Una espa?ola, condenada en Francia por infanticidio
Elvira Ramos, andaluza, veintitr¨¦s a?os de edad, fue condenada anteayer a cuatro a?os de c¨¢rcel en Carpentras (sur de Francia) por ser ?madre infanticida?. El d¨ªa 22 de septiembre de 1977, Elvira alumbr¨® una criatura y, acto seguido, la meti¨® en un saco de pl¨¢stico al que golpe¨® con una podadera hasta dar muerte al reci¨¦n nacido.
Primero, los hechos hasta el d¨ªa de autos: Elvira, en su pueblo, conoci¨® a un alba?il del que se enamor¨®, parece ser, y con el que hizo el amor. Cuando le inform¨® de que se encontraba en estado, el alba?il se lav¨® las manos y la despidi¨® sin contemplaciones. Su madre no reaccion¨® mejor al enterarse de la ?desgracia?, y, adem¨¢s, le advirti¨®: ?Mucho cuidado, arr¨¦glatelas como puedas ,y, sobre todo, que tu padre no se entere de nada.? Meses despu¨¦s, Elvira, con su padre y con su hermana Mar¨ªa, viaj¨® al sur de Francia para ganarse unos cuartos en las vendimias. Su vientre abultado lo disimulaba como pod¨ªa. La familia Ramos cruz¨® la frontera, comenz¨® la tarea en los vi?edos, y s¨®lo hab¨ªan pasado dos d¨ªas cuando Elvira, por la noche, acus¨® los dolores del parto. A su padre le dijo que le dol¨ªa el est¨®mago y, sola, al borde de un caldero, alumbr¨®.Asustada y miedosa, le ense?¨® el caldero a su hermana Mar¨ªa y le pidi¨® que le buscara una podadera de vi?a. Entretanto, introdujo la criatura en un saco de pl¨¢stico y, despu¨¦s, rog¨® a Mar¨ªa que lo golpeara con la podadera. As¨ª lo hizo la hermana, pero, horrorizada, escap¨® corriendo. Elvira, enloquecida, remat¨® al cr¨ªo y escondi¨® el bulto a algunos metros de distancia del caser¨ªo en el que pernoctaban. Al d¨ªa siguiente, un m¨¦dico orden¨® la hospitalizaci¨®n de Elvira, por hemorragia, en la ciudad de Orange. Aqu¨ª los expertos descubrieron inmediatamente que se trataba de una mujer que acababa de dar a luz.
Elvira fue inculpada por ?madre infanticida?. Se instruy¨® el proceso y, anteayer, se celebr¨® el juicio. El abogado general, de entrada, propuso se le ense?aran al jurado las fotograf¨ªas del reci¨¦n nacido mutilado, pero el presidente del Tribunal se opuso. El psiquiatra estim¨®: ?Hay que tener en cuenta el problema sociocultural y no olvidar el entorno de un pueblo espa?ol en el que el patriarcado contin¨²a reinando.? El abogado general no admiti¨® ning¨²n atenuante: Elvira, repiti¨®, ha cometido un asesinato y no hay posibilidad de clemencia. Para convencer al jurado record¨® que en 1556, bajo el reinado de Enrique II, las madres infanticidas eran enterradas vivas. El abogado defensor de Elvira, en opini¨®n de testigos presenciales, realiz¨® una ?extra?a? labor: empez¨® manifestando su ?malestar de hombre? por tener que defender a una madre ?as¨ª?. Lament¨® que en el banco de los acusados no estuviera sentado tambi¨¦n el padre de la criatura y no aludi¨® en ning¨²n momento al padre de Elvira. Lo esencial de su defensa consisti¨® en desarrollar un postulado, seg¨²n el cual, ?Espa?a no es Francia: En Francia, dijo, existen leyes que liberalizan el aborto y la contracepci¨®n?. Afirm¨®, para terminar, que ?Elvira, de haber sido francesa, no ser¨ªa acusada de infanticidio porque hubiese podido matar legalmente al feto?.
El mismo d¨ªa, en otro pueblo franc¨¦s, Vesoul, otras dos madres infanticidas, francesas, fueron condenadas. Elvira, a lo largo del juicio, reconoci¨® los hechos, pero no supo dar ninguna explicaci¨®n. ?nicamente se refiri¨® en varias ocasiones al miedo horrible que, durante el embarazo, le inspiraba la idea de que ?si mi padre supiera...?.
Todo el proceso, en definitiva, lo que cuestiona es un comportamiento individual que no puede desligarse de un marco superior y condicionante: el que marca una moral social muy concreta que resulta mucho m¨¢s reacia, en ocasiones, al cambio en la sociedad rural que en la urbana.
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