EI n¨²cleo del debate energ¨¦tico
Director de Hifrensa
El 26 de octubre el Pleno del Congreso comenzaba a discutir el Plan Energ¨¦tico Nacional, m¨¢s conocido por PEN, en un clima de gran expectaci¨®n. El n¨²cleo del debate iba a estar constituido por esa energ¨ªa nueva y misteriosa para muchos, cuyo origen es precisamente, el n¨²cleo del ¨¢tomo. Dada la gran importancia que ha de tener en el futuro de los pa¨ªses de Occidente, y del nuestro en particular, justo es que demos un amplio repaso a la controvertida energ¨ªa nuclear.
?C¨®mo empez¨® todo?
Al final de la d¨¦cada de los a?os treinta las investigaciones sobre el ¨¢tomo, y m¨¢s exactamente sobre el n¨²cleo que forma la parte central del ¨¢tomo, estaban en estado de efervescencia. Entre todos los laboratorios que distribuidos por los diversos pa¨ªses adelantados se dedicaban a este trabajo, cabe destacar el de Enrico Fermi, en Roma. Todo n¨²cleo radiactivo, al desintegrarse espont¨¢neamente —que ello significa ser radiactivo— produce la emisi¨®n de una part¨ªcula y, consecuentemente, el conjunto de las que componen su n¨²cleo cambia. Pero es precisamente este conjunto de part¨ªculas el que determina lo que un elemento es. As¨ª, el hierro, ese elemento tan conocido de todos y que forma la base de nuestros transportes que tanta energ¨ªa necesitan, es hierro porque su n¨²cleo tiene, precisamente, veintis¨¦is part¨ªculas de un cierto tipo llamadas protones. Si el hierro, en vez de guardarlas cuidadosamente, siempre a raz¨®n de veintis¨¦is por ¨¢tomo, fuese una persona descuidada y perdiese una sola de estas part¨ªculas de cada ¨¢tomo, dejar¨ªa autom¨¢ticamente de ser hierro para convertirse en manganeso. Por esto, los elementos radiactivos naturales que pudieron existir al principio de la formaci¨®n del mundo fueron desapareciendo al ir perdiendo part¨ªculas de las que los identificaban. Salvo en alg¨²n caso, como es el uranio, que aunque como toda persona cuidadosa tambi¨¦n las pierde de vez en cuando, ello le ocurre a un ritmo tan lento, que todav¨ªa queda mucho uranio esparcido por el planeta.
Fermi, lleg¨® a probar que, mediante el bombardeo del uranio con neutrones se hab¨ªa llegado a crear un nuevo elemento de n¨²mero at¨®mico superior al uranio. Este descubrimiento produjo un enorme inter¨¦s entre los cient¨ªficos y como resultado de las discusiones a que dio lugar se ampli¨® el inter¨¦s por los elementos transur¨¢nidos, es decir, los siguientes al uranio en la clasificaci¨®n peri¨®dica de los elementos.
Entre los investigadores m¨¢s destacados en este campo se contaban el matrimonio Joliot-Curie y Savitch, los cuales, en una de sus experiencias, llegaron a detectar un producto radiactivo que pensaron era un is¨®topo del actinio, pero que en realidad era el lantano, esto es, un producto de fisi¨®n. Aunque mediante an¨¢lisis qu¨ªmicos llegaron a darse cuenta de que el elemento hallado era similar al lantano, y no al actinio, no supieron apreciar el verdadero significado de su descubrimiento, que era, ni m¨¢s ni menos, la fisi¨®n del uranio. Por ello, la gloria del descubrimiento de la fisi¨®n nuclear no le cupo al matrimonio Joliot-Curie, sino a dos f¨ªsicos alemanes, Otto Hahn y F. Strassmann, que trabajando en el Instituto de Qu¨ªmica del Emperador Guillermo, en Berl¨ªn, al repetir los experimentos realizados por Fermi, llegaron a la conclusi¨®n de que ten¨ªa lugar la escisi¨®n del n¨²cleo del uranio en dos partes de masas m¨¢s o menos iguales, con liberaci¨®n de gran cantidad de energ¨ªa. Es esta energ¨ªa la que se utiliza para dos fines totalmente distintos: para causar la muerte, en forma de bomba at¨®mica, o para facilitar la vida al alimentar nuestras necesidades energ¨¦ticas. Al igual que el hierro, ese elemento a cuyo uso nadie se opone, puede utilizarse para construir ca?ones y bombas que producen la muerte o para construir puentes, ferrocarriles y autom¨®viles..., que tambi¨¦n causan la muerte. Me refiero a los ¨²ltimos, claro est¨¢, que a pesar de su capacidad homicida, son tan pr¨¢cticos que casi han llegado a caracterizar nuestra ¨¦poca actual, que tal vez sea designada por los historiadores futuros como la ¨¦poca del autom¨®vil.
En conclusi¨®n, si hemos de dar una fecha del nacimiento de la fisi¨®n nuclear, diremos que lo hizo a fines del a?o 1938 y qued¨® inscrita en el registro en 1939, al ser dada a conocer en un art¨ªculo de la revista Naturwissenchaften de enero de dicho a?o, cuyos autores eran los ya citados investigadores Hahn y Strassmann.
