Los presos sociales y los "pasotas" se pronuncian abiertamente por la abstenci¨®n
Posiblemente son los pasotas quienes producen los dolores de cabeza m¨¢s intensos a los te¨®ricos de los partidos. Ni la derecha ni la izquierda acaba de comprender de d¨®nde procede, ni lo que busca, todo este batall¨®n que parece haber surgido de bajo tierra de pocos a?os ac¨¢. Su manera de hablar, pensar y vivir no se ajusta a las reglas del juego del establishment; van por libre, molestan a los bienpensantes y no quieren ni o¨ªr hablar de la pol¨ªtica de los partidos, para cuyos dirigentes tienen apelativos tales como ?evangelizadores, muermos, padres de la Patria, redentores de la Humanidad? y expresiones similares.La misma palabra pasota resulta todav¨ªa bastante ambigua. Se ha convertido en el caj¨®n de sastre a donde han ido a parar todos aquellos que no quieren saber nada ni de la sociedad capitalista, ?alienante y martirizante?, por utilizar sus mismas palabras, ni de la comunista, ¨ªdem de ¨ªdem y, adem¨¢s, a?aden, comecocos de los obreros. Y, aunque dentro de este grupo humano coexisten descontentos quincea?eros con descontentos que ya han cumplido los sesenta, los partidos suelen asociar la palabra pasota con la juventud, el porro y dem¨¢s. Es por esta causa que los pol¨ªticos crean que solucionando los problemas de la juventud se combate el pasotismo. As¨ª, en los programas electorales, se dedica amplio espacio a prometer empleo juvenil, igualdad de salarios y centros de reuni¨®n para ocupar el ocio y el tiempo libre de los j¨®venes.
Para comprender la perspectiva desde la que abordan el tema los partidos de derecha y centro habr¨ªa que rese?ar unas declaraciones muy recientes de la candidata al Congreso por UCD Carmela Garc¨ªa Moreno: ?Me siento integrada en la juventud, pero me preocupa el fen¨®meno del pasotismo, que va calando d¨ªa a d¨ªa entre los j¨®venes de todas las tendencias pol¨ªticas. O, lo que es peor, sin ilusi¨®n pol¨ªtica alguna. Aunque creo firmemente que es un sarampi¨®n que pasar¨¢ pronto. En cuanto vean que la sociedad construye para ellos un mundo que no ser¨¢ exclusivo de los que gobiernan ni s¨®lo para los mayores.?
Lo que m¨¢s cuesta de entender a los pol¨ªticos es que haya pasotas marginados o marginales que no quieren dejar de serlo, que rechazan de plano todo lo que ellos les ofrecen. Al pleno empleo, al trabajo m¨¢s o menos alienante de las f¨¢bricas o ministerios, ellos contraponen el trabajo artesanal, la subsistencia en comunas agr¨ªcolas o la consecuci¨®n de dinero por la v¨ªa f¨¢cil: el hurto en algunos casos; el tr¨¢fico de estupefacientes a peque?a o mediana escala, en otros, o empleos espor¨¢dicos que dan para vivir durante un tiempo. El dinero que sacan lo emplean generalmente en viajar, hasta que vuelve a surgir la necesidad, y as¨ª sucesivamente, pero nunca aceptando horarios impuestos ni la relaci¨®n de once meses de trabajo al a?o y uno de descanso, como hacen la mayor¨ªa de los trabajadores.
Los ¨¢tomos de la afectividad
Javier apura su cerveza en La Bobia, centro de reuni¨®n de variad¨ªsimos personajes, que acuden all¨ª tras el paseo matinal por el Rastro madrile?o. El aroma a hierba flota entre las decadentes mesitas de m¨¢rmol y los uniformados camareros. Y Javier habla: ?No lo s¨¦, no s¨¦ todav¨ªa si voy a votar ni a qui¨¦n. A¨²n no lo he pensado con calma, pero posiblemente no lo haga. A m¨ª lo que me interesa es mi mundo interior. Yo tengo muchos ¨¢tomos que est¨¢n siempre pululando por mi alrededor. Cada uno tiene un significado: la afectividad, la tristeza, el amor, la angustia, el miedo, la amistad.... yo qu¨¦ s¨¦. Y muchos m¨¢s. Todos. Todo lo que forma parte de la vida de una persona. Bueno, pues yo vivo con mis ¨¢tomos y lo que ofrecen los pol¨ªticos no me interesa nada. Los pol¨ªticos se preocupan ante todo de distribuir la econom¨ªa. Ellos pueden hacer que seamos m¨¢s ricos o m¨¢s pobres, pero en vista de lo que hacen ... Yo paso de ellos.?
Cerca de Javier hay un muchacho de amplios bigotes que dice que va a votar al PSOE ?porque yo soy socialista?. Otros dos, uno de ellos con un sombrero negro de felpa y un largu¨ªsimo foulard amarillo, se inclinan por el PCE, ?porque tienen a gente que hace cosas tan majas como el TEC? (Teatro Estable Castellano). Eusebio, un chico rubio vestido como si fuera el conde Dr¨¢cula, con una cazadora brillante y su enorme cuello, levantado, sonr¨ªe y desaf¨ªa: ?Yo voy a votar a los de Fuerza Nueva. ?Que por qu¨¦? Bueno, pues porque ellos proponen el orden y llevan unos uniformes muy bonitos, tan serios. La verdad es que tienen mucha marcha.?
