"La comunidad no violenta, una alternativa a los males sociales"
Lanza del Vasto, siciliano de 78 a?os, autor de casi treinta libros que han encendido a muchos j¨®venes desde hace cincuenta a?os, sigue predicando la vida rural y comunitaria como salvaci¨®n ante un mundo injusto. Los males no los traen los malos, dice, sino la forma de vida occidental. La competencia y la ambici¨®n. Y frente a eso, con la sabidur¨ªa del vivir pac¨ªfico y natural, el trabajo de las manos y la autosuficiencia de la peque?a comunidad. Disc¨ªpulo de Ghandi, que le puso por nombre Shantidas, ha tomado de ¨¦l las formas de lucha civil y ha adaptado a Occidente las de vida. De paso por Madrid, a donde vino invitado por el programa A fondo, de televisi¨®n, ha explicado a EL PAIS c¨®mo vive su gente y por qu¨¦. Cu¨¢l es esta nueva religi¨®n que tiene seguidores en todo el mundo. Entrevist¨® a Lanza del Vasto Rosa Mar¨ªa Pereda.
La llamada gente de bien, la que cumple honestamente con las leyes y los deberes, es la que produce al fin las plagas que, en n¨²mero de cuatro principales, asolan el mundo habitual del hombre de hoy Son la guerra, la rebeli¨®n, la servidumbre, la miseria. Por eso Shantidas Lanza del Vasto, un sicillano a quien el mahatma Ghandi bautiz¨® en el sentido m¨¢s oriental y m¨ªstico en ap¨®stol de la no violencia, propone, ahora que tiene ya 78 a?os, igual que en el momento de su conversi¨®n, hace m¨¢s de cincuenta, una alternativa a la vida de Occidente: la vida en comunidad.Detr¨¢s de ¨¦l -nunca lo aceptar¨ªa: detr¨¢s de s¨ª mismos-, 150 personas en la comunidad madre, y muchas m¨¢s en las otras tres francesas, en la italiana, la belga, la que hay en Canad¨¢, en Estados Unidos, en India, en Am¨¦rica Latina, que, a su vez, son semillas de otras nuevas. Ligados por votos religiosos, pero intereclesiales, anuales o perpetuos, los habitantes del Arca de No¨¦ viven en familia, se dedican a su propio mantenimiento natural y act¨²an sobre la sociedad civil con su lucha no violenta. ?Cuando creemosque la situaci¨®n lo exige -dice Lanza del Vasto a EL PAIS- dejamos nuestros huertos y nuestros talleres y salimos a las calles a dejarnos apalear por la polic¨ªa, a que nos conduzcan a los calabozos. Hacemos ayunos p¨²blicos y otros peque?os ejercicios de acci¨®n c¨ªvica no violenta... Y bien, a veces obtenemos lo deseado, y siempre hay peque?as victorias secretas. Sobre todo, los efectos de la no violencia en las almas. ?
Despu¨¦s de Lanza del Vasto empezaron los movimientos pacifistas en Francia y en Am¨¦rica Latina, sobre todo. Y los movimientos comunales. ?No me gusta la palabra comuna -dice Shantidas-. Los hippies, las drogas, la promiscuidad y todo eso. Prefiero hablar de comunidad.?
?Estamos intentando ordenar nuestra vida de tal modo que si todos hicieran lo mismo no habr¨ªa guerra, ni rebeli¨®n, ni miseria, ni servidumbre. Estas cuatro plagas que vienen de la mano del hombre no se detienen, y no se sabe por qu¨¦. Desde mi juventud -sigue- comprend¨ª que esas plagas no caen del cielo ni vienen como los cataclismos naturales, sino que nuestro modo de vivir en paz engendra la guerra y la destrucci¨®n. ? ?Y no por obra de los malos, o por la violencia de los violentos, sino por la obra de la gente de bien, que vive seg¨²n las leyes, la que cumple honestamente con su deber. Basta que la gente de orden sigamos haciendo lo que hacemos para que todo, en un momento dado, se caliente y estalle.?
