David Garth
Manu Leguineche se ha ido a Ir¨¢n o Persia, capital Teher¨¢n, para hacer la cr¨®nica anti-Hola de la ca¨ªda del sha, que ha decidido pegarse una puerta, aunque sea de oro, Manu lo celebr¨® con una org¨ªa de las que acostumbra en su piso, con bengalas, codornices bien guisadas, gente de rollo, cabecitas locas, boquitas pintadas y corazones solitarios. S¨®lo faltaba David Garth.
David (ejecutivo yanqui experto en electoralismos, o sea para leerlo Deivit), es el hombre que hizo ganar al perdedor, en las recientes elecciones de Venezuela, como saben mis queridos caraque?os, que me leen en El Nacional. De modo que hacemos una revoluci¨®n, los espa?oles, la perdemos, vivimos cuarenta a?os de dictadura, aguantamos tela, matamos al difunto de muerte natural, nos montamos el rollo democr¨¢tico, decidimos que gobierne el pueblo soberano, elegimos la libertad, olvidamos los tambores y ahora resulta que la libertad, la democracia, los valores, Espa?a, la Constituci¨®n y el voto se llaman David Garth. Porque le hemos contratado.
No luch¨¢bamos en la sombra, no escrib¨ªamos en la noche, a la luz del farol del que se colg¨® Nerval, por los derechos humanos ni por la libertad del pueblo, sino por David Garth, que es quien va a decidir nuestra unidad de destino en lo universal. David Garth va a ser la asistenta ideol¨®gica por horas de la derecha espa?ola. Areilza le ha recibido a ¨¦l o a sus mandatarios en una antesala del palacio condal. Fraga le ha chocado la mano, por telecable o en persona, en nombre de la Confederaci¨®n Democr¨¢tica. Ha llegado hoy, mismo a Madrid. Osorio iba a darle la bienvenida, pero se ha quedado con la palabra en la boca, como siempre.
La democracia americana, como sabemos (basta con leer a Norman Mailer) es una cosa que se hace entre hombres del marketing, hombres de las relaciones p¨²blicas, hombres de los mass-media. A veces, incluso, hasta dejan intervenir a alg¨²n pol¨ªtico. La democracia venezolana no la han dirimido, ¨²ltimamente, los caballistas de aquel hermoso pueblo, fijado en novela por Gallegos y Cela, sino el espa?ol Ans¨®n y el yanqui David Garth. La democracia espanola, con la que so?amos los ni?os de derechas desde que las filas dejaron de estar prietas y las monta?as dejaron de estar nevadas, la democracia espa?ola, digo, resulta que no es una cosa de Aza?a, de Ortega, de Felipe, de Su¨¢rez, de Besteiro, de Tierno, de Carrillo, no es una cosa a decidir por el pueblo espa?ol en la calle, sino por David Garth en su despacho aireacondicionado. Para esto hicimos una posguerra.
En esta columna y en otras tengo dicho que a la derecha espa?ola ya no se le ocurre nada, aunque. tenga todo el poder. A Fraga, V¨¢zquez de Mella, Donoso Cort¨¦s, Areilza, Men¨¦ndez Pelayo, Osorio, Fern¨¢ndez de la Mora y Balmes ya no se les ha vuelto a ocurrir nada desde que se sacaron la Espa?a eterna. Se re¨²nen todas las tardes en casa de V¨¢zquez de Mella o de Osorio, o en misa del alba que les dice Balmes. Al fin, lo que se les ha ocunido se llama David Garth. DG es experto en campa?as preelectorales, cambios de imagen, creaci¨®n de imagen, alta peluquer¨ªa pol¨ªtica y guerra de votos. Un Rafael Ans¨®n sin Inmaculada. La derecha espa?ola, despu¨¦s que le ha fallado la batalla de Clavijo y el propio Clavijo, la Virgen del Pilar, Mar¨ªa Victoria Fern¨¢ndez-Espa?a, la Lacarena, Garc¨ªa Morente, Carlos Arias y el ap¨®stol Santiago, decide llamar a mister Garth.
En la org¨ªa de Manu Leguineche estaba el actor Jos¨¦ Luis G¨®mez, que viene y me dice:
-Eres el mayor hipocondriaco pol¨ªtico que he conocido.
G¨®mez puede pasar de antropoide a Pascual Duarte haciendo un poco de Hitler en el intermedio, para no aburrir al personal. Es lo que se llama un actor. Como los pol¨ªticos no tienen esas manitas, recurren a David Garth, que es la Elizabeth Arden de las derechas carroza, de los condes cansados, de los franquistas inflacionados, de los ejecutivos ejecutados. Un maquillaje de fondo, unas mechas ideol¨®gicas en la cabeza y hale, a hacer pasarela electoral. La derecha, antes, ten¨ªa una ideolog¨ªa, una m¨ªstica, una tradici¨®n, una historia de Espa?a, una her¨¢ldica, unos valores, una cosa. Ahora tienen un manager. Del crep¨²sculo de las ideolog¨ªas al retorno de los brujos esteticien. Lo de Manu fue como una convenci¨®n con cocacola de divorciados y divorcistas recientes. Est¨¢ cayendo el matrimonio y sus valores, pero nos queda David Garth, que ha pedido, de momento, veinte millones de anticipo y un tomo de Balmes para empezar a trabajar.
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