Ineficacia y burocratizaci¨®n, problemas de fondo de las oficinas de empleo
A la cola de General Pardi?as, que ya no es tal cola (y no porque haya disminuido el n¨²mero de parados) acuden diariamente centenares de personas. La joven y fr¨¢gil democracia no pod¨ªa permitirse el lujo de mostrar, como anta?o, largas filas de desocupados aguardando turno para acceder a la oficina de empleo, ocupando durante todo el d¨ªa las aceras del barrio de Salamanca. Los servicios se han descentralizado -hoy existen 406 oficinas fijas, 2.303 puntos itinerantes de atenci¨®n y 147 corresponsal¨ªas (puntos fijos de reducido horario)-, pero los problemas de fondo y de falta de eficacia subsisten.?Lo que hay es mucho enchufe y mucha corrupci¨®n?, sentenciaba un parado del metal en la oficina de empleo. El acud¨ªa all¨ª, agotado el subsidio, ?por llamar a todas las puertas?, pero sin demasiadas esperanzas de que le proporcionen faena. Este escepticismo de los trabajadores hacia las oficinas de empleo no es menor -aunque s¨ª diferente- al que mantienen los empresarios: ?El trabajo es un mercado como otro cualquiera, como el de capitales, y no tiene por qu¨¦ estar monopolizado por la Administraci¨®n. Es un servicio car¨ªsimo e ineficaz.?
Las oficinas y el mercado de trabajo
Aunque el ¨ªndice de penetraci¨®n en el mercado de trabajo alcanza una media mensual del 21,2 %, seg¨²n fuentes directivas del SEAF-PPO, funcionarios del servicio estimaban que de cada cien personas que se apuntan en las oficinas de empleo, s¨®lo quince logran obtener un empleo en el per¨ªodo que les cubre el subsidio. Y de ellas, ¨²nicamente tres o cuatro cubren las denominadas ofertas innominadas de trabajo. El resto, las otras doce o trece personas, en muchos casos no llegan a estar realmente parados. Se trata de cambios de colocaci¨®n, de movilidad laboral, que por requisitos legales o por conveniencia del interesado pasan por las oficinas de empleo y alimentan las estad¨ªsticas.
Por otra parte, y aunque no existen datos reales, se estima en fuentes del SEAF-PPO, extraoficialmente, que s¨®lo el 15 % de las colocaciones que se producen en Espa?a pasan por las oficinas de empleo. Por esas mismas oficinas que registran estad¨ªsticas casi millonarias en desempleados.
El convencimiento general de la ineficacia de las oficinas de colocaci¨®n, la falta de confianza de los trabajadores en las mismas, las ha convertido en meros registros de subsidios. El trabajador en paro, aunque acuda a ellas ?por llamar a todas las puertas?, enfoca sus gestiones de colocaci¨®n por este orden: familiares o amigos (?mira a ver si sabes de alg¨²n empleo para m¨ª cu?ado, que se ha quedado sin trabajo?), directamente (?yendo por las obras, a ver si en alguna me quieren?), o a trav¨¦s de los anuncios de prensa (La Vanguardia, de Barcelona, y el diario Ya, de Madrid, son los preferidos por el parado, por sus secciones de anuncios por palabras).
Junto al escepticismo, las oficinas de empleo despiertan en el parado irritaci¨®n. ?Vienes aqu¨ª y te torean. Te mandan de un lado para otro y te hacen perder la ma?ana en persecuci¨®n del papel o el impreso que siempre te falta cuando ya has conseguido el anterior.? A veces se escuchan palabras gruesas, en las oficinas, dirigidas al funcionario o funcionaria del SEAF, que telefonea a alg¨²n lado o comenta algo a alg¨²n compa?ero, desatendiendo por unos instantes a las personas que acuden a la misma. Para muchos parados, estos funcionarios son unos enchufados que tienen trabajo, mientras ellos no, y encima les tratan con altivez. ?iY que el sueldo se lo estamos pagando todos! Pero aqu¨ª, en cuanto dices una palabra m¨¢s alta que otra, tienes al lado el guardia de la puerta.?
Tambi¨¦n existe, entre los parados, una aut¨¦ntica leyenda negra alrededor de las oficinas de empleo, que hay quien incluso sigue identificando y confundiendo con el mism¨ªsimo sindicato vertical. La creencia de que existen listas negras de los empresarios, que vetan la colocaci¨®n de muchos trabajadores, el convencimiento de que las oficinas sirven los intereses de la patronal y de que es imprescindible tener recomendaciones o padrinos para que te den un empleo, est¨¢n muy extendidos entre los parados.
Ahogados en la burocracia
La descoordinaci¨®n entre la pol¨ªtica de formaci¨®n profesional y la gesti¨®n de empleo, y el aparato burocr¨¢tico, han contribuido, en buena medida, a la formaci¨®n de esta imagen de ineficacia y fraude de las oficinas de empleo. Los subsidios, en 1977, han tardado un promedio de dos a tres meses en ser satisfechos a los parados beneficiarios. En algunas ocasiones, ?por el barullo que existe en el INP y en las oficinas de empleo?, se ha seguido cobrando meses despu¨¦s de haber encontrado trabajo. La honradez de los propios beneficiarios ha puesto al descubierto en varias ocasiones este descontrol.
