Brasil-79: democracia controlada / 1
Las tres confrontaciones electorales -para jefe de Estado, legislativas y gobernadores estatales- llevadas a cabo a lo largo de 1978 han coincidido en los resultados: el modelo tecnocr¨¢fico-desarrollista impuesto por decreto por los militares, tras el derrocamiento del presidente constitucional Goulart en 1964, ha dejado de funcionar en Brasil. Los estrechos esquemas pol¨ªticos y la direcci¨®n econ¨®mica no han solucionado los problemas estructurales de la naci¨®n y, de a?adidura, la conducci¨®n militar se ha desgastado totalmente al cabo de catorce a?os de dictadura. Por otra parte, el cansancio y el malestar de todas las capas sociales ante el f¨¦rreo monopolio militar se ha recrudecido en los ¨²ltimos tiempos. El mundo de la empresa, la clase pol¨ªtica y los trabajadores han levantado una voz ¨²nica de disconformidad que, a su vez, se ve respaldada por la Iglesia cat¨®lica y un sector de los uniformados. Esa oposici¨®n global aflora con un deseo concreto: los militares deben regresar a los cuarteles y los civiles recuperar la gesti¨®n p¨²blica. Pero la presi¨®n social existente no es desconocida por el presidente Geisel, quien, desde hace m¨¢s de doce meses, est¨¢ poniendo en pr¨¢ctica una serie de medidas encaminadas al restablecimiento de una democracia controlada, a la que no es ajena la presi¨®n norteamericana, muy decidida a la utilizaci¨®n de la doctrina Carter en todo el hemisferio. Como bien se?al¨® el Financial Times, en su edici¨®n del 7 de diciembre de 1978, ?una nueva era de libertad ha amanecido en Brasil?. ?En qu¨¦ medida es cierto ese intento liberalizador auspiciado por Geisel y al que se une el presidente electo, Figueirido?A golpe de acta institucional
Efectivamente se puede constatar en Brasil tanto la fatiga de las estructuras, creadas a golpe de acta institucional a partir de 1964, como la repulsa general a las mismas. No en balde el modelo dictatorial impuesto se bas¨® en la cerraz¨®n nacional insuflada por el ide¨®logo del sistema, el general Goldbery, con sus tesis sobre la soberan¨ªa nacional recogidas en su libro Geopol¨ªtica del Brasil, y que lamentablemente fueron copiadas por los hom¨®nimos del continente. Pero la inflexible aplicaci¨®n de esas tesis no fueron articuladas con el apoyo popular, en el que no encontr¨® jam¨¢s eco, sino con las terror¨ªficas intervenciones de la CIA, la DINA y el Escuadr¨®n de la Muerte. Es decir, el modelo tecnocr¨¢tico desarrollista de los militares qued¨® instrumentado mediante la d¨¦bil cobertura jur¨ªdica de las actas institucionales y la represi¨®n ejercida por las fuerzas armadas, las fuerzas del orden y las descaradas y dram¨¢ticas acciones de los servicios paralelos.
?Cu¨¢l ha sido el saldo del modelo institucionalizado por Castelo-Branco y sus compa?eros de la Escuela de Guerra? Nada mejor para ello que recordar lo que apunt¨® S¨¢ndalo, obispo del este de Sao Paulo, a ra¨ªz de la ¨²ltima Conferenc¨ªa del Episcopado Brasile?o: ?La situaci¨®n de injusticia se mantiene con mecanismos de violencia institucionalizada...? ?la din¨¢mica de este proceso conduce a la multiplicaci¨®n de la violaci¨®n de los m¨¢s elementales derechos humanos?. La s¨ªntesis de las palabras del obispo S¨¢ndalo se puede hacer en dos planos, el pol¨ªtico y el econ¨®mico-social. Respecto del primero: en Brasil est¨¢n prohibidos los partidos pol¨ªticos, los sindicatos, la libertad de prensa y dem¨¢s derechos humanos. En cuanto al segundo: el 5% de la poblaci¨®n posee todo y el 95% vive en ignominiosa cautividad.
Comienza el calendario liberalizador
Por el momento, no existe acuerdo entre civiles y militares en relaci¨®n al ritmo de la democratizaci¨®n. Los primeros, pretenden el total restablecimiento democr¨¢tico para dentro de tres a?os, mientras que los segundos lo extienden a seis a?os. Ahora bien, a partir del primero de enero de 1979, Geisel ha habierto un poco m¨¢s la mano y permitir¨¢ la creaci¨®n de aut¨¦nticos partidos pol¨ªticos, ya que los dos existentes constituyen el m¨¢s burdo exponente de una farsa de bipartidismo, pues ni el oficialista, ARENA, ni el de la oposici¨®n, MDB, representan a nadie, carecen de base popular y son un mero refugio de pol¨ªticos en estado de cese.
A nadie se le oculta que la liberalizaci¨®n pol¨ªtica acabar¨¢ con los dos monigotes partidistas y sus hombres terminar¨¢n por encuadrarse en los partidos por nacer. La disoluci¨®n del MDB y del ARENA -la voz de su amo, el divulgador de las ideas oficiales en lugar de ser generador de ellas- supone que ambas formaciones, propiciadas desde el poder militar, ser¨¢n las perdedoras del intento liberalizador iniciado por el presidente Geisel al anunciar en septiembre de 1978 el fin del acta institucional n¨²mero cinco, dictada en 1968, y a la aplicaci¨®n del art¨ªculo 185 de la Constituci¨®n de 1969, en el que se recog¨ªa la inhabilitaci¨®n pol¨ªtica. Estas primeras medidas, sin embargo, ofrecen contradicciones importantes. De una parte, se restaura la independencia del poderjudicial, se restablece el habeas corpus y se eliminan los poderes excepcionales del jefe del Estado en materia de cerrar el Congreso. De otra, quedan en vigor unas cl¨¢usulas de salvaguardia que restringen la transferencia democr¨¢tica: el estado de sitio y el de urgencia se atienen a lo dispuesto en el art¨ªculo 155 de la Carta Magna y contin¨²a la negaci¨®n de la libertad sindical. Por otra parte, se ha concedido una parcial libertad de prensa, en la que la prensa escrita queda aliviada de la censura, si bien la radio y la televisi¨®n permanecen bajo el control militar, es decir, se aplica la ley Falcao de 1976.
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