Una decisi¨®n l¨®gica
AL FINAL Su¨¢rez no ha hecho m¨¢s que lo que ten¨ªa que hacer. Lo que la l¨®gica pol¨ªtica, de un lado, y la psicolog¨ªa del poder, del otro, estaban demandando. Toda vez que se hab¨ªa obviado definitivamente la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n con car¨¢cter provisional, una situaci¨®n como la nuestra era absolutamente ingobernable sin la clarificaci¨®n de unas elecciones generales. Y eso por m¨¢s que los sondeos y los expertos insistan en que no ha de variar el cuadro pol¨ªtico general. Las Cortes Constituyentes no deb¨ªan ser prolongadas ni un d¨ªa m¨¢s en su funci¨®n una vez promulgada la propia Constituci¨®n. Por un lado, la composici¨®n del Senado, como sus funciones, han sido notablemente modificadas por ¨¦sta; por el otro, los partidos podr¨¢n concurrir a las nuevas elecciones en una situaci¨®n pol¨ªtica infinitamente m¨¢s transparente que la de junio de 1977. Y a quienes se muestren esc¨¦pticos ante las urnas se les podr¨ªa recordar la sorpresa reciente en Venezuela, donde el partido de la oposici¨®n ha ganado, contra todo pron¨®stico, al del poder.Si son verdad los rumores que se?alan a algunos buenos amigos de Su¨¢rez como asesores de la campa?a del candidato perdedor, es de suponer que el presidente acuda a los comicios pertrechado de mejores ayudantes.
La convocatoria electoral implica un riesgo para Su¨¢rez, pues aunque no es probable que UCD pierda las elecciones, cabe en el marco de lo posible. Cualquier especulaci¨®n, sin embargo, a estas alturas sobre los resultados parece m¨¢s que prematura. Hace falta conocer antes los pormenores de los programas de cada partido, que deben darse prisa en concretar sus alternativas y procurar huir de las generalidades a que nos tienen acostumbrados. La campana va a ser, sin duda alguna, m¨¢s virulenta que las otras que hemos conocido desde el comienzo del nuevo r¨¦gimen, y quiz¨¢ deba ser as¨ª, pues resulta incomprensible esta man¨ªa que tenemos los espa?oles de suponer que la democracia es un r¨¦gimen fabricado exclusivamente de sonrisas. cuando resulta que es un sistema civilizado de abordar los conflictos y las tensiones, nunca de obviarlos. No obstante, se asegura que alg¨²n tipo de pacto subterr¨¢neo ha sido establecido para limitar los ?efectos destructores de la propia campa?a?.
El riesgo que corre Su¨¢rez, sin embargo, es el menor de los que podr¨ªan acecharle. Si hubiera ido a la investidura, con el precario apoyo de la minor¨ªa catalana y la ayuda ?desde fuera? de los comunistas, la fragilidad estructural de este Gobierno -que anteanoche negara c¨ªnicamente el vicepresidente Abril en televisi¨®n- se habr¨ªa hecho perdurable. Pero s¨®lo hasta la celebraci¨®n de las municipales, que de ganarlas significativamente la Izquierda hubieran arrastrado al presidente a una convocatoria de legislativas en situaci¨®n bastante peor que la de ahora: abrumado por la discusi¨®n nada sencilla de los estatutos de autonom¨ªa y presionado por la protesta y el cansancio social que la austeridad econ¨®mica acabar¨¢n provocando.
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Estos dos meses que median hasta la celebraci¨®n de las elecciones generales est¨¢n, sin embargo, sembrados de peligros mayores para todos, y no s¨®lo para el presidente. La izquierda no puede permitirse bajar el tono de sus reivindicaciones sociales, puestas de relieve en la actual negociaci¨®n en las empresas. El di¨¢logo sobre los convenios va a verse as¨ª enormemente politizado, lo que enrarecer¨¢ a¨²n m¨¢s la situaci¨®n econ¨®mica. La capacidad de negociaci¨®n, sin demagogias ni debilidades de nuestros sindicatos y la flexibilidad de di¨¢logo, sin debilidades ni demagogias, de nuestros, empresarios, va a ser puesta a prueba por vez primera seriamente. Por lo dem¨¢s, la tentaci¨®n gubernamental de producir sesenta d¨ªas de cierta laxitud econ¨®mica, proponiendo un relanzamiento ficticio, que alegre las esperanzas de los ciudadanos y atraiga el voto hacia UCD es m¨¢s que preocupante. En dos meses se pueden destrozar bastantes de las cosas realizadas -con harto esfuerzo de todos- en la econom¨ªa espa?ola.
