Libros y temas de econom¨ªa
Iniciamos hoy una serie en la que se intentar¨¢ dar cuenta a los lectores de las principales novedades que se vayan produciendo en la literatura econ¨®mica. Su pretensi¨®n fundamental es algo diferente de las tradicionales rese?as bibliogr¨¢ficas de las revistas especializadas, porque su prop¨®sito no es tanto realizar una cr¨ªtica sobre textos de econom¨ªa, aunque procuraremos dar noticia de las principales aportaciones editoriales sino m¨¢s bien ofrecer al lector un juicio sobre los temas de actualidad cient¨ªfica y de la realidad econ¨®mica, aprovechando la oportunidad de la aparici¨®n de una obra y la celebraci¨®n de congresos, reuniones o debates en los que tales temas se aborden.
Un nuevo proteccionismo
No hay dos sin tres. El mundo occidental ha sufrido, dos grandes oleadas proteccionistas que tienen fechas y circunstancias semejantes. Fechas y circunstancias: los a?os siguientes a la crisis de 1880 y la d¨¦cada de 1930 nacida a la sombra cr¨ªtica de la gran depresi¨®n de 1929. No puede extra?ar que estos d¨ªas nuestros, batidos por la inflaci¨®n, el paro y los desequilibrios de la balanza de pagos, signos externos de la ?crisis de los setenta?, registren la tercera oleada hist¨®rica del proteccionismo.
La presencia de esta tercera oleada hist¨®rica del proteccionismo se manifiesta en m¨²ltiples decisiones diarias de la pol¨ªtica comercial de los distintos pa¨ªses: prohibiciones de importaci¨®n, fijaci¨®n de derechos compensatorios, subvenciones, no por ocultas menos existentes, a la exportaci¨®n. Decisiones todas ellas que, en ¨²ltima instancia, traducen el tiempo proteccionista que vivimos. Un tiempo para el que ya hay nombres: neoproteccionismo, nuevo proteccionismo, nuevo mercantilismo.
Es a este nuevo proteccionismo al que se refiere el reciente ensayo del antiguo ministro de Industria del general De Gaulle, Jean Marcel Jeanneney. Un ensayo escrito desde la crisis econ¨®mica actual y desde el marasmo econ¨®mico consecuente que afecta a las econom¨ªas occidentales.
Jeanneney cree que no es posible considerar la crisis de los setenta como una simple ca¨ªda de la actividad econ¨®mica, cuyos graves males -paro, inflaci¨®n, desequilibrio exterior- puedan curarse, como en otras recesiones anteriores, con una corta dieta estabilizadora. Las cosas son esta vez diferentes. El remedio de la crisis de los setenta reclama decisiones m¨¢s profundas y m¨¢s perseverantes. M¨¢s profundas: pues debe variarse la estructura productiva y la comercial creadas en los a?os sesenta. M¨¢s perseverantes: pues este cambio productivo no se consigue en poco tiempo, reclama un programa con anos de vigencia en que ese reajuste productivo pueda desarrollarse.
Efectos de la libertad comercial
Es en esta l¨ªnea de la crisis actual en la que deben considerarse los dos efectos que ha producido la libertad comercial para pronunciarse sobre la conveniencia de su aceptaci¨®n. Dos efectos, se afirma, ya que la libertad de comercio ha producido, para Jeanneney:
- Una intensificaci¨®n desordenada del comercio internacional, animada por facilidades crediticias y por ayudas semiocultas. Los hechos hablan con claridad sobre la importancia del comercio: entre 1948 y 1973 se ha multiplicado por seis y en la actualidad significa el 30% del producto bruto mundial. Esa importancia del comercio aumenta la interdependencia de las distintas econom¨ªas nacionales haci¨¦ndolas m¨¢s sensibles y vulnerables a la situaci¨®n y a las decisiones de otros pa¨ªses.
- La feroz competencia por ganar mercados exteriores, agudizada por la crisis, ha motivado inversiones exteriores y ayudas a la exportaci¨®n en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo (Corea, Taiwan, Brasil, Tailandia, Singapur) que han desplazado -y a veces barrido- del mercado a industrias y empresas de los pa¨ªses industriales, aumentando as¨ª la plaga contempor¨¢nea del paro. Mientras esa situaci¨®n perdure -subraya Jeanneney- se acentuar¨¢n las vacilaciones empresariales para invertir ?por la amenaza siempre presente de las importaciones futuras, cuyos precios y cantidades son absolutamente imprevisibles?.
No hacer nada en estas circunstancias supone afrontar un riesgo seguro: el de que el paro creciente -que puede originar la importancia y la especial competencia que gobierna el comercio exterior- termine haciendo sucumbir a la pol¨ªtica comercial a la tentari¨®n proteccionista y nacional, que tanto da?o ha causado a lo largo de la historia.
La alternativa del nuevo proteccionismo
Frente a este proteccionismo de viejo cu?o y de car¨¢cter nacional, Jean Marcel Jeanneney ofrece su alternativa de un nuevo proteccionismo. Ese nuevo proteccionismo est¨¢ apoyado en el reconocimiento de la importancia del comercio internacional para la vida econ¨®mica de los distintos pa¨ªses. No pueden tirarse por la ventana las oportunidades de enriquecimiento y de empleo que ha abierto la intensificaci¨®n del comercio exterior y su elevado nivel actual. Sin embargo, si la vieja soluci¨®n del proteccionismo nacional que acabar¨ªa con esta fuente de progreso econ¨®mico que es el comercio no es admisible, tampoco lo es el despreocuparse de la inestabilidad e incertidumbre que introducen las pr¨¢cticas comerciales actuales en los distintos pa¨ªses. Huyendo de estos dos peligros extremos, Jean Marcel Jeanneney busca una ?soluci¨®n de centro? consistente en propugnar un nuevo proteccionismo que ?organice la competencia internacional de los distintos pa¨ªses evitando sus efectos negativos?.
