El debate sobre terrorismo
UNO DE los elementos que m¨¢s se echa en falta en nuestra naciente democracia es la casi inexistencia de debates abiertos y en directo sobre las grandes cuestiones de la vida p¨²blica, y parece evidente que la Televisi¨®n tiene un papel decisivo en ese acercamiento a los ciudadanos. Ni que decir tiene que es condici¨®n para la veracidad de esos encuentros que se realicen en directo, ¨²nica garant¨ªa de que las tijeras de los montadores y las repeticiones en la moviola no sirvan de maquillaje protector a los participantes. Un programa de la Segunda Cadena -La clave- ha deparado en ocasiones la oportunidad de presenciar interesantes debates en vivo sobre temas tambi¨¦n de inter¨¦s para el auditorio, como la c¨¦lebre controversia sobre los errores judiciales, que le cost¨® una sanci¨®n al fiscal Chamorro. En cambio, han sido poco frecuentes y han tenido a¨²n peor fortuna los Cara a cara y las mesas redondas en directo con la intervenci¨®n, como estrellas invitadas, de hombres p¨²blicos. El insulso y confuso debate entre los se?ores Abril Martorell, Camacho y Redondo de hace unas pocas semanas mostr¨® c¨®mo la falta de h¨¢bito, los acuerdos previos y el temor a entrar en harina pueden incluso hacer a?orar aquellas inefables charlas domesticadas que se realizaban durante el franquismo.El programa especial sobre el terrorismo hab¨ªa despertado tanta o m¨¢s expectaci¨®n que el debate en el que el ministro de Econom¨ªa y los l¨ªderes de CCOO y UGT decepcionaron a los espectadores. Si los problemas del paro, la inflaci¨®n, la carest¨ªa de la vida y la conflictividad laboral nutren la vida cotidiana de la gran mayor¨ªa de nuestros compatriotas, la violencia de ETA, de los GRAPO y de la ultraderecha alimenta sus pesadillas nocturnas. Sin embargo, los cuatro invitados al programa frustraron la esperanza de que tan notables personalidades arrojaran alguna luz sobre esa sombr¨ªa realidad. El ministro del Interior y candidato en Le¨®n por UCD y el ex presidente de la Comisi¨®n de Defensa del Congreso y candidato en Guip¨²zcoa por el PSOE libraron una absurda y penosa batalla preelectoral a prop¨®sito de dotaciones de cartuchos, campos de tiro, parque m¨®vil, programas docentes en la Escuela de Polic¨ªa, amor a los cuerpos de seguridad, respeto a la democracia, rechazo del terrorismo y juicios sobre esa nueva variante de Ave F¨¦nix que atiende por el nombre de comisario Conesa; batalla en la que, por lo dem¨¢s, las muchas tablas, el buen entrenamiento ante los focos y una mayor confianza en su papel del se?or Mart¨ªn Villa le dieron una holgada victoria a los puntos sobre el se?or M¨²gica. El presidente de la Asociaci¨®n de la Prensa ofreci¨® su p¨®cima m¨¢gica para combatir el terrorismo, tanto m¨¢s extra?a cuanto que procede de los alambiques de un veterano profesional de la informaci¨®n: para que una cosa deje de existir hay que dejar de hablar de ella. Carrero Blanco no lo hubiera expresado mejor. Finalmente, un catedr¨¢tico de Derecho Penal escalofri¨® a los televidentes con su concepto de la ciencia que cultiva. Que el decreto-ley de 26 de enero sea o no anticonstitucional es, al parecer, asunto de menos importancia, pues lo ¨²nico pertinente es saber -como si de una lavadora se tratara- si funciona; opini¨®n que, en labios de un jurista, es simplemente estremecedora. El se?or Stampa fue presentado, por lo dem¨¢s, como ?¨¢rbitro? del encuentro; pero su en¨¦rgica defensa del ¨¢rea del Gobierno a prop¨®sito del sospechoso decreto, cuyo ¨¢mbito desborda ampliamente el campo del terrorismo para invadir zonas tan alejadas del tema como los piquetes de huelgas, dej¨® pocas dudas sobre su condici¨®n de jugador y sobre el equipo que lo alineaba. Si a esto se a?ade la presentaci¨®n en forma de encuesta de una caprichosa selecci¨®n de respuestas recogidas en la calle sin la menor garant¨ªa de representatividad, se comprender¨¢ f¨¢cilmente el fracaso del debate.
Y mientras tanto quedaron fuera de las contestaciones las principales interrogantes sobre un tema que tan justificadamente preocupa a los espa?oles. Y muy en especial sobre la manifestaci¨®n m¨¢s agresiva y menos suprimible mediante procedimientos puramente polic¨ªacos de la violencia en nuestro pa¨ªs: el terrorismo de ETA.
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