Castilla
Bueno, pues vamos a hacer un art¨ªculo fascista y reaccionario. Castilla, s¨ª, Castilla, que est¨¢ ah¨ª, madre madrastra, fantasma y estame?a, en Miguel Delibes y el disputado voto del se?or Cayo, en la denuncia nacional-catalanista de Federico Jim¨¦nez Losantos, rehusada por la acracia exquisita y ramblera de El Viejo Topo, acracia dentro de un nacionalismo, dentro de un catalanismo, dentro de un patriotismo, o sea, dentro de un fascismo, porque toda idea de patria es una idea beligerante, como dije hace muchos a?os en el Ateneo de Madrid, en vida del difunto, con el busto de Franco a mi espalda.Castilla, s¨ª, la otra Castilla, la Nueva, que es la vieja, en la pintura de Anto?ito L¨®pez, una Castilla at¨®nita y de primera comuni¨®n, que si el pintor no pintase como pinta, habr¨ªa tenido que irse a Pueblo Nuevo, en Barcelona, a manufacturar nylon y aprender catal¨¢n por liberal decreto de Tarradellas, el presidente que volvi¨® de la nada. Dionisio Ridruejo escribi¨® una Gu¨ªa de Castilla la Vieja, enfermo y cansado, gu¨ªa mal pagada por los editores catalanes, porque la industria del papel impreso no daba para m¨¢s, con lo que el gran escritor y frustrado Doncel castellano de Sig¨¹enza se convert¨ªa en un charnego, emigrante o inmigrante ajornal, traductor de Pl¨¢ con amor y desesperaci¨®n, y otro Ridruejo (familia soriana de infinitos primos, como todas las familias de Castilla), ha muerto recientemente habl¨¢ndome de la desertizaci¨®n de Espa?a, que ¨¦l refer¨ªa, claro, a la desertizaci¨®n de Castilla, que hace ya muchos siglos que pas¨®. de rama en rama. la ardilla her¨¢ldica que recorr¨ªa Castilla alegre por las copas de los ¨¢rboles. Fue casi lo ¨²ltimo que dijo y me dijo aquel Ridruejo:
- La desertizaci¨®n, Paco, escribe algo de la desertizaci¨®n.
Y qu¨¦ raz¨®n ten¨ªa. M¨ª querido amigo y maestro Paco Yndurain se quita el guante marr¨®n para darme la mano en la ma?ana fina y fr¨ªa de enero, cuando vuelvo de comprar el pan:
-?Has pensado en el vasquismo de Baroja, Paco? Los buenos siempre son los vascos, en sus libros, y los malos son ya los riojanos o de por ah¨ª.
Luego me cuenta algo m¨¢s grave, el sabio:
-En una parte de Vascon¨ªa han quemado todos los pinos porque dicen que no es paisaje vasco, el pino, que es paisaje castellano.
O sea que no s¨®lo los guardias, los generales, los capitanes de los Tercios de Flandes. sino tambi¨¦n los pinos, sus propios pinos se los llevan por delante, no s¨¦ qui¨¦nes, en un fanatismo arboricida, en un arboricidio de hombres y generales.
Escribo esta cr¨®nica fascista, castellanista, imperialista, a la luz de un quinqu¨¦, como los rom¨¢nticos, porque estoy en un pueblo de Madrid y nos hemos quedado sin electricidad, que las reservas son pocas, que Castilla est¨¢ exhausta, la imperial Castilla, la patriotera Castilla, la habladora Castilla, que lleva siglos muda, como la vieja de Miguel Delibes, y que ha olvidado -quiz¨¢ para siempre- la idea de patria, porque la patria es una arboleda perdida -?verdad, Rafael, andaluz espa?ol?- o es el caballo de Pav¨ªa o el caballo de Franco, y en Castilla no quedan arboledas ni caballos, en la desertizada Castilla de los Ridruejo, que, hoy toda la periferia, grotescamente, ve como un emporio desp¨®tico y sangriento, como un Cal¨ªgula con boina.
Franco era un cachondeo porque ten¨ªa una idea de patria, una idea nacionalista, racista y retro. Est¨¢bamos de acuerdo con vosotros, t¨ªos, pero ahora resulta que el racismo castellano, que jam¨¢s existi¨® (y no s¨¦ si en la mente lac¨®nica de Franco) ha emigrado a la periferia y todos los multipeque?os racismos nos amenazan con sus venganzas y sus lenguas de fuego fatuo.
A ver si os aclar¨¢is, chelis.
Castilla, s¨ª, Castilla, que hizo su imperio con la misma sangre que se hacen todos los odiosos imperios, pero que hoy es un teso desolado y un pend¨®n que pasea a veces, por sus avenidas interiores, el l¨²cido C¨¦sar Alonso de los R¨ªos, judeocastellanomarxista de Carri¨®n de los Condes, provincia de Palencia, Tierra de Campos, campos de tierra, como ya vio don Antonio Machado, tierra de panllevar que se lo, han llevado lejos, al castellano, y tiene que ir a ganarlo a Altos Hornos, a Sabadell o a Suiza, donde Eduardo Rold¨¢n, obrero castellano y pintor absoluto, se parti¨® la columna vertebral cargando y descargando cerveza. Castilla, s¨ª, Castilla, pobre Castilla. Castilla, t¨ªos, y qu¨¦.
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