Larrauri, de la tradici¨®n a la vanguardia
Se podr¨ªa decir que Ant¨®n Larrauri ha realizado, con su m¨²sica. algo as¨ª como un ?milagro? est¨¦tico: el de hacer hablar a la vanguardia con inequ¨ªvoco acento vasco. M¨¢s a¨²n: en derivar su lenguaje de hoy de una sustancia antigua y permanente dominada por factores de orden hist¨®rico y folklor¨ªstico. Los resurtados no tienen nada de ?conciliaci¨®n?, nada de voluntaria alquimia. Nos llegan como emanaciones naturales, como la expresi¨®n natural de una forma de ser.Todo ello est¨¢ claro en las grandes partituras sinf¨®nicas y sinf¨®nico-vocales de Larrauri, tal Espatadanza o el Concierto para piano. Se produce con m¨¢s definida precisi¨®n en esta colecci¨®n de coros sobre textos, salvo Zan tiretur, de Eusebio Erkiaga (1912), un excelente narrador y poeta en diversos dialectos euskaros, tantas veces premiado por sus versos y sus novelas.
Itzali Ezi?a (?Inextinguible?), Dirdiz (?Resplandor?), Orain era beti (?Ahora y siempre?), Portu Errola (?Molino portu?), todas ellas a seis voces, se completan en el disco lanzado por Columbia, con la ya c¨¦lebre Zan tiretu (?Vena retorcida?), a doce voces mixtas. En unos casos, lo racial parece dominar sobre la personal expresi¨®n actual en otros, lo actual subsume la riqueza o antecedente popular. En todos, el gran repertorio vasco queda prolongado en nuestros d¨ªas gracias a la investigaci¨®n llevada a cabo por Larrauri en la intrahistoria de la m¨²sica vasca. Desde el estudio de sus ?constantes? de todo orden, el m¨²sico renueva la tradici¨®n. o sea. adopta la ¨²nica actitud sensata de respetarla sin hacer de ella objeto de museo, precioso si se quiere, pero museal, al fin.
Yo no s¨¦ si Larrauri habr¨ªa podido alcanzar tales resultados de no haber contado con el instrumento formidable de la Coral San Juan Bautista de Lejona, que dirige Jos¨¦ Ignacio Sarri¨¢ y ense?a en lo vocal Fina Folco.
Estamos ante un coro popular capaz de someterse a la m¨¢s r¨ªgida disciplina para lograr interpretaciones que parecen s¨®lo propias de una formaci¨®n superprofesionalizada. La reciedumbre de las voces se convierte en algo maleable para afinar al m¨¢ximo y para exponer con claridad el proceso polif¨®nico. Cuando canta la Coral de Lejona podemos seguir, muy f¨¢cilmente, la marcha de las distintas l¨ªneas y nos entusiasmamos ante las sonoridades arm¨®nicas, propias de un inmenso ¨®rgano al que su consistencia humana dota de alma.
Sin el disco que comentamos, cualquier antolog¨ªa de la m¨²sica vasca que se intente ser¨¢ incompleta. La m¨²sica de Larrauri y la versi¨®n del coro lejonense parecen dar respuesta a la palabra po¨¦tica de Erkiaga, cuando en Itzali Ezi?a se pregunta: ??Qu¨¦ dicen los rincones? ?Qu¨¦ dicen los pueblos? Con habla callada nos hablan con voz suave que es recia, nos hablan siempre ellos.?
Babelia
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