Descontrol que tambi¨¦n es criticado severamente por empresarios y trabajadores. Los empresarios se quejan del ?maremagnum de nomenclaturas de oficios? con que trabajan las oficinas, y algunos parados han puesto de manifiesto c¨®mo las oficinas de empleo les han enviado, y han tenido que ir para no perder el subsidio, a los centros de trabajo en que hab¨ªan sido despedidos o a empleos que nada ten¨ªan que ver con su profesi¨®n o sus condiciones (a un carpintero lo enviaron a una empresa donde necesitaban sastras para taller de confecci¨®n).
Esto explica que la mayor parte de los contratos de trabajo no pasen por las oficinas de empleo, que las ofertas en prensa diaria sigan desconociendo en buena parte la obligaci¨®n de estar visadas por el SEAF-PPO, y que la propia Administraci¨®n proceda en m¨²ltiples ocasiones a contratar el personal que necesita al margen de las oficinas de empleo.
Fraude y picaresca
La excesiva burocratizaci¨®n y el descontrol no s¨®lo han repercutido en la baja calidad de gesti¨®n del sistema de empleo, sino que tambi¨¦n han contribuido a la existencia de una situaci¨®n de fraude generalizado. Sectores como la construcci¨®n (caso de las subcontratas sucias y los pistoleros; v¨¦ase EL PA?S del 12 de octubre ¨²ltimo), el transporte (veh¨ªculos de alquiler piratas y ch¨®feres subsidiados), la hosteler¨ªa y el calzado (el 30 % de los trabajadores a domicilio y numerosas empresas clandestinas, como las denunciadas este mismo a?o por los sindicatos en Elche y Elda) son, apenas, unos peque?os ejemplos del mercado de trabajadores subsidiados que funciona en Espa?a. En Barcelona, en los muelles, existe, seg¨²n todos los indicios, una oficina paralela de empleo.
M¨¢s anecd¨®tico a¨²n, aunque sintom¨¢tico de este r¨ªo revuelto de la picaresca que es el paro en Espa?a, es la pr¨¢ctica habitual de las chapuzas y la detecci¨®n en Andaluc¨ªa, hace no demasiados meses, de un alcalde de un pueblo que se costeaba la querida con el subsidio de desempleo (cotizaba por ella seis meses a la Seguridad Social cada vez que conclu¨ªa el per¨ªodo de prestaciones).
M¨¢s de 10.000 millones mensuales para desempleo
Y es en este marco en el que se distribuyen los 10.000 millones de pesetas largos, promedio mensual, con que los contribuyentes subvencionamos los subsidios del paro. Unos subsidios que, por otra parte, s¨®lo alcanzan a menos de la mitad de los desempleados.
Las elevadas cifras que ha alcanzado este cap¨ªtulo de subsidios desborda las aportaciones de las cuotas empresariales (unos 5.000 millones mensuales) y de los trabajadores (menos de mil millones), debiendo arbitrar el Gobierno otros fondos del Estado para hacer frente a las obligaciones en el seguro de paro.
Urge el control de los servicios de empleo
Todas las centrales sindicales, sin excepci¨®n, han reivindicado su participaci¨®n en la gesti¨®n y control de los organismos y fondos de la pol¨ªtica de empleo. La Administraci¨®n ha dado pasos, aunque contradictorios, para poner fin a la pol¨ªtica, m¨¢s paternalista que eficaz, que ha caracterizado este sector durante a?os. La creaci¨®n del Instituto Nacional de Empleo supone unificar una gesti¨®n, hasta este a?o desperdigada entre m¨²ltiples departamentos ministeriales, que permitir¨¢ racionalizar las acciones e influir con alg¨²n peso en el, mercado de trabajo. La presencia de centrales sindicales y patronales en sus ¨®rganos directivos supone no s¨®lo una garant¨ªa contra el fraude, sino la posibilidad de conocer mejor el mercado de trabajo para poder actuar eficazmente sobre ¨¦l.
Esa misma Administraci¨®n, sin embargo, como denuncian re¨ªteradamente CCOO y UGT, contin¨²a excluyendo del seguro de desempleo a los trabajadores aut¨®nomos, a los trabajadores por cuenta ajena de la agricultura y a determinados colectivos profesionales (representantes de comercio, toreros y futbolistas, escritores, empleados del servicio dom¨¦stico, entre otros).
A esto habr¨ªa que unir la pr¨¢ctica congelaci¨®n, aunque el paro se estima que aumentar¨¢, de las cantidades presupuestadas para subsidios al desempleo en 1979 y el rechazo por el Parlamento, donde UCD es la minor¨ªa mayoritaria, de la propuesta de ley sobre el paro presentada por el PSOE, que ampliaba la cuant¨ªa de las prestaciones (actualmente se cobra el 75 % sobre el salario base) y el colectivo susceptible de acogerse al seguro de paro.
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