Pero el verdadero gran peligro sobre el que deben vigilar estrechamente el Gobierno y los partidos es el aprovechamiento del par¨¦ntesis pol¨ªtico hasta el 28 de febrero por los grupos terroristas y los partidarios de la violencia. En el Pa¨ªs Vasco resulta de perentoria necesidad la legalizaci¨®n inmediata de todos los partidos pol¨ªticos, incluso los abiertamente independentistas, con tal de que claramente abdiquen de la violencia en sus m¨¦todos. Es preciso que, las primeras elecciones de la democracia espa?ola se celebren en medio de una escrupulosa igualdad de oportunidades. El descontento perceptible en los sectores vascos y catalanes, por el retraso de la discusi¨®n y promulgaci¨®n de los estatutos de autonom¨ªa, al disolverse las Cortes, no debe ser tampoco echado en saco roto ni menospreciado por el poder. Este, por ¨²ltimo, no puede llegar a las elecciones sin haber despejado las muchas inc¨®gnitas que la ?operaci¨®n Galaxia? ha dejado en las mentes de los espa?oles. Cualquier sombra de duda sobre la correcta aplicaci¨®n de la disciplina en las Fuerzas Armadas despu¨¦s de un hecho tan grave -constante y sospechosamente minimizado por las voces de la ultraderecha- debe ser desterrada.
Sobre las elecciones legislativas se van a producir, adem¨¢s, las municipales. Aqu¨ª s¨ª que el mapa pol¨ªtico se modificar¨¢ profundamente; tanto que van a tener que trabajar en ¨¦l no s¨®lo los ge¨®grafos, sino tambi¨¦n los ge¨®logos y alg¨²n experto en paleontolog¨ªa, capaz de identificar los or¨ªgenes de ciertos alcaldes todav¨ªa en ejercicio. A la virulencia en la campa?a de las generales, que es, a la postre, la propia de un di¨¢logo ideol¨®gico, estructural y bastante abstracto, habr¨¢ que sumar la inevitable controversia vecinal que las municipales traer¨¢n consigo. Aunque Su¨¢rez gane las elecciones generales, el resultado de los comicios en los ayuntamientos va a condicionar sobremanera su forma de gobernar en el futuro. Las municipales producir¨¢n unos efectos reales de difusi¨®n del poder y de la responsabilidad p¨²blica y, en definitiva, una democratizaci¨®n infinitamente m¨¢s profunda de la sociedad. La discusi¨®n sobre los propios proyectos auton¨®micos tomar¨¢ perfiles distintos si hay en Barcelona o en Bilbao un alcalde socialista, cosa nada improbable, y si los nacionalistas vascos y catalanes obtienen buenos resultados en los ayuntamientos.
Por ¨²ltimo, la pol¨ªtica exterior va a ocupar un lugar en la discusi¨®n pol¨ªtica interna, que hasta ahora le hab¨ªa sido vedado. Aunque se elabore, como es l¨®gico y deseable, una cierta soluci¨®n de consenso para estos grandes temas de Estado, la situaci¨®n en el norte de Africa, tras la muerte de Bumedian, y la visita del Rey a Marruecos, puede subir algunos grados de temperatura en los primeros meses del a?o entrante y hasta cambiar de signo. La precaria situaci¨®n en la que, entre el silencio oficial y las declaraciones de conveniencia, se vislumbran los horizontes de Ceuta y Melilla pueden saltar a un primer plano de actualidad antes de que acudamos a las urnas. Y antes tambi¨¦n se va a producir la visita a Espa?a de Fidel Castro y la del ministro Oreja a Mosc¨², en un intento de desbloquear las relaciones con el Este. Pensar que cosas como ¨¦sta van a ser desaprovechadas -en un sentido o en otro- por los protagonistas de la campa?a resulta absurdo.
Es imposible cerrar este comentario sin una alusi¨®n al hecho de que nos acercamos a uno de los per¨ªodos electorales m¨¢s decisivos de nuestra historia sin haber dado respuesta al problema de la Radiotelevisi¨®n estatal y sin una soluci¨®n convincente para ?a antigua Prensa del Movimiento. La utilizaci¨®n de estos medios durante toda la campa?a debe ser vigilada seriamente por las fuerzas pol¨ªticas, habida cuenta del uso descarado que UCD viene haciendo, en su propio provecho, de la peque?a pantalla. La experiencia tan deprimente del primer debate pol¨ªtico en directo entre el Gobierno y las fuerzas de la izquierda, protagonizado el jueves pasado por los se?ores Abril, Camacho y Redondo, pone adem¨¢s de relieve la necesidad de profesionalizar cuanto antes el. medio y no dejar caer en manos del conchaveo pol¨ªtico y la torpeza institucional lo que es un medio de comunicaci¨®n social para todos los espa?oles.
En resumen, vamos a tener un primer trimestre movido este a?o entrante de 1979. De ¨¦l se deben derivar, y es de esperar que as¨ª sea, un Gobierno s¨®lido y una estructura pol¨ªtica estable que permitan durante los pr¨®ximos cuatro a?os abordar las soluciones de los graves problemas que tiene planteados nuestro pa¨ªs. Ojal¨¢ que la decepci¨®n popular ante las maniobras de la clase pol¨ªtica y la baja perceptible de entusiasmo por la democracia, que el aumento del desempleo y las dificultades econ¨®micas han producido en las clases populares, sean superadas por la imaginaci¨®n de nuestros l¨ªderes. Si es as¨ª, podr¨¢ modificarse el alto signo de abstenci¨®n en las votaciones producido en el refer¨¦ndum constitucional. Esta lucha contra el abstencionismo debe ser una de las primeras y m¨¢s notorias preocupaciones de todos los partidos si se quiere ofrecer un futuro estable y consolidado de libertades a nuestro pa¨ªs.
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