Espa?a para todos

Con el asesinato del general Ort¨ªn, a los espa?oles se nos muere un general de nuestro Ej¨¦rcito, y a los madrile?os. nuestro gobernador militar. En esta Espa?a de la ira y la muerte, en esta Espa?a en que todos los bien nacidos deseamos la concordia, algunos se empe?an en abatir a tiros la ilusi¨®n y la esperanza de un futuro luminoso. Por ello, y queriendo mostrar nuestro dolor sincero, cu¨¢ntos espa?oles no hubi¨¦ramos estado dispuestos a concurrir al entierro del general ca¨ªdo? Pero. ?hubi¨¦ramos podido hacerlo?Lastimosamente. s¨®lo un grupo extremista tuvo el monopolio de un dolor que es patrimonio de todos. ?Qu¨¦ hermosa ocasi¨®n perdida! ?Qu¨¦ reconfortante para el ¨¢nimo, y qu¨¦ lecci¨®n para el terrorismo hubiera sido ver delegaciones de todos los partidos confraternizando con su Ej¨¦rcito. y a ¨¦ste con sus ciudadanos! Pero pudo m¨¢s el miedo a no ser bien recibidos.

As¨ª no vamos a ninguna parte. Acabemos de una vez con la lisonja y la adulaci¨®n a nuestros militares. Que lo criticable se critique. y que lo digno de alabanza se alabe. Y a ver si, de una vez, en la Espa?a de todos cabemos todos, es decir, los espa?oles, militares o no, que el monopolio de amor a Espa?a no lo tienen s¨®lo aqu¨¦llos y, el grupo que se les uni¨® en la calle de Alcal¨¢. ?Qu¨¦ distinto pa¨ªs seremos el d¨ªa en que cada uno nos consideremos, y as¨ª sea aceptado por los dem¨¢s. primero, espa?oles, luego, ciudadanos: luego, militares o civiles! As¨ª, sin rid¨ªculos distingos. Y cuando el dolor verdadero sea estimado, venga de donde venga, y sea acogido generosamente, olvidando antiguos odios y torpezas con hidalgu¨ªa, esa cualidad que fue tan espa?ola y que a tantos les va faltando.