Mot¨ªn popular en Alcal¨¢ de Ebro por el desbordamiento del r¨ªo
Los cuatrocientos habitantes de la localidad zaragozana de Alcal¨¢ de Ebro, situada a orillas del r¨ªo de su nombre y a unos treinta kil¨®metros aguas arriba de la capital de la provincia, se amotinaron en la noche del pasado domingo a causa de la crecida del r¨ªo a su paso por esta comarca. Los habitantes de Alcal¨¢ de Ebro, localidad donde Cervantes podr¨ªa haber situado la Insula Barataria de El Quijote, recibieron violentamente y retuvieron en el Ayuntamiento al gobernador civil de la provincia y al presidente de la Diputaci¨®n, a quienes de alguna manera hac¨ªan responsables del desbordamiento del Ebro. Las autoridades tuvieron que ser rescatadas por la fuerza p¨²blica. Otras zonas de Arag¨®n y de Navarra han sufrido tambi¨¦n la furia del Ebro, que arrasa cultivos y corta carreteras a su paso.
La crecida del Ebro empez¨® a dejarse sentir el pasado s¨¢bado. El muro de contenci¨®n situado en Remolinos contribu¨ªa, desde entonces, a que en las inmediaciones de Alcal¨¢ de Ebro el nivel del agua ascendiera metro y medio por encima de lo habitual. Con el paso de las horas la situaci¨®n lleg¨® a ser desesperada el pasado domingo, pues unas trescientas hect¨¢reas del campo de Alcal¨¢ de Ebro se vieron completamente inundadas y sus cosechas echadas a perder. El Ebro hab¨ªa crecido cuatro metros por encima del nivel m¨¢ximo tolerado y su crecimiento no se detuvo, sino que s¨¦ prolong¨® a lo largo de todo el domingo y buena parte de ayer lunes.La situaci¨®n en el peque?o pueblo zaragozano dio paso a la tensi¨®n en la tarde del domingo. Al tener conocimiento las autoridades de la provincia de lo que estaba ocurriendo, el gobernador civil Francisco La¨ªna, y el presidente de la Diputaci¨®n Provincial, Gaspar Castellanos, se desplazaron desde Zaragoza hasta Alcal¨¢ de Ebro para observar in situ los destrozos que estaba produciendo la riada incontenida y acrecentada sensiblemente por la presencia del citado muro de Remolinos.
Cuando el gobernador civil Francisco La¨ªna, lleg¨® a Alcal¨¢, el recibimiento popular no pudo ser m¨¢s hostil: llovieron sobre ¨¦l los insultos de los centenares de hombres, mujeres y ni?os congregado en la plaza del Ayuntamiento, entre el barro y los charcos producidos por la crecida del r¨ªo y las filtraciones subterr¨¢neas. Algunas mujeres llegaron a asir por las solapas al gobernador, increp¨¢ndole duramente por haber consentido que el muro de Remolinos siguiera ah¨ª, produciendo la desgracia a Alcal¨¢ de Ebro. Ante estos hechos el gobernador civil y el presidente de la Diputaci¨®n tuvieron que refugiarse en el edificio del Ayuntamiento.
Coincidiendo con el revuelo, un autob¨²s de l¨ªnea, que llegaba en ese momento a la poblaci¨®n, al entrar en ella, hundi¨® totalmente una de sus ruedas en un socav¨®n pro ducido por las filtraciones del r¨ªo; aunque en este accidente no se registraron v¨ªctimas, su conocimiento sirvi¨® para encrespar todav¨ªa m¨¢s los ¨¢nimos de los vecinos de Alcal¨¢ de Ebro, quienes a partir de entonces se api?aron en torno al edificio municipal en actitud amenazante y asegurando que no per mitir¨ªan salir de ¨¦l ni al gobernador ni al presidente de la Diputaci¨®n, pues quer¨ªan que los dos pasaran all¨ª la noche, con ellos, a pie firme, aguantando la riada que amenazaba con extenderse todav¨ªa m¨¢s e inundar las casas. Mientras esto ocurr¨ªa fuera, el gobernador daba desde el Ayuntamiento las instrucciones oportunas para que una secci¨®n de montoneros del Ej¨¦rcito, con base en Zaragoza, acudiera a la vecina localidad de Remolinos para abrir en el muro de contenci¨®n del r¨ªo un boquete de varios metros para paliar la situaci¨®n. Asimismo fueron avisadas varias unidades de la Guardia Civil. A los pocos minutos algunos destacamentos de estas fuerzas de orden p¨²blico hicieron acto de presencia en Alcal¨¢ de Ebro, portando equipos antidisturbios y rifles para el lanzamiento de pelotas de goma y bombas de humo.
La tensi¨®n reinante sigui¨® creciendo al comprobarse que el agua del Ebro estaba llegando a inundar los corrales y traseras de las casas del pueblo. Los insultos de los vecinos arreciaron y, a la vista de ello, los jefes de las fuerzas de seguridad decidieron dar dos minutos de tiempo a los vecinos para que despejaran la plaza y dejaran salir al gobernador y al presidente de la Diputaci¨®n.
Sin cesar los insultos, y a rega?adientes, los manifestantes permitieron a las autoridades, ya bien entrada la noche, salir de su encierro y abandonar apresuradamente el pueblo. A media tarde del lunes los vecinos de Alcal¨¢ de Ebro decidieron desalojar los corrales contiguos a las casas, ya completamente anegados por el agua; y sacar de ellos a todos los animales de granja, as¨ª como caballer¨ªas y cerdos.
Varias carreteras comarcales han quedado cortadas y la utilizaci¨®n de los escasos puentes tambi¨¦n ha quedado otra vez interrumpida hasta tanto las aguas no vuelvan a su cauce normal. Las comunicaciones desde Zaragoza con muchos pueblos de estas comarcas est¨¢n seriamente dificultadas. M¨¢s arriba, en la ribera navarra y en las inmediaciones de Tudela, el desastre de la riada tambi¨¦n se ha dejado notar de manera importante.
Los da?os en el otro lado del r¨ªo, en Remolinos, son tambi¨¦n cuantiosos, sobre todo a partir de la ruptura del muro de contenci¨®n ordenada por el gobernador civil.
Respecto al muro de contenci¨®n de Remolinos, que ha provocado el desastre en Alcal¨¢ de Ebro, su construcci¨®n no hab¨ªa concluido a¨²n, ya que en el mes de septiembre las obras quedaron oficialmente paralizadas porque la Comisar¨ªa de Aguas del Ebro dio a entender que no exist¨ªa autorizaci¨®n legal para levantarlo, debido a las catastr¨®ficas consecuencias que podr¨ªa reportar a la otra margen del r¨ªo. Sin embargo, y seg¨²n los habitantes de Alcal¨¢ de Ebro, de entonces ac¨¢ se ha seguido trabajando ilegalmente en el afianzamiento de ese muro, de diecis¨¦is metros de base y seis kil¨®metros de longitud.
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