La neutralidad y la pol¨ªtica exterior: el "equilibrio ib¨¦rico" / y 2
(Comisi¨®n Internacional del PSOE)La opci¨®n de Espa?a en pol¨ªtica exterior deber¨ªa ser la neutralidad. En nuestra opini¨®n no cabe duda sobre tal opci¨®n, aunque s¨ª respecto al grado, forma y matices de la misma. Es tambi¨¦n la opini¨®n del PSOE expresada en nuestro XXVII Congreso mediante la oposici¨®n a la pol¨ªtica de bloques. Ahora bien, partiendo de la irreversible realidad de que no es neutral quien quiere sino quien puede (si bien el nivel de esfuerzo que se ponga en el empe?o influye), creo que es necesario hablar de una estrategia y de una t¨¢ctica de la neutralidad. La neutralidad preconizada para Espa?a ha de ser un objetivo estrat¨¦gico, para conseguir el cual hay que crear las condiciones precisas (t¨¢cticas) que vayan desbrozando el camino. Ni el PSOE ni nadie con un m¨ªnimo de seriedad pol¨ªtica puede reivindicar para nuestro pa¨ªs la neutralidad autom¨¢tica. Ser¨ªa ignorar la ubicaci¨®n geopol¨ªtica de la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Hay que hablar de una v¨ªa hacia la neutralidad. O si se prefiere de una neutralidad ideal y de una neutralidad posible. La posible es la inmediata, la real (todo lo que sea posible arrancar a la coyuntura geopol¨ªtica presente). La ideal, sin embargo, puede. convertirse en real en el futuro. Estas matizaciones tienen un sentido especial al referirlas a pa¨ªses como Espa?a que, en la actualidad, se hallan plenamente integrados en el ?sistema defensivo occidental?.
A largo plazo y en relaci¨®n con el ¨¢rea en que se plasmar¨ªa de un modo m¨¢s efectivo nuestra neutralidad, la neutralidad ideal coincidir¨ªa con la final eliminaci¨®n de la hegemon¨ªa de las dos grandes potencias en el Mediterr¨¢neo y, posiblemente, con la efectiva neutralizaci¨®n y desnuclearizaci¨®n del Mare Nostrum.
La neutralidad posible, ahora, podr¨ªa consistir en el fomento activo de la distensi¨®n en el ¨¢rea, mediante una mayor vinculaci¨®n y relaciones econ¨®micas m¨¢s justas entre ambas riberas del Mediterr¨¢neo. En resumen, la progresiva realizaci¨®n de la neutralidad posible (t¨¢ctica de la neutralidad) nos acercar¨ªa paulatinamente a la neutralidad real (estrategia de la neutralidad).
El ?equilibrio ib¨¦rico?
Ayer consider¨¢bamos el concepto y caracter¨ªsticas del ?equilibrio n¨®rdico? que opera en Escandinavia: dos pa¨ªses integrados en la OTAN (Noruega, Dinamarca), uno que practica la neutralidad permanente basada en una decisi¨®n pol¨ªtica (Suecia) y otro, igualmente part¨ªcipe de la neutralidad permanente sobre base pol¨ªtica -no jur¨ªdica, ni constitucional-, pero con un especial Tratado de Amistad, Cooperaci¨®n y Asistencia Mutua con la Uni¨®n Sovi¨¦tica (Finlandia).
En una situaci¨®n como la descrita y en un momento agudamente conflictivo es obvio que Suecia se inclinar¨ªa hacia Occidente y Finlandia, probablemente, hacia Oriente (o m¨¢s bien ambos pa¨ªses ser¨ªan forzados a ello, por uno y otro bloque). Pero por momento ?agudamente conflictivo? entiendo una situaci¨®n que roza o es ya la confrontaci¨®n directa -probablemente en Europa- entre uno y otro bloque antag¨®nico, lo que afortunadamente no es una situaci¨®n corriente. La ventaja del ?equilibrio n¨®rdico? para Suecia y Finlandia, para Escandinavia, para las relaciones internacionales en Europa y, en definitiva, para la pol¨ªtica de paz que el socialismo democr¨¢tico debe fomentar, estriba en que tal equilibrio beneficia el no fortalecimiento de la pol¨ªtica de bloques antag¨®nicos, objetivo prioritario a conservar en el camino conducente a la modificaci¨®n definitiva (aunque no inmediata) de las estructuras de la sociedad internacional de nuestro tiempo.