Lanza del Vasto, el profeta de la vida comunal y pac¨ªfica, tiene, en los ojos p¨¢lidamente azules, ligeramente estr¨¢bicos cuando se queda abstra¨ªdo en su propio discurso, seguramente muchas veces repetido, algo del Mois¨¦s corpulento, fuerte y descalzo convocado por las barbas blancas y el cabello que alguna vez fue m¨¢s abundante. Frunce el ce?o b¨ªblicamente, y su voz, meridional y pausada, se carga de pasi¨®n. Mayte Etxegaray, una adoraci¨®n con la ropa talar que ellos mismos tejen, le acompa?a en su viaje espa?ol. Los dos muestran sobre el pecho la cruz griega que se?ala sus votos y la pertenencia a la comunidad. La de ¨¦l, que el propio Shantidas ha tallado, tiene en el reverso un le¨®n rampante: un signo del reino, una oscura imagen personal. De alguna manera, el l¨ªder por una vida natural tiene fuerza y alma de solitario. De solidario. ?Los siete votos que nos comprometen son: compromiso al trabajo manual, de obediencia a la decisi¨®n com¨²n, de responsabilidad y corresponsabilidad, de pobreza o de simplificaci¨®n de la vida, de no violencia, de veracidad y de purificaci¨®n.?
Y siguiendo estos preceptos, se forman las comunidades, que hilan y tejen ropas necesarias, iguales, con esa belleza de lo hecho a mano: azules para el trabajo, blancas para la fiesta. ?Le damos mucha importancia a las fiestas -dice este nuevo mahatma- A su preparaci¨®n y a su celebraci¨®n. En todas las comunidades hay un grupo de cantores y bailarines y m¨²sicos, se investiga en la m¨²sica tradicional popular y en la antigua religiosa.? Las de calle -faldas largas para las mujeres, pantal¨®n ancho y especie de poncho cosido para los hombres, jerseys de lana o camisas de algod¨®n blanco para unos y otros- son pardas. Trabajan la tierra y cuidan la granja, hacen queso y vino, hacen cacharros de alfarer¨ªa. Construyen su casa y viven en comunidad. ? La base es la familia -dice Lanza del Vasto- La pareja estable y los ni?os. A mediod¨ªa se come en com¨²n, todos juntos. Por la noche, las familias comen en su propio seno. Los solteros se re¨²nen entre s¨ª, o con los visitantes, que nunca faltan... La comunidad tiene un je fe, el jefe no violento, que debe re nunciar a su voluntad propia y ser la direcci¨®n de la voluntad com¨²n. Y los ni?os reciben la educaci¨®n de sus padres y de toda la comunidad, que es, por principio, educativa. Cada una de ellas tiene su propia. escuela, y m¨¢s tarde se manda a los chicos que lo desean a estudiar a la universidad. Todos ellos, estudiantes y no, en un momento dado deber¨¢n salir, viajar, hacer su propia experiencia, y si lo desean, despu¨¦s de algunos a?os de vida exterior, vuelven. Generalmente, esta experiencia la realizan en oficios de servicio: medicina, educaci¨®n, asistencia social. ?
Los males del mundo, pues, tienen un remedio. ?Y si no lo han tenido -dice Lanza del Vasto- es porque se le atribuyen causas falsas a causa de las cuatro plagas es, de un lado, la acumulaci¨®n de: bienes y el apego a ellos, y, de otro, la sed de poder. Son los cuernos del diablo. Pero de un diablo muy civilizado, muy atento a la legalidad, y, bastante te¨®logo tambi¨¦n. Que siempre encuentra justificaci¨®n. El resultado es la rivalidad universal... Yo no quiero jugar a este juego, no. quiero ganar ni perder.. Simplemente, no acepto esa regla de los negocios y de la pol¨ªtica, que es dar lo menos y sacar lo m¨¢s posible. Y mi camino ha sido no pagar a nadie ni permitir que nadie, me pague a m¨ª, y ver si las dos manos que Dios y la naturaleza me proporcionaron pueden nutrir la. boca de este cuerpo y hacer el techo que lo cobije, sin pesar y sin da?ar a nadie.?
. ?Y si no lo puedo hacer solo, lo har¨¦ con otros cuatro, o con otros cuarenta, o con otros cuatrocientos. Hasta ahora podemos mantenernos a nosotros, y tambi¨¦n a nuestros ni?os y a nuestros enfermos, y hasta nos sobra un poco para distribuir gratuitamente.? Es el apostolado de la vida rural y en igualdad. ?Si todos hicieran lo que nosotros -dice, insiste-, la guerra ser¨ªa un mal sue?o, la pobreza no existir¨ªa.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.