Mensaje de Juan Pablo II en Puebla
Los siguientes son los principales p¨¢rrafos del importante discurso pronunciado por Juan Pablo II en Puebla.?La conferencia que ahora se abre (...) se conecta con aquella, ya lejana, de R¨ªo de Janeiro, que tuvo como su fruto m¨¢s notable el nacimiento del CELAM. Pero se conecta a¨²n m¨¢s estrechamente con la II Conferencia de Medell¨ªn (...)
Deber¨¢, pues, tomar como punto de partida las conclusiones de Medell¨ªn, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones a veces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna cr¨ªtica y claras tomas de posici¨®n.?
?... vuestro deber principal es el de ser maestros de la verdad. No de una verdad humana y racional, sino de la verdad que viene de Dios, que trae consigo el principio de la aut¨¦ntica liberaci¨®n del hombre: conocer¨¦is la verdad y la verdad os har¨¢ libres? (Jn. 8.32).
?Vigilar por la pureza de la doctrina, base en la edificaci¨®n de la comunidad cristiana, es, pues, junto con el anuncio del evangelio, el deber primero e insustituible del pastor, del maestro de la fe. Adem¨¢s de la unidad en la caridad, nos urge siempre la unidad. De vosotros, pastores, los fieles de vuestros pa¨ªses esperan y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisi¨®n de la verdad sobre Jesucristo. Esta se encuentra en el centro de la evangelizaci¨®n y constituye su contenido esencial.?
?Del conocimiento vivo de esta verdad depender¨¢ el vigor de la fe de millones de hombres. Depender¨¢ tambi¨¦n el valor de su adhesi¨®n a la Iglesia y de su presencia activa de cristianos en el mundo. De este conocimiento derivar¨¢n opciones valores, actividades y comportamientos capaces de orientar y definir nuestra vida cristiana y de crear hombres nuevos y luego una humanidad nueva por la conversi¨®n de la conciencia individual y social. ?
Interpretaci¨®n arbitraria del Evangelio
?Corre hoy por muchas partes el fen¨®meno de la interpretaci¨®n arbitraria del Evangelio, resultado de especulaciones te¨®ricas m¨¢s bien que de aut¨¦ntica meditaci¨®n de la palabra de Dios y de un verdadero compromiso evang¨¦lico que causan confusi¨®n al apartarse de los criterios centrales de la fe de la Iglesia y se cae en la temeridad de comunicarlas, a manera de catequesis, a las comunidades cristianas.?
?En algunos casos o se silencia la divinidad de Cristo o se incurre de hecho en forma de interpretaci¨®n re?idas con la fe de la Iglesia. Cristo ser¨ªa solamente un profeta, un anunciador del reino y del amor de Dios, pero no el verdadero hijo de Dios ni ser¨ªa, por tanto, el centro y el objeto del mismo mensaje evang¨¦lico.?
?En otros casos se pretende mostrar a Jes¨²s como comprometido pol¨ªticamente, como un luchador contra la dominaci¨®n romana y contra los poderes, e incluso implicado en la lucha de clases. Esta concepci¨®n de Cristo como pol¨ªtico, revolucionario, como el subversivo de Nazaret, no se compagina con la catequesis de la Iglesia. Confundiendo el pretexto insidioso de los acusadores de Jes¨²s con la actitud de Jes¨²s mismo -bien diferente- se aduce como causa de su muerte el desenlace de un conflicto pol¨ªtico y se calla la voluntad de entrega del Se?or y aun la conciencia de su misi¨®n redentora.?
?Cualquier silencio, olvido, mutilaci¨®n o inadecuada acentuaci¨®n de la integridad del misterio de Jesucristo que se aparte de la fe de la Iglesia no puede ser contenido v¨¢lido de la evangelizaci¨®n.?
?En la amplia documentaci¨®n con la que hab¨¦is preparado esta Conferencia, particularmente en las aportaciones de numerosas Iglesias, se advierte a veces un cierto malestar respecto de la interpretaci¨®n misma de la naturaleza y misi¨®n de la Iglesia. Se alude, por ejemplo, a la separaci¨®n que algunos establecen entre Iglesia y Reino de Dios. Este, vaciado de su contenido total, es entendido en sentido m¨¢s bien secularista: al Reino no se llegar¨ªa por la fe y la pertenencia a la Iglesia, sino por el mero cambio estructural y el compromiso socio-pol¨ªtico. Donde hay un cierto tipo de compromiso y de praxis por la justicia, all¨ª estar¨ªa ya presente el Reino. ?