La realizaci¨®n del primer reactor nuclear
La inquietud pol¨ªtica que caracteriz¨® a aquellos a?os, en los que la inminencia de un conflicto mundial se hac¨ªa cada vez m¨¢s patente, dio lugar a que, al ser conocida la fisi¨®n del ¨¢tomo, algunos f¨ªsicos se apercibiesen del terrible poder destructivo que podr¨ªa lograrse mediante la construcci¨®n de una bomba que hiciese uso de este fen¨®meno. Y el temor a que los nazis llegasen a poseerla en breve plazo y pudiesen con ello implantar su dominio mundial es lo que llev¨® a Einstein a escribir la ya famosa carta al presidente Roosevelt, recomend¨¢ndole el lanzamiento de un programa que tuviese por fin la fabricaci¨®n de una bomba at¨®mica. El programa fue el hoy famoso Proyecto Manhattan. En cuanto a la carta, constituy¨® un motivo de amargura para Einstein durante los ¨²ltimos a?os de su vida. El, que fue ac¨¦rrimo defensor de las ideas pacifistas, no pudo nunca olvidar la destrucci¨®n creada por las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Como resultado de una parte de las investigaciones que se llevaron a cabo en Estados Unidos, Enrico Fermi conseguir¨ªa por primera vez en la historia, el 2 de diciembre de 1942, hacer funcionar un reactor nuclear en los s¨®tanos de la Universidad de Chicago. Este reactor, conocido como CP-1 (de Chicago Pile, ya que por entonces a este reactor nuclear se le denomin¨® ?pila?, al estar formado por un apilamiento de ladrillos de grafito), fue el primer antepasado de los m¨¢s de doscientos que funcionan hoy d¨ªa repartidos por el mundo. Sin embargo, el primog¨¦nito de los reactores nucleares, el primero que se construy¨® con fines de producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica, fue el de Calder Hall, en Inglaterra, inaugurado el a?o 1956. Con ¨¦l se entraba en la fase de la aplicaci¨®n pac¨ªfica de la fisi¨®n del ¨¢tomo.
La era de la tranquilidad
La inauguraci¨®n de Calder Hall, marca el comienzo de una ¨¦poca feliz para el desarrollo de las centrales nucleares. A partir de entonces se empezaron a construir y poner en marcha unidades destinadas a producir energ¨ªa el¨¦ctrica, repartidas por el mundo, con el benepl¨¢cito de todos, que vieron en esta utilizaci¨®n del ¨¢tomo su reivindicaci¨®n, al pasar de ser un objeto de destrucci¨®n a uno de bienestar y riqueza.
Es curioso, y los que hemos vivido estos a?os trabajando en este campo nos sorprendemos de ello, que el proceso de aceptaci¨®n o rechazo de la energ¨ªa nuclear ha sido contrario a lo ocurrido con otros inventos y aplicaciones. Hace un a?o, cit¨¦ los siguientes comentarios a la carrera automovil¨ªstica Par¨ªs-Madrid, aparecidos en la revista Blanco y Negro: en el n¨²mero del 23 de mayo de 1903.
??Dios ponga tiento en las manos de los chauffeurs y en las manivelas, en las ruedas y en los ejes de los autom¨®viles que van a tomar parte en la dislocante carrera de Par¨ªs a Madrid!
Cuando estas l¨ªneas se publiquen, la sobreexcitaci¨®n de los aficionados ser¨¢ tremenda y muy fundada. Los profanos ya vemos en lontananza terribles visiones de cabezas separadas del tronco y de miembros rotos lanzados a distancias inveros¨ªmiles. ?Ojal¨¢ nuestras visiones no resulten confirmadas!?
Y en el n¨²mero de 30 de mayo de 1903, sobre el mismo tema:
?La carrera fracasada.?
?Convengamos en dejar a un lado la compasi¨®n humana, que suele sobrar en estos asuntos, y reconozcamos la general satisfacci¨®n que en Espa?a ha producido el fracaso de la carrera de autom¨®viles Par¨ªs-Madrid.
Aqu¨ª, en la tierra de Rocinante, en la casa solariega de los que van despacio, hab¨ªa de realizarse la quiebra espantosa que hoy llena de comentarios la prensa del mundo entero.
No parece sino que la casualidad providencial ha revestido la venerable figura de nuestro Hidalgo manchego, y montada en su fant¨¢stico roc¨ªn se ha colocado en la frontera para no dejar pasar a la monstruosa legi¨®n de endriagos y vestigios que ven¨ªan del Norte destroz¨¢ndolo todo, Briareos y Caraculiambros han tomado el paso cortito de Rocinante..., y as¨ª han entrado en la tierra de Don Quijote...?
Asimilaci¨®n tras el rechazo
En cualquier innovaci¨®n industrial —capaz de influir poderosamente sobre la sociedad— que nos fijemos, veremos que el proceso fue siempre el mismo. Un primer rechazo en aras a los terribles males que hab¨ªa de causar. Ya fuese el autom¨®vil, la m¨¢quina de vapor, el ferrocarril o el telar mec¨¢nico. O hasta, como cit¨¦ en la referida conferencia, el cultivo del arroz en Pa¨ªs, que con tanta maestr¨ªa cuenta Josep Pla en su cr¨®nica de ?Pere Coil i Rigau i la historia de l'arr¨®s de Palis?. La lectura de esta pieza maestra es algo que no puedo dejar de recomendar. Pero el caso es que siempre, tras unos a?os de oposici¨®n a la innovaci¨®n, al final, viendo que los males no son los vaticinados y las ventajas en cambio son muchas, los ¨¢nimos se calman y el nuevo avance industrial (o arrocero) se acepta con entusiasmo o con tranquilidad.
La energ¨ªa nuclear en este sentido hab¨ªa rebasado las expectaciones, porque no sufri¨® rechazo a nivel popular, siendo por el contrario bien recibida en general.
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