La vida y los problemas cotidianos de un gran hospital
??Consultas de cardiolog¨ªa?? ?Planta 1?, se?ora.?A la eficacia de la computadora se suma una sonrisa humana repetida cientos de veces al d¨ªa. ?Qu¨¦ ser¨ªa de los 1.200 enfermos y sus acompa?antes que a diario cruzan llenos de zozobra esta especie de tierra de nadie que es el hall del "Piramid¨®n" sin la mesita donde computadora y recepcionistas, mano a mano, dirigen una corriente humana marcada por el dolor?
?Por favor, estoy buscando el servicio de nefrolog¨ªa. Es que llevo desde: las once dando vueltas.?
Derecha e izquierda diab¨®licamente iguales las de esta inmensa ciudad sanitaria que sobresale de un paisaje de terraplenes y v¨ªas de tren donde se inician los primeros (¨²ltimos) bloques ciudadanos del pueblo de Fuencarral. La cabeza de Santiago Ram¨®n y Cajal emerge de un jard¨ªn de c¨¦sped sin flores a medida que se abandona la M-30, que bordea Madrid, y se superan los desniveles que le preceden.
Once plantas divididas por interminables cuadr¨ªculas de ventanas, 98.000 metros cuadrados de pl¨¢sticos azules y metales ligeros. ?No se puede decir que este centro tenga el aspecto t¨ªpico y deprimente de la mayor¨ªa de los hospitales?, comenta uno de los m¨¦dicos internos en la paciente cola de la comida de las tres. A esta hora cambia el turno de enfermeras y llegan nuevas visitas que incluso pueden comprar flores en las escaleras de entrada, donde tambi¨¦n se venden revistas y peri¨®dicos.
El ¨²ltimo gran ?monstruo? sanitario de la Seguridad Social espa?ola; dicen algunos que es todav¨ªa un gigante dormido. Planeado como centro de lujo, para especialidades quir¨²rgicas, la marcha de los tiempos han hecho de ¨¦l una ciudad sanitaria m¨¢s en un emplazamiento demasiado pr¨®ximo a La Paz y de complicado acceso. Por todas partes quedan huellas de los proyectos majestuosos de supercentro. Aulas universitarias que no se han terminado en un peque?o edificio anexo, en cuyo s¨®tano se intenta hacer funcionar un parking. Quir¨®fanos para delicad¨ªsimas intervenciones que nunca se han utilizado y que probablemente nunca se inaugurar¨¢n ?porque dos a?os de investigaci¨®n t¨¦cnica en medicina hacen viejos los equipos m¨¢s sofisticados?. Desajustes peque?os y grandes que hacen un poco complicada la utilizaci¨®n de la capacidad real del centro. ?Se dan detalles curiosos, que derivan por supuesto de la primitiva planificaci¨®n, en que los grandes caciques de la medicina espa?ola se repartieron espacio y camas a su voluntad. Hay servicios que necesitar¨ªan muchas consultas y pocas camas, y otros con los que sucede lo contrario. Para hacer una planificaci¨®n correcta habr¨ªa que haberse atenido a los datos de morbilidad y mortalidad de cada especialidad, que es lo que se hace en todas partes?. El doctor Antonio Fuertes, cardi¨®logo y amante de la organizaci¨®n estadounidense, donde estudi¨® su especialidad, es, sin embargo, un ardiente defensor del ?Piramid¨®n?. ?Se hace una buena medicina, se dedica un presupuesto bastante elevado a la investigaci¨®n y probablemente, porque la media de edad de los profesionales no supera los treinta a?os, se nota mucho entusiasmo entre los m¨¦dicos, muchas ganas de seguir aprendiendo, de superarse.?
Entre EEUU y Espa?a
En la l¨ªnea pro yanqui del doctor Fuertes estar¨ªan tambi¨¦n los jefes del servicio de endocrinolog¨ªa, ?Bost¨®n? para los iniciados, donde el trabajo est¨¢ siempre perfectamente programado y a cada interno que se incorpora al cuadro m¨¦dico se le facilita una hoja diaria con lo que ser¨¢ su trabajo del d¨ªa siguiente. Pero la inmensa mayor¨ªa del Ram¨®n y Cajal funciona completamente a la espa?ola. En concreto, los servicios generales, blanco de muchos cr¨ªticos, ?son, en parte, culpables de que la rentabilidad del centro no sea m¨¢s alta. Una radiograf¨ªa pasa por tantas manos que al final es relativamente f¨¢cil que se pierda?. A pesar de la sofisticaci¨®n t¨¦cnica de los equipos radiol¨®gicos que, como en otros casos, han resultado, a la postre, poco rentables. ?Cuando el centro se planific¨® se pidieron aparatos y equipos sin medida, hasta el extremo de sorprender incluso a las casas fabricantes?, a?ade Antonio Fuertes, conocedor del centro y sus problemas al mil¨ªmetro.Pero no todos los servicios se beneficiaron de esta magnificencia sin freno. ?Psiquiatr¨ªa ten¨ªa tres escuetos despachos cuando vinimos aqu¨ª.? En la planta octava el doctor Calv¨¦ libra su batalla privada contra la ?cerraz¨®n? de la Seguridad Social. ?Se niegan a comprender la necesidad de este servicio, y la prueba de ello es que en toda Espa?a s¨®lo el centro de Hospitalet y el nuestro cuentan con camas hospitalarias para enfermos mentales. Los dem¨¢s, incluyendo La Paz, carecen de una dotaci¨®n adecuada.?
