anotar lo que Chicharro dijo en cierta ocasi¨®n a Ory: ?Creo que usted escribe y hace su arte movido s¨®lo por la voluntad; es decir, no por una necesidad de su propia vida, por algo vital. Usted desea lo que desea su voluntad.? La frase procede de 1948, y aunque siempre se hace dif¨ªcil la interpretaci¨®n de una frase, creo que Chicharro no dir¨ªa hoy ya exactamente eso. S¨®lo, tal vez, en conveniencia de mi propia disgresi¨®n debo a?adir que la afirmaci¨®n es cierta para muchos individuos imaginativos. A medida, sin embargo, que la imaginaci¨®n se va llenando de cosas, se va cargando de experiencia, como en el caso de Ory, el hara, el centro del ser -asentado, seg¨²n los japoneses, unos tres dedos por debajo del ombligo- se va convirtiendo en algo natural, que existe en ¨ªntima armon¨ªa con el universo, se vuelve a respirar como los ni?os, con el vientre: ?Tambi¨¦n yo me mov¨ª con mag¨ªstral misterio / hasta acercarme al centro del jard¨ªn. / Lo arcaico de esta noble realidad / de este abismo dorado de abejas.? Este es el Ory feliz de Variaci¨®n sobre un viejo tema, suficientemente expl¨ªcito, en 1977, en Amiens. Este Ory que sigue, uno m¨¢s antiguo: ?Te dije que vinieras conmigo al parque triste, / pero t¨² me mirabas callada todav¨ªa. / Como piedras preciosas del mar en el crep¨²sculo / tus ojos quiero ver penetrando los sue?os.? Alrededor de 1955 Ory sali¨® definitivamente de Espa?a. Incre¨ªblemente inquieto, nuestro delgad¨ªsimo personaje no se limit¨® ¨²nicamente a la fundaci¨®n del Postismo. En 1951 public¨® el manifiesto de poes¨ªa-pintura denominado Introrrealismo; en 1967 fund¨® en Amiens (su lugar m¨¢s fijo de residencia desde 1955), L'Atelier de Po¨¦sie Ouverte. Y ya a partir de esa d¨¦cada el nombre de Ory comienza a ser respetado. El excelente poeta catal¨¢n Pere Gimferrer coment¨® en un art¨ªculo la sorprendente riqueza idiom¨¢tica de Ory: su variedad de ritmos, la soberana perfecci¨®n de su arquitectura po¨¦tica. M¨¢s tarde, en 1970, Guillermo Carnero recuerda como Ory, en su opini¨®n, poeta infinitamente superior a Chicharro, fue durante la posguerra un contrapunto de vital humor en las cuestiones trascendentes y teol¨®gicas que con tanta solemnidad abordaron gran parte de poetas espa?oles.
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