El antiguo ministro de Industria franc¨¦s se inclina as¨ª hacia una alternativa que ha recibido el apoyo de notables economistas y pol¨ªticos actuales: Raymond Barre (?s¨®lo unas reglas de juego definidas y aplicadas con generalidad pueden asegurar la expansi¨®n y continuidad en el comercio?), Etienne Davignon (?el reajuste y la reconversi¨®n industrial necesitan una competencia organizada?), y Oliver Long (?la actual situaci¨®n econ¨®mica requiere gestionar en com¨²n el comercio internacional?). Ese nuevo proteccionismo para Nean Marcel Jeanneney lo definen cuatro caracter¨ªsticas:
1. El espacio que debe protegerse no puede ser nunca el de un pa¨ªs aislado, sino el de una uni¨®n de pa¨ªses que formen una comunidad con potencia econ¨®mica apreciable. El ?nuevo proteccionismo? de Jeanneney piensa concretamente en la CEE. Esa Comunidad Econ¨®mica debe tener autoridad para establecer un ¨¢rea arancelaria que se respete rigurosamente por los distintos pa¨ªses que la integran.
2 El ?nuevo proteccionismo? se manifestar¨¢ a trav¨¦s de un arancel que tenga derechos variables y que se aplique a distintas mercanc¨ªas en funci¨®n de cu¨¢les sean sus caracter¨ªsticas de costes y precios, evitando cualquier competencia ruinosa para la Comunidad a la que afecta y modulando la protecci¨®n para realizar los ajustes industriales necesarios.
3. Esos derechos arancelarios variables deben acompa?arse de una planificaci¨®n sectorial que facilite el proceso de readaptaci¨®n de los sectores en crisis y la realizaci¨®n de inversiones conjuntas especialmente costosas. As¨ª concebido, ese nuevo proteccionismo es un instrumento para aproximar las estructuras econ¨®micas y sociales hacia un esquema ideal que la comunidad econ¨®mica a la que se refiere defina.
4. La Comunidad debe poseer un sistema monetario y definir una unidad monetaria ¨²nica.
5. La competencia debe garantizarse y ser activa entre los pa¨ªses que forman la Comunidad.
Dos observaciones
?Qu¨¦ decir de este nuevo proteccionismo que Jeanneney nos propone? Dos cosas al menos.
La primera, que el proteccionismo a secas -el nacionalista, el de siempre- lo tenemos hoy delante. Un proteccionismo con ra¨ªces profundas que Jeanneney denuncia: la crisis de sectores industriales enteros de las econom¨ªas desarrolladas de occidente que han perdido su vieja ventaja comparativa a golpes contundentes de los nuevos precios de la energ¨ªa y las materias primas o a golpes -a veces sucios -de la nueva competencia internacional abierta por los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Frente a ese viejo proteccionismo el nuevo proteccionismo de Jeanneney es un mal menor en cuanto comienza reconociendo el mal originario: la crisis econ¨®mica de los 70 que ha afectado a la competitividad de la industria en los pa¨ªses desarrollados y ha reclamado su dolorosa reestructuraci¨®n. Negar la reestructuraci¨®n industrial equivale a propugnar el proteccionismo si se aspira a la superviviencia de las empresas y sectores afectados para mantener el empleo. Afirmar la necesidad de reestructurar, pero dosificar el coste de ese proceso, es el camino por el qu¨¦ quiere llevarnos el nuevo proteccionismo de Jeanneney.
Esta alternativa, sin embargo, y este es el segundo comentario que sugiere el ensayo de Jeanneney, no obvia los claros peligros del proteccionismo tradicional: su tendencia a la autoperpetuaci¨®n, su car¨¢cter de costumbre viciosa. ?Los derechos arancelarios variables del nuevo proteccionismo lo ser¨¢n realmente? ?No se corre el riesgo de que esos derechos sean, como los antiguos derechos educadores de la industria naciente, m¨¢s vicio permanente que mecanismo de reajuste industrial? ?Qu¨¦ industria se reajustar¨¢ sabiendo que cuenta con protecci¨®n de partida?
Por otra parte, est¨¢n los peligros de las represalias ?no abriremos una guerra proteccionista, ruinosa para todos, con la aplicaci¨®n de esos derechos arancelarios por m¨¢s que los llamemos transitorios?
Son esas preguntas las que nos llevan a concluir que quiz¨¢ el nuevo proteccionismo no haga otra cosa que proclamar la presencia de un mal no resuelto: la falta de reajuste de las distintas econom¨ªas a la crisis y que mientras ese reajuste no se realice tendremos proteccionismo de una u otra naturaleza. Ahora bien, si algo es seguro es que ese reajuste de la estructura industrial a la crisis no ser¨¢ posible sin una estrecha cooperaci¨®n internacional y esa cooperaci¨®n internacional debe evitar la tentaci¨®n del proteccionismo. Reforzar las instituciones internacionales (GATT) que afirman la libertad de comercio y limitan el proteccionismo es, como ha afirmado la reconocida autoridad John Jackson, el camino para salir del vicio del proteccionismo actual. Pero para recorrer ese camino hay que tener la voluntad de hacerlo. Es ah¨ª donde reside la verdadera ra¨ªz del proteccionismo de nuestro tiempo: los distintos pa¨ªses no est¨¢n convencidos de la necesidad de una mayor libertad de comercio.
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