Cuando los "maquetos" son "abertzales"
?Los ni?os de Santuchu -segunda generaci¨®n inmigrante- salen de las escuelas con el bullicio habitual a mediod¨ªa. El barrio, todo empinado y angosto, absorbe una poblaci¨®n obrera de 80.000 personas, con un alt¨ªsimo porcentaje de lo que en tiempos de Sabino Arana eran maquetos. Hoy, los ni?os van a la ikastola en un deseo final de integraci¨®n y atraviesan las calle emborronadas de pintadas, incomprensibles para ellos, que reclaman los fueros y se niegan a admitir la Constituci¨®n. Pintadas en castellano para una ansiedad vasca que han visto siempre con simpat¨ªa los obreros extreme?os, los castellanos, hasta los andaluces que viven el tormento urban¨ªstico de Bilbao.?Yo soy soriano, pero ahora me siento completamente vasco. Y eso que hace catorce a?os, cuando vine aqu¨ª a estudiar en la Universidad de Deusto, me llamaban maqueto y mestizo.? De las revueltas del 68 conserva Jes¨²s Ome?aca un tiro en la mano derecha y viejas cicatrices de palizas. ?La gente de Recaldeberri, donde vivo, le tiene, sobre todo, simpat¨ªa a los partidos abertzales. Aunque voten al PSOE, a la hora de las peque?as batallas diarias son partidarios de esta izquierda patri¨®tica y sienten profundamente todo lo vasco. Participan en las fiestas, se integran en los orfeones, y son, precisamente, la gente que m¨¢s demanda de euskera tiene. Por el contrario, el PNV no tendr¨¢ nunca un voto inmigrante, es un partido burgu¨¦s, y yo dir¨ªa que todav¨ªa conserva un cierto estigma de racismo, a pesar de contar con una masa obrera vasca importante.?
El PNV, expresi¨®n de la atipicidad vasca
Y, sin embargo, es Vizcaya la provincia vasca donde el Partido Nacionalista tiene mayor influencia, donde los peneuvistas ocupan altos cargos en la C¨¢mara de Comercio, empiezan a copar la universidad y todas las esferas con capacidad decisoria de la vida p¨²blica. Su postura moderada, pero inflexible, en el tenia de la autonom¨ªa le ha convertido en un partido clave para llevar adelante lo que se denomina la normalizaci¨®n del pa¨ªs.
Y aunque la izquierda abertzale no le perdone indiscriminadas condenas de la violencia que se han plasmado en una manifestaci¨®n muy discutida, y algunas noticias de primera del diario Deia, portavoz del partido, lo cierto es que todos saben que hay que contar con ¨¦l.
El PNV del barrio de Bego?a, en Bilbao, criticaba recientemente la situaci¨®n de estado de sitio creada por las fuerzas de orden p¨²blico en Euskadi, mientras la l¨ªnea oficial del partido no duda en aplaudir la negociaci¨®n del Gobierno espa?ol ante el franc¨¦s, que ha dado como resultado la entrega a la polic¨ªa de Pamplona de siete supuestos etarras. Alas progresistas, moderadas, racistas y derechistas se dan cita en este partido vasco, interclasista ?at¨ªpico? en palabras de un periodista de Bilbao.
Bilbao: sin novedades ps¨ªquicas
El clima de violencia, los controles policiales, los atentados casi diarios, si se incluyen atracos y petardos de importancia secundaria, no han impedido que, precisamente este a?o pasado, haya sido el primero que Bilbao ha disfrutado de fiestas populares. Fiestas que, como la Tamborada donostiarra, han estado a punto de terminar como el rosario de la autora, por la tensi¨®n pol¨ªtica que se vive. Pero al final todo fue bien.
?La gente est¨¢ tranquila aqu¨ª, en Vizcaya -comentan los psiquiatras del centro extrahospitalario que tiene la Diputaci¨®n en Santuchu, en el viejo emplazamiento de la c¨¢rcel de Bilbao- Antes ven¨ªan de vez en vez mujeres de guardias civiles o polic¨ªas, ahora ya ni siquiera. Tenemos los mismos enfermos de siempre, las causas son las generales, si se except¨²an unos cuantos casos m¨¢s de gente con man¨ªa persecutoria, que viene al consultorio en cuanto saca la prensa una nota que habla de detenciones.? Y es que la peque?ez del territorio hace que casi todo el mundo conozca a alg¨²n detenido, represaliado, encarcelado, amenazado, etc¨¦tera.
Los 2.600.000 habitantes de Euskadi, que incluye, inexorablemente, las cifras de Navarra, cuna de todo lo vasco, se han visto afectados gravemente por el desempleo en los dos ¨²ltimos a?os. La cifra de parados supera casi las 90.000 personas en un territorio sonre¨ªdo siempre por la fortuna econ¨®mica. ?Si a ello a?adimos la frustraci¨®n del vasco, que no ha visto satisfecha ninguna de sus aspiraciones auton¨®micas despu¨¦s del 15 de junio de 1977, se comprende mejor el dramatismo de la vida diaria.? Alfonso P¨¦rez-Agote, vicedecano de la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Lejona, es un ferviente defensor de lo peque?o frente a lo grande. Del Estado vasco frente a la magnitud de una Europa unida, por ejemplo. ?Aqu¨ª se ha sufrido mucho. Conseguir que la ?kurri?a pueda ondear tranquilamente en el pa¨ªs ha costado tantos muertos, de uno y otro lado, que es l¨®gico que se le d¨¦ mucho valor. Y, sin embargo, ?era tan importante? Yo recuerdo los tiempos en que una correa de reloj verde, blanca y roja era sospecha suficiente para meterle a uno en la c¨¢rcel. Esas cosas dif¨ªcilmente se olvidan.?