Fue muy dif¨ªcil encontrar respuestas serias en La Bobia. Dos chicas, con los dieciocho a?os reci¨¦n cumplidos, se miraron perplejas una a la otra: ??Elecciones? Ah, pero ?es que hay elecciones? S¨ª mujer, las generales primero, y las municipales despu¨¦s. Uf, y encima hay dos. Conmigo que no cuenten.? A la mayor¨ªa les entraba risa con s¨®lo o¨ªr la palabra ?voto? y pon¨ªan ojos de alucinados como queriendo decir: ?Qu¨¦ hace una pregunta como esa en un lugar como ¨¦ste?
Abstenci¨®n en las c¨¢rceles
Otro sector marginado, los presos sociales, ha enfrentado en el Congreso y el Senado a los parlamentarios. La situaci¨®n carcelaria espa?ola, que dio origen a uno de los movimientos reivindicativos m¨¢s combativos de Europa, la Copel, preocup¨® en su d¨ªa a algunas formaciones pol¨ªticas. El PCE present¨® una propuesta al Congreso para la concesi¨®n de un indulto para los presos sociales, en diciembre del 77. Sim¨®n S¨¢nchez Montero solicit¨® en aquella ocasi¨®n que el Gobierno, en lugar de resolver la conflictiva situaci¨®n de las c¨¢rceles mediante la intensificaci¨®n de la represi¨®n, se concediera un indulto lo m¨¢s amplio posible. La propuesta comunista fue rechazada por no ser considerada reglamentaria. Por su parte, el ex senador por Euskadiko Ezquerra, Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, elabor¨® otra propuesta de indulto general en base a las supuestas irregularidades del C¨®digo Penal, de cuyo contenido dijo: ?Protege m¨¢s la propiedad privada que la propia vida: un homicidio simple y un robo de 25.000 pesetas, cometido por un reincidente, se castigan con la misma pena: doce a?os y un d¨ªa. El sistema penitenciario espa?ol, a?adi¨®, es un completo fracaso.? La Entesa del Catalans, los sena dores vascos y el Grupo Progresistas y Socialistas Independientes, apoyaron, hace ahora un a?o, el texto del senador Bandr¨¦s, que fue igualmente rechazado por el Ministerio de Justicia y la Junta de Fiscales. Dicho texto explicaba que las penas y medidas especiales de car¨¢cter social eran l¨®gica consecuencia de unas leyes penales nacidas de una situaci¨®n pol¨ªtica -el r¨¦gimen franquista- que entonces se someti¨® a revisi¨®n.
M¨¢s de seis a?os en espera de juicio
La Constituci¨®n en uno de los apartados del art¨ªculo 17, establece que ?la detenci¨®n preventiva no podr¨¢ durar m¨¢s tiempo del estrictamente necesario para la realizaci¨®n de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos y, en todo caso, en el plazo m¨¢ximo de 72 horas, el detenido deber¨¢ ser puesto en libertad o a disposici¨®n de la autoridad judicial?. Si este principio constitucional se lleva a la pr¨¢ctica, podr¨ªan evitarse casos como ¨¦ste: Daniel Pont Mart¨ªn, uno de los dirigentes m¨¢s destacados de la Copel, permanece en prisi¨®n preventiva desde el mes de diciembre de 1972, como presunto autor de un delito de robo a mano armada. En m¨¢s de seis a?os a¨²n no ha sido juzgado.
Y hasta que los tres magistrados de la sala primera de la Audiencia Nacional decidan la fecha del juicio, Daniel trata de sobrevivir, sin volverse loco, veintitr¨¦s horas aislado en una celda y paseando la otra hora que le queda del d¨ªa s¨®lo, sin poder hablar con nadie, por el patio de la c¨¢rcel del Puerto de Santa Mar¨ªa, uno de los penales m¨¢s duros del Estado espa?ol, a donde fue trasladado hace cinco meses, acusado de ser uno de los ?instigadores m¨¢ximos? de los motines que se produjeron en Carabanchel y otras c¨¢rceles espa?olas, bajo las siglas de Copel, en demanda de una serie de mejoras para la poblaci¨®n reclusa.
?El estar encerrado tantas horas al d¨ªa en una celda donde s¨®lo puedo dar tres pasos, sin mesa y sin silla, en unas condiciones bastante penosas, atrofia la sensibilidad de cualquier ser humano, y produce un estado de ansiedad angustioso?, explica. Daniel acoge con absoluta indiferencia las elecciones del 1 de marzo. S¨®lo piensa en que se celebre cuanto antes el juicio, cumplir la condena que le impongan y salir en libertad. El resto de la poblaci¨®n reclusa, cifrada en algo m¨¢s de 11.000 personas, de ellos 6.600 preventivos, probablemente tampoco se entusiasmen con las urnas. Como referencia baste citar lo sucedido el 15 de junio de 1977 en los penales madrile?os. En Carabanchel votaron ocho reclusos preventivos (los penados no tienen derecho a voto), y en Yeser¨ªas, de un total de 147 mujeres, enviaron sus papeletas catorce reclusas.
Quiz¨¢ la causa haya que buscarla, como explica Daniel Pont, en la contradicci¨®n que significa esperar participaci¨®n electoral de los presos, cuando ¨¦stos se sienten completamente rechazados por la sociedad.
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