Los partidos de la derecha desean controlar el futuro de las C¨¢maras
Las elecciones para cubrir los puestos directivos de las C¨¢maras de Comercio, Industria y Navegaci¨®n se han convertido -en cierto modo por mandato de las circunstancias- en aut¨¦nticos test pol¨ªticos para los partidos situados a la derecha del actual espectro. Casi todas las fuerzas con implantaci¨®n empresarial han procurado copar el mayor n¨²mero posible de lugares en los consejos ejecutivos, sobre todo a partir de la postura absolutamente reacia de la CEOE a aceptar vinculaciones partidistas.
No exentos de curiosas sorpresas, los resultados registrados hasta ahora en las votaciones han evidenciado un inter¨¦s de los partidos por controlar estos organismos, que, aunque definidos como entes consultivos, han constituido importantes grupos de presi¨®n en recientes ¨¦pocas. Sin embargo, ninguna de las candidaturas optantes a la elecci¨®n ha dejado traslucir esta clara presencia partidista en los comicios. El lema central de las campa?as desarrolladas ha sido, con escasas excepciones, la alternativa continuidad o renovaci¨®n de la l¨ªnea seguida por cada una de las instituciones. Tradicionalmente, las C¨¢maras han estado regidas con arreglo a criterios estrictamente generacionales, produci¨¦ndose los sucesivos relevos a partir de circunstancias biol¨®gicas.Las dos grandes formaciones derechistas de ¨¢mbito estatal -UCD y Alianza Popular- han concurrido a las votaciones junto a los otros dos partidos derechistas de obediencia autonomista presentes en el Parlamento: PNV, en Euskadi, y Convergencia Democr¨¢tica, en Catalu?a. Junto a estos, grupos pol¨ªticos, las agrupaciones o federaciones empresariales vinculadas o no a la gran patronal CEOE han patrocinado igualmente candidaturas en los comicios celebrados.
Los resultados de las votaciones ya celebradas han dado inmediato pie a extraer consecuencias valorativas de lo que puede acontecer en las pr¨®ximas elecciones generales y municipales de marzo y abril, respectivamente. El car¨¢cter indirecto de los mecanismos reglamentarios de elecci¨®n es motivo de serias dudas a la hora de pretender que los resultados de los comicios puedan ser aut¨¦nticamente representativos del reparto pol¨ªtico del espectro empresarial de cada zona. El sistema de compromisarios puede ser ciertamente objeto de importantes cr¨ªticas en un sentido democr¨¢tico, y en algunas demarcaciones concretas ha sido motivo esencial de desinter¨¦s ante las elecciones. Desinter¨¦s que, por otra parte, se basa igualmente en la falta de definici¨®n de expectativas futuras que gravita sobre las C¨¢maras. Ello ha motivado que en muchos casos ni siquiera se haya planteado alternativa a la simple continuidad de sus dirigentes o resultara extremadamente f¨¢cil alcanzar un pacto de compromiso que eliminara el contencioso electoral.
Concedidas como alternativa consultiva y dialogante de la Administraci¨®n en los ¨²ltimos a?os del descr¨¦dito y posterior derrumbamiento de las estructuras verticalistas, las C¨¢maras se enfrentan hoy con la inc¨®gnita de qu¨¦ papel pueda corresponderles en el nuevo ordenamiento democr¨¢tico, con una patronal fuerte de ¨¢mbito estatal y unas asociaciones empresariales de zona. Su vinculaci¨®n al Ministerio de Comercio y Turismo les confiere un cierto car¨¢cter oficialista que es motivo de recelo para buena parte del empresariado.
Los partidos pol¨ªticos de la derecha, sin embargo, se han lanzado a la carrera de optar por los puestos directivos de las principales C¨¢maras espa?olas y es previsible hagan lo propio cuando se imponga renovar los cargos del consejo superior, ente aglutinador de las 85 C¨¢maras existentes en el pa¨ªs, al que muchos achacan un excesivo car¨¢cter centralista, a partir de su ubicaci¨®n en Madrid.
Las principales C¨¢maras del pa¨ªs han celebrado ya sus elecciones, y los resultados obtenidos son dif¨ªciles de interpretar en sentido global. Una de las de mayor prestigio y raigambre, la de Bilbao, abri¨® el turno entre las grandes, logrando el Partido Nacionalista Vasco (PNV) hacerse con la absoluta mayor¨ªa de los sesenta compromisarios y colocando posteriormente a toda la candidatura avalada en el comit¨¦ ejecutivo, a pesar de los esfuerzos de sectores empresariales m¨¢s espa?olistas por descargar de peneuvismo la instituci¨®n.
En Barcelona, por el contrario, el candidato de UCD, Jos¨¦ M. Figueras -inmobiliario y vinculado al sector liberal del partido- se impon¨ªa al candidato pujolista, Jos¨¦ Riba Ort¨ªnez, presidente de la Feria de Muestras y empresario del sector textil, uno de los m¨¢s tradicionales de la C¨¢mara catalana. La avanzada edad de Riba Ort¨ªnez y el hecho de que hubiera, desempe?ado durante los ¨²ltimos doce a?os la vicepresidencia de la entidad con el metal¨²rgico Ribera Rovira, se estima fueron factores decisivos para el triunfo de Figueras, quien desarroll¨® una campa?a mucho m¨¢s activa y compareci¨® avalado por su estrecha amistad con Tarradellas. Todos estos factores desmontaron la estrategia de Convergencia Democr¨¢tica, unidos a un cierto pacto entre el vencedor y elementos conservadores del empresariado, como el grupo Porcioles, que logr¨® colocar un vicepresidente. El caso de Barcelona es especialmente digno de atenci¨®n por cuanto la C¨¢mara se dibuja como posible alternativa al Fomento del Trabajo -la hist¨®rica patronal catalana-, actualmente hibernado por la discutida gesti¨®n de Alfredo Molinas, Madrid, por su parte, eligi¨® el pasado viernes, con un cierto grado de desinter¨¦s y abstenci¨®n, al hasta ahora presidente accidental, Adri¨¢n Piera, para los pr¨®ximos cuatro a?os. En las provincias castellanas, la continuidad y el conservadurismo han sido los factores dominantes. Y en las que todav¨ªa restan, el pron¨®stico es m¨¢s bien similar a los resultados ya obtenidos.
En definitiva, las C¨¢maras se constituyen, en la mayor¨ªa de los casos, como potenciales instrumentos de la maquinaria pol¨ªtica para la inminente y sucesivas convocatorias electorales, en paralelismo con las C¨¢maras Agrarias, sobre las que gravita igualmente la atenci¨®n y el inter¨¦s de las fuerzas pol¨ªticas en presencia. Parece dif¨ªcil que esto cambie en tanto persista la indefinici¨®n de sus respectivas funciones, especialmente propiciada desde la propia Administraci¨®n.
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