Salvando las necesarias distancias, ?por qu¨¦ no patrocinar para Espa?a algo similar? En la l¨ªnea del ?equilibrio n¨®rdico? podr¨ªa propiciarse para la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica y, en general, para el sur de Europa, un ?equilibrio ib¨¦rico?. Y no tiene por qu¨¦ ser extraordinariamente dif¨ªcil convencer a las dos superpotencias (incluida ?nuestra potencia hegem¨®nica?, los EEUU) de que tal posici¨®n favorece la distensi¨®n y no debilita (pero tampoco fortalece) el actual sistema de alianzas en Europa. Tal equilibrio no da?a los actuales intereses estrat¨¦gicos de ninguna de las dos superpotencias y desde luego no los de Estados Unidos (con los cuales, guste o no, hemos de contar durante largo tiempo para consolidar nuestro margen de autonom¨ªa).
Pero lo m¨¢s importante es que el ?equilibrio ib¨¦rico? (en el que Espa?a, con los imprescindibles matices, jugar¨ªa en el sur de Europa un papel mixto entre Suecia y Finlandia) har¨ªa posible lo para nosotros m¨¢s importante: consolidar nuestra independencia y soberan¨ªa nacionales, poner en pr¨¢ctica un muy decente grado de autonom¨ªa en nuestras relaciones internacionales (con el Mediterr¨¢neo, ?frica y Am¨¦rica Latina, especialmente) y contribuir dignamente a la, distensi¨®n y al definitivo cambio de estructuras del sistema internacional. Todo ello beneficiar¨ªa, sin duda, el verdadero inter¨¦s nacional de Espa?a.
Los componentes de este tablero ib¨¦rico, en primer o segundo grado, ser¨ªan, por un lado, Portugal, Francia e Italia, que ya est¨¢n integrados en la OTAN, si bien a distinto nivel en el caso franc¨¦s (aunque ello no afecta a la capacidad defensiva de la Alianza Atl¨¢ntica a la hora de la verdad) y, por otro, Espa?a, que continuar¨ªa fuera de la OTAN, pero manteniendo (aunque reform¨¢ndolo) el Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n de Amistad con Estados Unidos.
El paralelismo entre el ?equilibrio n¨®rdico? y el ?equilibrio ib¨¦rico? propuesto, es evidente: Finlandia, con su Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n con la URSS y Espa?a con el suyo con EEUU. Si el n¨®rdico funciona a la perfecci¨®n, ?por qu¨¦ no puede funcionar un equilibrio ib¨¦rico? ?A qu¨¦ puede temer Occidente, la OTAN, en suma, EEUU? ?M¨¢xime cuando -a diferencia de Finlandia, que no tiene bases ni tropas sovi¨¦ticas en su territorio- nosotros tenemos bases y tropas norteamericanas en el nuestro? El PSOE est¨¢ (XXVII Congreso) por la desaparici¨®n de todas las bases militares extranjeras en el territorio nacional, pero es de elemental sentido com¨²n que tal objetivo no es a corto plazo.
Estoy convencido de que tal f¨®rmula es, desde una ¨®ptica socialista, pol¨ªticamente correcta y estrat¨¦gica y geopol¨ªticamente, realizable. Y lo que es m¨¢s: se trata de la ¨²nica posibilidad para Espa?a -pa¨ªs de desarrollo econ¨®mico intermedio y con muy atractivos lazos culturales con el mundo ¨¢rabe y latinoamericano- de desplegar en esas ¨¢reas una pol¨ªtica internacional que, sirviendo de nexo verdadero entre las mismas y Europa occidental (a la que cultural y econ¨®micamente pertenecemos), promueva eficazmente la cooperaci¨®n e intercambios humanos, pol¨ªticos y econ¨®micos, encaminados a la decidida construcci¨®n de un nuevo y justo orden internacional, en el que nuestro pa¨ªs no s¨®lo podr¨¢ hacer gala de participar con plena legitimidad, sino tambi¨¦n ser beneficiario del mismo.
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