? Se genera en algunos casos una actitud de desconfianza hacia la Iglesia institucional u oficial, calificada como alienante, a la que se opondr¨ªa otra Iglesia popular, que nace del pueblo y se concreta en los pobres. Estas posiciones podr¨ªan tener grados diferentes, no siempre f¨¢ciles de precisar, de conocidos condicionamientos ideol¨®gicos. ?
??C¨®mo podr¨ªa haber una aut¨¦ntica evangelizaci¨®n si faltase un acatamiento pronto y sincero al sagrado magisterio, con la clara conciencia de que someti¨¦ndose a ¨¦l el pueblo de Dios no acepta una, palabra de hombres, sino la verdadera palabra de Dios??
No es el hombre un ser sometido a los procesos econ¨®micos o pol¨ªticos
?Esta verdad completa sobre el ser humano constituye el funda-
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Mensaje de Juan Pablo II en Puebla
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mento de la ense?anza social de la Iglesia, as¨ª como es la base de la verdadera liberaci¨®n. A la luz de esta verdad, no es el hombre un ser sometido a los procesos econ¨®micos o pol¨ªticos, sino que esos procesos est¨¢n ordenados al hombre y sometidos a ¨¦l. ?
?De este encuentro de pastores saldr¨¢, sin duda, fortificada esta verdad sobre el hombre que ense?a la Iglesia. ?
?Esta ser¨¢, ante todo, unidad entre vosotros mismos, los obispos. ?
?Esta unidad episcopal viene no de c¨¢lculos y maniobras humanas, sino de lo alto del servicio a un ¨²nico Se?or, de la unidad que resulta de la misi¨®n que Cristo nos ha confiado ... ?
Debe salvaguardarse la unidad eclesial
Ese don precioso de la unidad eclesial debe ser salvaguardado entre todos los que forman parte del pueblo peregrino de Dios.
?En todos los tiempos ha habido admirables figuras de obispos profundamente empe?ados en la promoci¨®n y en la valiente defensa de la dignidad humana de aquellos que el Se?or les hab¨ªa confiado. Lo han hecho siempre bajo el imperativo de su misi¨®n episcopal, porque para ellos la dignidad humana es un valor evang¨¦lico que no puede ser despreciado sin grande ofensa al Creador. ?
?No ignoro cu¨¢ntos problemas se plantean hoy, en esta materia en Latinoam¨¦rica. Como obispos no pod¨¦is desinteresaros de ellos. Se que os propon¨¦is llevar a cabo una serie reflexi¨®n sobre las relaciones e implicaciones existentes entre evangelizaci¨®n y promoci¨®n humana o liberaci¨®n, considerando, en campo tan amplio e importante, lo espec¨ªfico de la presencia de la Iglesia.?
?La Iglesia quiere mantenerse libre frente a los opuestos sistemas, para optar s¨®lo por el hombre, cualesquiera sean las miserias o sufrimientos que aflijan al hombre, no a trav¨¦s de la violencia, de los juegos de poder, de los sistemas pol¨ªticos, sino por medio de la verdad sobre el hombre, camino hacia un futuro mejor.?
?Nace de ah¨ª la constante preocupaci¨®n de la Iglesia por la delicada cuesti¨®n de la propiedad. ?
?La Iglesia ve con profundo dolor el aumento masivo, a veces. de violaciones de derechos humanos en muchas partes del mundo... ?Qui¨¦n puede negar que hoy d¨ªa hay personas y poderes civiles que violan impunemente derechos fundamentales de la persona, tales como el derecho a nacer, el derecho a la vida, el derecho a la procreaci¨®n responsable, al trabajo, a la paz, a la libertad y a la justicia social, el derecho a participar en las decisiones que conciernen al pueblo y a las naciones? ?Y qu¨¦ decir cuando nos encontramos ante formas variadas de violencia colectiva, como la discriminaci¨®n racial de individuos y grupos, la tortura f¨ªsica y psicol¨®gica de presos y disidentes pol¨ªticos??
?Liberaci¨®n como superaci¨®n de las diversas servidumbres e ¨ªdolos que el hombre se forja y_como crecimiento del hombre nuevo. Liberaci¨®n que dentro de la misi¨®n propia de la Iglesia no se reduzca a la simple y estrecha dimensi¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica, social o cultural, que no se sacrifique a las exigencias de una estrategia cualquiera, de una praxis o de un ¨¦xito a corto plazo.?
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