El quebrantahuesos
Jimmy Gim¨¦nez-Arn¨¢u, antes del braguetazo de oro con la nieta de Franco, nos hac¨ªa en Hermano Lobo una secci¨®n con pseud¨®nimo titulada Fauna espa?ola sin peligro. ?Te acuerdas, Chumy? Por cierto que Chumy Ch¨²mez me manda su ¨²ltimo libro, Con las tetas cruzadas, donde dice de s¨ª mismo:- Hace veinte a?os, Chumy Ch¨²mez no necesitaba presentaci¨®n.
Hace veinte a?os, el quebrantahuesos, hermoso p¨¢jaro nacional, pese a su macabro nombre, tampoco necesitaba presentaci¨®n en la fauna espa?ola. Hoy s¨ª, porque Otero, desde las sierras de Cazorla y Segura, nos dice que se trata de otra especie a extinguir gracias a la eficaz gesti¨®n de los organismos nacionales encargados de salvar estas ecolog¨ªas. Como no miro nunca el telechisme, no s¨¦ si Rodr¨ªguez de la Fuente se ocupa de denunciar estas cosas o sigue contando su historia de amor con la loba, que le convierte en una Caperucita con barba y a la viceversa.
El ¨²ltimo quebrantahuesos sobrevuela c¨¢tedras, zoolog¨ªas, entomolog¨ªas, serran¨ªas, Escuelas de Ingenieros, Cotos Nacionales, corresponsales de provincias y extensiones y muros de la patria m¨ªa, que se han quedado tiempo ha sin ganado, por la. desertizaci¨®n de la tierra y la emigraci¨®n de los hombres. Porque el que brantahuesos viv¨ªa de los huesos que su pico de hierro pinzaba en las sierras. No digo que el quebrantahuesos vaya a sustituir al ¨¢guila imperial en el escudo espa?ol, pero s¨ª que se ha convertido en el p¨¢jaro emblem¨¢tico, p¨®stumo y f¨²nebre de una Espa?a arruinada por cuarenta a?os de paz.
El hermoso rapaz sobrevolaba trasanta?o sobre los reba?os ovinos. Espa?a era Espa?a y los krausistas, los de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y Ortega sal¨ªan a andar y ver estas cosas. Hoy no salimos de la Gran V¨ªa y los minicines. Ya no hay reba?os que cantar, ya no se van los pastores, madre a Extremadura, pero ahora s¨ª que se queda la sierra -y toda la Espa?a, madre- triste y oscura.
Espa?a era fragosa y en los montes hab¨ªa perros asilvestrados, quebrantahuesos, maquis y rojos emboscados, mutilados de la guerra, que en los felices cuarenta se les llam¨® malditos cojos, porque hab¨ªan perdido una pierna en Brunete, y ahora, casi medio siglo m¨¢s tarde, son tan caballeros ex combatientes como el que m¨¢s, con derecho a asiento preferente en el carril s¨®lo bus.
Contra toda esa fragosidad y riqueza de la fauna pol¨ªtica, los Institutos de Colonizaci¨®n y Repoblaci¨®n Forestal, los de Concentraci¨®n Parcelaria y hasta puede que el Servicio Nacional del Trigo, repartieron veneno al desgaire por las sierras y las c¨¢rceles de Espa?a. Con don Juan Carlos y Su¨¢rez han podido volver los rojos a prueba de raticida ibys y algunos cojos malditos. El quebrantahuesos, necr¨®fago y solemne se?or de los cielos, se extingui¨® envenenado de estricnina y democracia org¨¢nica, y ni siquiera ha llegado, como las ¨¢guilas, a salir en las monedas de cinco duros.
Pero en el valle del Alto Guadalent¨ªn, sierra de Cabrilla, el ¨²ltimo quebrantahuesos planea a 2.000 metros de altura, adulto, se?or de los cantiles, exiliado de la nidificaci¨®n, amigo del doctor Valverde, nos mira, nos observa con sus, ojos de cielo y violencia, testigo casi mitol¨®gico de la miseria, desertizaci¨®n, soledad y mentira en que ha venido Espa?a. Nos odia.
El quebrantahuesos se alimentaba de huesos a los que chupaba la m¨¦dula. M¨¦dulas que han gloriosamente ardido, las de los espa?oles, en siglos de guerras civiles, de Quevedo para ac¨¢. En la cordillera Pirenaica late -rumor de alas, ¨¢ngel ca¨ªdo hacia el cielo- el quebrantahuesos con su familia plural, la mayor de Europa. En sierras de Cazorla y Segura, una sola ave sobreviviente, her¨¢ldica sobre su borrado escudo, contempla nuestras dictaduras, democracias y guerras civiles, la sa?a con que el espa?ol cainita ha despoblado su tierra.
Tiene el quebrantahuesos un cortejo rapaz y carro?ero: el buitre leonado, el alimoche, el ¨¢guila real. Los p¨¢jaros que s¨®lo Saint-John Perse supo ver en el aire. Dominaciones, tronos, querubines y potestades de la ecolog¨ªa, que ha sustituido a la teolog¨ªa. El cielo nos contempla por los ojos de acero y sangre de ese ¨²ltimo quebrantahuesos fiel a una pen¨ªnsula de locos. Que no se nos muera. Que no se diga.
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