El reto de Felipe Gonz¨¢lez

ADOLFO SUAREZ, hace pocos d¨ªas, expuso la discutible tesis de que los comicios de marzo no van, en realidad, a elegir diputados y senadores sino, fundamentalmente, la persona que va a presidir el Gobierno durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Nada justifica, ni en la Constituci¨®n ni en el sistema de partidos, ni en la ley electoral, semejante aserto. De acuerdo con nuestro ordenamiento jur¨ªdico, si UCD obtuviera la mayor¨ªa absoluta en el Congreso podr¨ªa formar un gobierno monocolor; pero en ninguna parte est¨¢ escrito que el se?or Su¨¢rez tuviera que ser obligatoriamente su presidente.Adolfo Su¨¢rez ha jugado hasta ahora con maestr¨ªa el p¨®ker de la vida pol¨ªtica. Ha dado pases negros, utilizado el farol en su momento oportuno, tirado las cartas cuando lo aconsejaba la prudencia y aprovechado sus buenas rachas. Con su declaraci¨®n sobre el supuesto car¨¢cter presidencialista de las pr¨®ximas elecciones se ha marcado, sin embargo, un envite del que ya no puede volverse atr¨¢s si quiere ser pundoroso. Al sentar la doctrina de que los votantes van a elegir entre su persona y la de Felipe Gonz¨¢lez, est¨¢ moral y pol¨ªticamente obligado a responder afirmativamente al reto que le ha lanzado el primer secretario para un debate cara a cara en televisi¨®n. El rechazo por Adolfo Su¨¢rez de ese desaf¨ªo significar¨ªa impl¨ªcitamente devolver a los comicios de marzo su primitivo sentido unas elecciones legislativas en las que compiten partidos y candidatos al Congreso y al Senado, no una lucha entre dos l¨ªderes que se disputan la presidencia del Gobierno. Pero los electores, claro est¨¢, nos sentir¨ªamos muy defraudados; y los admiradores de Adolfo Su¨¢rez tendr¨ªan que reconocer que, al menos en esta ocasi¨®n, no se ha atrevido a igualar un envite por temor a que las cartas del adversario -su capacidad para derrotarle en un debate en directo por televisi¨®n- fueran mejores que las suyas.