Agricultura del 78: los frutos del consenso
Varios factores han contribuido a cerrar, por primera vez desde hace tiempo, un a?o agr¨ªcola bueno en lo econ¨®mico, en lo pol¨ªtico y dir¨ªamos tambi¨¦n en lo social si no fuera por las brigadas de jornaleros en paro que siguen deambulando por las plazas de los pueblos del Sur.A la cabeza de los factores que han permitido la consecuci¨®n de resultados positivos figuran, sin lugar a dudas, las condiciones climatol¨®gicas favorables que imperaron durante el a?o, a excepci¨®n de algunas cat¨¢strofes locales que ocurrieron en el verano. Aunque sea un t¨®pico, hay que resaltar ante el lector urbano que la agricultura es un negocio a la intemperie y que para cerrar el a?o con m¨¢s de un 8% de crecimiento real en la producci¨®n el campesino ha tenido que mirar muchas veces al cielo y superar con ¨¦xito gran n¨²mero de sobresaltos y temores. Las cosechas de los principales cultivos han sido inmejorables y alguna de ellas, como la cebada, han batido toda clase de r¨¦cords.
Tiempo habr¨¢ de analizar con detalle la evoluci¨®n de resultados productivos; baste decir ahora que las rentas agrarias se han incrementado sustancialmente y que por primera vez en muchos a?os, la renta de los agricultores no ha sufrido un retroceso en. relaci¨®n con las de otros sectores. Lo que interesa en este breve balance es profundizar, como dec¨ªamos, en los factores que, al margen del clim¨¢tico, han influido en el buen a?o agr¨ªcola que se cierra y plantear someramente cu¨¢les son los temas pendientes que se arrastran para 1979.
En las negociaciones sobre la tabla de precios que se llevaron a cabo en el mes de marzo est¨¢ probablemente la clave de la evoluci¨®n posterior. All¨ª se sentaron organizaciones profesionales de agricultores m¨¢s o menos representativas, enviados de los ministerios implicados y el propio ministro de Agricultura, reci¨¦n nombrado por aquellas fechas. Era la primera vez que se ensayaba a negociar al margen de los antiguos sindicatos verticales y con todas las fuerzas que, en aquel momento, se consideraban presentes en. el sector. Lo que sali¨® de all¨ª fue una tabla de precios casi un¨¢nimemente aceptada y, lo que es m¨¢s importante, una especie de ?pacto de Atocha? para obrar, desde aquel momento, a trav¨¦s de algo muy parecido a lo que despu¨¦s se ha llamado ?consenso?. All¨ª se pusieron las bases para empezar a terminar con la desconfianza tradicional de los agricultores y ganaderos hacia la Administraci¨®n agraria; todos hablaron, todos cedieron y todos salieron beneficiados. La verdad es que no es extra?o que el sector agrario sea pionero en consensos porque.la situaci¨®n de la que se parte no permite, por el momento, mayores florituras de clase o de partido.
A partir del mes de marzo, las dos organizaciones m¨¢s representativas (Confederaci¨®n y Coordinadora) mostraron una gran sensatez de planteamientos que ha permitido un a?o de calma en los arcenes de las carreteras. Ha habido, eso s¨ª, ?guerras? parciales con objeto de presionar acciones del FORPPA y casi siempre referidas a productos destinados a la transformaci¨®n industrial. Y es que, como se ha dicho desde estas mismas p¨¢ginas, hay que dise?ar un FORPPA menos intervencionista, m¨¢s ejecutivo y, en definitiva, m¨¢s eficaz.
El pacto de colaboraci¨®n entre Administraci¨®n y organizaciones estuvo a punto de romperse con las famosas elecciones a c¨¢maras agrarias. Estaban muy recientes las antiguas hermandades franquistas y los sindicatos vieron y ven en ellas una clara amenaza para su propio desarrollo. Si no se eliminan pronto los antiguos resabios reivindicativos de las c¨¢maras, lo que se ha conseguido este a?o en el terreno de la mutua confianza podr¨ªa perderse en los primeros meses del 79. Las c¨¢maras pueden ofrecer servicios importantes en el medio rural, pero poco a poco y sin extralimitar sus funciones; s¨®lo as¨ª se ir¨¢n perdiendo los recelos que hay en contra de ellas.
