Una historia inveros¨ªmil
Aun sin conocer la novela original de Vincenzo Cerami, a partir de la cual el realizador y Sergio Amidei han escrito el gui¨®n de la pel¨ªcula, es preciso hacer constar, ante todo, que esta historia singular se divide en dos partes bien diferenciadas, en dos filmes distintos, se dir¨ªa. El primero, de pura exposici¨®n, profundo. fresco y sat¨ªrico; el segundo inveros¨ªmil, absurdo y aburrido. El primero nos cuenta con humor excelente la vida de un peque?o burgu¨¦s muy bien interpretado por Alberto Sordi, su violencia escondida, sus frustraciones y alegr¨ªas, su af¨¢n de realizarse a trav¨¦s del hijo, como todos los padres de los m¨¢s opuestos estratos sociales, sus sue?os de un porvenir tranquilo y brillante para el muchacho al que torpe y todo, piensa sacar adelante.Este largo cap¨ªtulo, que incluye el ingreso del padre en la Masoner¨ªa a fin de conseguir las recomendaciones necesarias, se halla en la l¨ªnea mejor de un Monicelli original y vivo, a un tiempo divertido y humano. Todo lo que sigue a la muerte del hijo por un grupo de j¨®venes delincuentes habituales, parece, en cambio, un relato de historia ficci¨®n, truculento y desma?ado.
Un burgu¨¦s peque?o, muy peque?o
Director: Mario Monicelli. Gui¨®n de Monicelli y Sergio Amidei, seg¨²n la novela de Vincenzo Cerami. Int¨¦rpretes: Alberto Sordi, Shelley Winters, Romolo Valli, Vincenzo Crocitti. Italia. Melodrama. 1977. Local de estreno: Cine Pompeya.
No se llega a saber muy bien si el rapto del asesino del hijo por el padre de ¨¦ste y las torturas a que le somete posteriormente, explicadas con toda clase de detalles innecesarios, pretenden ser acusaci¨®n o justificaci¨®n, retrato de una clase social concreta o de un individuo en solitario. Pues resulta evidente que este humor de la segunda parte viene poco a prop¨®sito, se evidencia tan falso como toda la reacci¨®n del personaje.
Posiblemente, Monicelli ha querido realizar un filme cruel, pero mucho nos tememos que, a la postre, s¨®lo haya alcanzado a ofrecernos un filme rid¨ªculo. De tal modo se amontonan las desgracias, las l¨¢grimas, el forzado rencor y la falsa venganza sobre un fondo de pretendida cr¨ªtica social que no va m¨¢s all¨¢ de la pura superficie. Ni la evoluci¨®n del personaje clave de la obra se halla justificada por la muerte del hijo ni la brusca revelaci¨®n de su pasi¨®n criminal nos explica c¨®mo un simple empleado bur¨®crata se convierte repentinamente en s¨¢dico.
Por todo ello, por su planteamiento desafortunado, por la mezcla no conseguida de tan diversos estilos y, sobre todo, por lo incre¨ªble de la historia en su segunda mitad, ¨¦sta, que podr¨ªa haber recordado lo mejor de Chejov, recuerda en su mitad final a los peores melodramas populares.
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