La imposibilidad de poner en marcha una medicina psicosom¨¢tica como ser¨ªa de desear la centra el doctor Calv¨¦ ?en la mentalidad de la mayor¨ªa de los m¨¦dicos. Y la verdad es que nosotros estamos hartos de ver enfermos que han estado rodando por ambulatorios y consultas, que han sido incluso operados y cuyo trastorno era de origen ps¨ªquico. Yo dir¨ªa que no menos de un 40% de los pacientes que acuden ambulatoriamente a las consultas m¨¦dicas necesitar¨ªan la colaboraci¨®n de un psiquiatra?. Mientras tanto, psiquiatr¨ªa cuenta con treinta camas, donde est¨¢n internados los pacientes ?agudos? un promedio de veinte d¨ªas. ?No hemos podido montar una terapia ocupacional, ni funciona un "hospital de d¨ªa", pero al menos desde enero pasado hay un psiquiatra de guardia. Antes, cuando llegaba a urgencias una persona con un brote esquizofr¨¦nico o un delirio o que hab¨ªa intentado suicidarse la ten¨ªan esperando hasta el d¨ªa siguiente.?
Hoy son siete los psiquiatras en n¨®mina que trabajan con tres psic¨®logos, un asistente social y varios ATS en el Ram¨®n y Cajal, llenos de proyectos y ayudantes casi voluntarios. ?Se intent¨® que hubiera un psic¨®logo en cada planta para controlar un poco el estado ps¨ªquico de los enfermos, pero la verdad es que cuando se salieron de la rutina de los test para meterse con los diagn¨®sticos result¨® que los m¨¦dicos no les hac¨ªan ning¨²n caso.?
Problemas internos
Los problemas internos de esta inmensa ciudad sanitaria, cuya construcci¨®n cost¨® casi 6.000 millones de pesetas, son muchos y complicados, como corresponde a un recinto que alberga 4.258 empleados entre personal sanitario, auxiliar y administrativo. Las fricciones laborales abundan y las cr¨ªticas que han llovido sobre este centro desde su inauguraci¨®n no han amainado todav¨ªa.?No admito cr¨ªticas que no vengan contrastadas por los aspectos positivos que ofrece nuestro centro.? Joaqu¨ªn Ortu?o, hasta hace pocos meses jefe del servicio de nefrolog¨ªa, se enfrenta a los maledicientes desde el conflictivo sill¨®n de direcci¨®n. ?Nuestro hospital tiene deficiencias que en muchos casos provienen de la asistencia ambulatoria, es decir, de la propia sanidad espa?ola.?
Mil cien camas de las 1.700 de que dispone el Ram¨®n y Cajal, centro ?espacial? en el lenguaje desmitificador de los m¨¦dicos internos, se encuentran actualmente ocupadas, aunque en opini¨®n del propio doctor Ortu?o, su ocupaci¨®n no sea siempre correcta. ?Es posible que sobren quinientos de estos enfermos, pero si las cosas funcionaran bien, en este pa¨ªs tendr¨ªan que ser sustituidos por otros quinientos.?
Y, sin embargo, el evidente ?gigantismo? de este supercentro, que engloba en realidad siete hospitales, es una de las razones esenciales de la falta de rentabilidad que se le achaca. ?La propia Organizaci¨®n Mundial de la Salud se?ala la imposibilidad material de manejar un hospital de m¨¢s de ochocientas camas -comentaba a EL PAIS un alto cargo administrativo de la cl¨ªnica de la Concepci¨®n, de Madrid-. Ya no se construyen gigantes como este por el mundo, y cuando se edifican es para subdividirlos en centros que no superan nunca esta capacidad.?
Ser¨¢ precisamente por ello que los gastos del ?Piramid¨®n? ascienden a cifras fabulosas, entre las que hay que contar los sesenta millones de pesetas mensuales que paga en concepto de alquiler a la casa IBM por aparatos infrautilizados; la enormidad de la n¨®mina, que llega a los 173 millones de pesetas al mes; el mantenimiento de equipos costos¨ªsimos, y mil y un gastos que ahogan la econom¨ªa del centro.
?Es muy dif¨ªcil evaluar la rentabilidad de un centro como este -comenta el doctor Se?or, jefe de la unidad coronaria- porque se traduce en t¨¦rminos de salud. Lo que es cierto es que, por ejemplo, en urgencias se gasta un verdadero dineral porque llegan muchas personas con trastornos que no son en absoluto graves, o ni?os con fiebre y se les hacen pruebas muy costosas. Tambi¨¦n es un problema de educaci¨®n, me parece.?
De centro nacional de especialidades quir¨²rgicas a simple ciudad sanitaria de Madrid, el Ram¨®n y Cajal gira sobre su propia concepci¨®n, arrinconando en esta carrera buena parte de la exquisitez t¨¦cnica de que fue dotado. Los m¨¢s ben¨¦volos piensan que es pronto para hablar de rentabilidad, mientras los m¨¢s exigentes consideran imposible la reconversi¨®n, en un buen centro sanitario, de lo que fue un proyecto excesivamente pretencioso.
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