Sin echar las campanas al vuelo, parece, pues, que el a?o se ha cerrado con calma y con sensatez, pero hay detonantes que pueden explotar en el que ahora empieza.
El primero de ellos es la discusi¨®n parlamentaria de dos leyes importantes previstas en los pactos de la Moncloa: la de arrendamientos r¨²sticos y la de fincas manifiestamente mejorables. En ambas, especialmente en la ¨²ltima, es de prever el tradicional enfrentamiento entre dos Espa?as; en su discusi¨®n van a hacerse fuertes, sin duda, los intereses terratenientes todav¨ªa muy importantes en el pa¨ªs, siendo claro, por otro lado, que los Partidos Socialista y Comunista han de dar su ?do de pecho? para incrementar su d¨¦bil implantaci¨®n en el campo. No va a ser f¨¢cil la transacci¨®n y mucho nos tememos que en el palacio de las Cortes se van a oir discursos muy parecidos a los pronunciados con ocasi¨®n de la ley de Reforma Agraria de la Rep¨²blica. Y eso que tal reforma no est¨¢ ni siquiera planteada.
Las acciones estructurales que estas dos leyes pretenden tienen como tel¨®n de fondo el problema del paro en las regiones del Sur; los sindicatos de jornaleros que all¨ª operan insisten una y otra vez en la gravedad del tema, sin que hasta ahora se hayan tomado por parte del Gobierno medidas inteligentes para afrontarlo. Los organismos inversores de agricultura (principalmente Iryda e lcona) podr¨ªan contribuir a paliar el paro estacional. Tambi¨¦n a trav¨¦s del fomento de los llamados cultivos ?sociales? puede conseguirse alguna mejora en la situaci¨®n; pero es ut¨®pico pensar que el sector productivo agrario pueda absorber la totalidad del paro rural. Es toda una labor de Gobierno -y muy particularmente del Ministerio de Trabajo- la que ha de enfrentarse con el tema, y los sindicatos tienen raz¨®n al decir que es un tema envenenado.
Otra de las grandes cuestione que habr¨¢ de afrontarse pronto en pol¨ªtica agraria es la regulaci¨®n sistem¨¢tica de la agricultura contractual. Los desajustes entre oferta y demanda de productos agr¨ªcolas perecederos no regulados son fuente incesante de conflictos entre productores y transformadores; el FORPPA es llamado una y otra vez a resolver precipitadamente tales conflictos, con lo que se entorpece su funcionamiento como organismo ordenador de producciones y se favorece una pol¨ªtica de parcheo que carece de futuro. Ligado con este tema se encuentra uno pol¨ªticamente m¨¢s escabroso, que es el de contar en ¨¦ste y en otros ¨®rganos de la Administraci¨®n agraria con representantes aut¨¦nticos de los agricultores; la desaparici¨®n de la organizaci¨®n sindical del r¨¦gimen anterior ha dejado vac¨ªos los asientos reservados por la ley a los representantes del sector en numerosos organismos agrarios. El reparto de dichos puestos entre las organizaciones profesionales, asociaciones y sindicatos no es f¨¢cil. Por eso sindicatos y Administraci¨®n han de reunirse pronto y solventar este asunto de una vez por todas, porque la pol¨ªtica agraria tiene que ser negociada con los interesados; no hay otra opci¨®n. Buen ejemplo de ello es el estancamiento, por falta de comunicaci¨®n, del tema de la seguridad social agraria; el Ministerio correspondiente ha de darse prisa en negociar porque el nivel de crispaci¨®n de los agricultores acerca de ello est¨¢ ya llegando a l¨ªmites peligrosos.
La etapa de transici¨®n a la democracia acaba al mismo tiempo que el a?o 78. El nuevo r¨¦gimen ha de conseguir lo que se ha logrado en todos los pa¨ªses civilizados del mundo: un medio rural habitable y una agricultura fuerte y eficaz. Para ello hay que aprobar, por fin, una pol¨ªtica agraria a medio y largo plazo que sirva de base general de actuaci¨®n para cualquier gobierno de los pr¨®ximos a?os; si se espera que la postraci¨®n del medio rural espa?ol sea superada mediante cortas actuaciones electoralistas del Gabinete de turno es que la sociedad de nuestro pa¨ªs no ha entendido todav¨ªa la cuesti¨®n agraria.
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