Claude Olievenstein: "La droga produce un gran placer y un gran sufrimiento"
El consumo de las drogas blandas -hach¨ªs, etc¨¦tera- se extiende cada vez m¨¢s entre la juventud de los pa¨ªses occidentales, como un fen¨®meno altamente relacionado con la insatisfacci¨®n de las gentes y la p¨¦rdida de confianza en el futuro. Las drogas duras, sin embargo, un fen¨®meno m¨¢s detenido en su crecimiento, revela en su estudio el acceso a arcaicas y profundas fijaciones en el pasado de los seres humanos, tales como ciertas tendencias autosexuales Estos son algunos de los conceptos desarrollados a EL PAIS por Claude Olievenstein, m¨¦dico franc¨¦s, jefe del hospital Marmottan centro experimental para toxic¨®manos, presente Espa?a durante veinticuatro horas para impartir una conferencia en la sede del Instituto Franc¨¦s.?Por qu¨¦ quieren dejar la droga las personas que la emplearon? ,Cu¨¢ndo puede decirse que han logrado su fin? ?La droga procura placer -responde el m¨¦dico franc¨¦s- y la rehabilitaci¨®n comienza cuando la persona deja de recibir placer con la droga y comienza a tenerlo por otras v¨ªas.? Respecto a la voluntad de cambio de quien acude a la rehabilitaci¨®n, ?hay muchas razones para ello -prosigue Claude Olievenstein-. El placer que proporciona la droga no es indefinido. Lo que sigue es un displacer muy considerable. La ausencia de droga remite a otra carencia mucho m¨¢s arcaica, a la p¨¦rdida del para¨ªso primitivo... No se puede encontrar el para¨ªso?.
La dial¨¦ctica, droga-no droga, nos remite pues, a algo mucho generizable en la existencia de los seres humanos, a la dial¨¦ctica del placer y el dolor que opone felicidad y frustraci¨®n, un binomio que parece relacionar misteriosamente ambos t¨¦rminos, haciendo imposible ciertas formas de felicidad sin ciertas dosis de frustraci¨®n, dial¨¦ctica que otras veces asocia a ciertas modalidades de placer, el pago posterior de alt¨ªsimos niveles de sufrimiento. De todo ello nos habla el cient¨ªfico franc¨¦s. Todo ello, conduce, al parecer, a formas de placer muy asociadas a represion es muy arcaicas, a renuncias efectuadas por nuestro psiquismo en estadios muy primitivos de la existencia. Una de ellas, por ejemplo, es la autosexualidad. ?La tradici¨®n judeo-cristiana -prosigue el se?or Olievenstein- niega la autosexualidad.? Sin embargo, esos instantes de elevado placer autosexual duran poco. Se trata de un placer m¨¢s contemplado en otras culturas que en la judeo-cristiana y que explicar¨ªa de este modo, en parte, la relaci¨®n de las nuevas drogas de Occidente con las viejas costumbres de Oriente. A continuaci¨®n de tan elevado placer viene una intens¨ªsima sensaci¨®n de dolor, separaci¨®n y soledad. Tras una especie de luna de miel consigo mismo, la persona que recurri¨® a la droga se siente inmersa en una tremenda soledad.
Baudelalre afirm¨® en una ocasi¨®n que ?un instante de placer bien vale una infinidad de condenaci¨®n. Sin embargo, el profesor Ollevenstein responde afirmando que hay otro dicho que asegura que ?el aprendiz de carnicero, en carnicero se queda?. Es decir, mientras unas personas creativas, sensibles, emprendedoras..., ven reforzadas sus potencialidades, moment¨¢neamente, con la droga, otras s¨®lo ven apoyada su mediocridad vital. ?No hay verdades cient¨ªficas absolutas?, afirma el m¨¦dico franc¨¦s.
Claude Ollevenstein concluye interpretando el aumento del consumo de drogas blandas -hach¨ªs, etc¨¦tera- entre la juventud occidental. Tambi¨¦n aqu¨ª est¨¢ presente la propia biograf¨ªa de los individuos, aunque, en el caso de las drogas blandas, el grupo, el colectivo, parece ser m¨¢s importante que la persona, siendo ¨¦sta, seg¨²n la opini¨®n de Claude Olievenstein, la raz¨®n por la que hay investigaciones mejores, m¨¢s rigurosas y cient¨ªficas, sobre las drogas duras, fen¨®meno m¨¢s escaso y elitista, que sobre las blandas, fen¨®meno m¨¢s gregario y colectivizado.
El incremento del consumo tendr¨ªa m¨¢s que ver con la enorme fragilidad de una juventud, como la actual, que seg¨²n ¨¦l, parece haber perdido los valores antiguos y no los encuentra nuevos. Estamos, pues, ante el testimonio de una masa altamente insatisfecha. ?Se puede decir -concluye el investigador frances- que en 1978, el consumo de alcohol, de medicamentos y de droga nunca hab¨ªa sido tan fuerte y el problema fundamental que se les plantea a los responsables de la ciudad humana es el de encontrar razones para esperar en que la ciudad humana recupere una dimensi¨®n humana.?
Porque, al parecer, y seg¨²n el testimonio de quienes piden ayuda para salir de su drogadicci¨®n, un hecho evidente es el de que ?cuando no se ve nada en el futuro, lo ¨²nico importante es el placer?. Los caminos, sin embargo, de quienes s¨ª creen en el futuro, son otros. En este caso, la b¨²squeda del placer, aprende con la dosificaci¨®n de la renuncia con la espera y con la tolerancia a ciertas frustraciones. Son v¨ªas de ese tipo las que conducen a otros muchos a formas de felicidad menos cerca del borde permanente de la destrucci¨®n.
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