La creaci¨®n de realidad vasca
Entonces se funciona, por lo menos en lo sentimental y verbal, salt¨¢ndose la realidad que se?alan los mapas y las normas escritas en Madrid. Navarra es para todos Euskadi. Las provincias vasco francesas son para todos Euskadi norte. ?El vasco crea la realidad, ya que se le niega todo?, insiste el profesor P¨¦rez-Agote, en su vertiente de soci¨®logo.
Pocas angustias nuevas puede a?adir el clima de violencia que se respira a la brutalidad con que han sido concebidas las barriadas populosas de Bilbao. El ?Bocho?, es decir, el agujero, enterrado entre monta?as verdes por donde asoman todav¨ªa m¨¢s chimeneas fabriles, m¨¢s almacenes, cuenta con las tasas m¨¢s altas de consumo de alcohol de Espa?a, especialmente en barrios como Recaldeberri, cualquiera de los diecinueve municipios del gran Bilbao. A ello hay que a?adir la aglomeraci¨®n f¨ªsica. El 85% de la poblaci¨®n de Vizcaya se concentra en el 10% del territorio, y si nadie lo remedia, esta provincia dar¨¢ cabida para el a?o 2000 a la mitad de la poblaci¨®n de Euskadi.
El poder econ¨®mico de los tiempos de expansi¨®n, cuando llegaron las primeras remesas de trabajadores de otras zonas, no supuso jam¨¢s mejoras sociales. ?Hay problemas extra?os, como falta de agua en algunas zonas de Vizcaya, porque ya no es posible traerse las del Ebro, como se ha hecho hasta ahora. Entonces, lo que parece ser la ¨²nica soluci¨®n, el agua de la r¨ªa, est¨¢ tan contaminada que exige una inversi¨®n de 20.000 millones de pesetas para su saneamiento. Otra cosa terrible es la situaci¨®n sanitaria aqu¨ª. La propia Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha se?alado como el coeficiente mental de los ni?os de esta zona es inferior a la media espa?ola, debido a la falta de espacios verdes que impide a los ni?os jugar?.
La margen izquierda del Nervi¨®n, llena de costras de ¨®xido, no es la ¨²nica zona industrial de Vizcaya. S¨®lo en Recaldeberri se mezclan con las casitas endebles y las chabolas que a¨²n quedan 380 industrias con veintiocho agencias de transportes que martirizan con ruidos, humos, atropellos, la vida cotidiana, ?casi hasta hacernos desear la goma-2?, puntualiza un habitante del barrio.
Una frontera de muertos
Circulan las furgonetas grises de las FOP, representadas masivamente en Euskadi. Un polic¨ªa cada doscientos cincuenta habitantes frente a un m¨¦dico cada seiscientos. Y en esto, el Gobierno sigue los pasos represores del franquismo que decretaron, uno tras otro, estados de excepci¨®n para el Pa¨ªs Vasco, haciendo caso omiso de las ra¨ªces sociales de la violencia. Desde entonces, las Fuerzas de Orden P¨²blico han aumentado hasta 11.000 miembros, ?y ni siquiera las controla el Consejo General Vasco?, insiste P¨¦rez-Agote. Las negociaciones para organizar una polic¨ªa aut¨®noma se paralizan constantemente y, mientras tanto, crecen el odio y el resentimiento. Y aunque no existe la dureza f¨ªsica de una frontera, la distancia entre Madrid y Euskadi crece, agrandada por una lista interminable de muertos y heridos, que s¨®lo el a?o pasado, uno de los m¨¢s terribles que ha conocido este territorio, incluyendo enero del presente, ha sumado 83 muertos y casi 120 heridos.
Esta distancia ha poblado de an¨¦cdotas de rivalidad las conversaciones, ?siga usted, pues yo no s¨¦ si ser¨¢ verdad, pero a m¨ª me han contado que en Madrid no quieren ya los productos vascos?, comenta un taxista de Burgos, que lleva en Euskadi cinco a?os. ?Y, la verdad, que esto tampoco est¨¢ bien, porque aqu¨ª no tenemos culpa de nada. Bastante dif¨ªcil es la vida ya.
Las matr¨ªculas de coches
Y es como si de repente las matr¨ªculas de coche vascas fueran un desaf¨ªo a la normalidad ciudadana espa?ola, y todo el mundo cuenta que a un amigo, que a alguien le pincharon las ruedas del coche con matr¨ªcula de San Sebasti¨¢n, en Zaragoza, o en Burgos, o en Sevilla. Y as¨ª hasta el infinito. Cuando s¨®lo un 2,5% de la poblaci¨®n de Euskadi considera ¨²til la violencia para resolver su situaci¨®n, seg¨²n las estad¨ªsticas de la C¨¢mara de Comercio de Bilbao, y todos, hasta los m¨¢s radicales comprenden los problemas que se derivan de esta inestabilidad cr¨®nica, es el propio Francisco Letamend¨ªa, candidato a la coalici¨®n de izquierda abertzale Herri Batasuna, declaraba hace escasas semanas al diario Hierro, de Bilbao: ?Nos damos cuenta de que esta situaci¨®n es perjudicial para la econom¨ªa y para otras muchas cosas en Euskadi, lo que ocurre es que no somos nosotros los que la hemos creado. Lo que Herri Batasuna est¨¢ haciendo es plantear un programa de paz.?
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