El aborto de la mujer trabajadora
(Centro de Mujeres de Atocha)Hoy es el 71 aniversario de la muerte de 120 trabajadoras en una f¨¢brica textil de Nueva York. Esta jornada es especialmente significativa en la lucha de las mujeres por su liberaci¨®n, y as¨ª lo ha entendido el Movimiento Feminista, que siempre ha conmemorado esta fecha con actos de solidaridad.
Entre las reivindicaciones feministas que m¨¢s afectan a la mujer trabajadora, y quiz¨¢ la m¨¢s espectacular y controvertida, ha sido la del aborto.
Seg¨²n la OPCS Monitor (Office Poulation Council Service), han abortado en Londres 13.000 mujeres espa?olas a lo largo de 1978. Con un criteriol¨®gico, podemos suponer que este n¨²mero de mujeres posee un determinado nivel econ¨®mico, que les posibilita el acceso a las cl¨ªnicas extranjeras, asegur¨¢ndose as¨ª una debida atenci¨®n sanitaria.
Asimismo, consideramos que este grupo es una minor¨ªa privilegiada dentro de esas 300.000 mujeres espa?olas (seg¨²n las cifras oficiales) que se ven obligadas a abortar en nuestro pa¨ªs.
A partir de un estudio sociol¨®gico que hemos realizado sobre una parte proporcional. (3.286 mujeres) de esas 13.000 que abortan en Londres, nos parece interesante exponer unos datos significativos sobre el tema:
Dentro del numeroso grupo de trabajadoras, que suponen un 19,29% del total de mujeres analizadas, hemos englobado a trabajadoras en f¨¢bricas (textil, metal¨²rgica, alimenticia, etc¨¦tera), dependientas-vendedoras, servicio dom¨¦stico, costureras, peluqueras, etc¨¦tera, la mayor proporci¨®n corresponde, seg¨²n su estado civil, a mujeres solteras (11,86%), ocupando un segundo lugar las casadas, con un 3,13%.
Esta clara desproporci¨®n de las mujeres trabajadoras casadas y solteras que abortan nos viene a confirmar que la mayor parte de estas mujeres no conservan su puesto de trabajo despu¨¦s del matrimonio, pero esto no significa que no aborten por el hecho de cambiar de estado civil, sino que lo hacen dentro de un estatus social diferente; ahora abortar¨¢n como amas de casa. Este grupo, por s¨ª solo, llega a alcanzar la espectacular cifra del 22,76% del total de mujeres que abortan.
Esto nos confirma que el ?trabajo? que realizan en su mayor parte las mujeres trabajadoras no es considerado por ellas como liberador, sino todo lo contrario. El matrimonio como norma socialmente establecida significa para muchas mujeres una ?expectativa? m¨¢s liberadora. La comparaci¨®n de estos datos con los correspondientes al grupo de mujeres que trabajan como secretarias, mecan¨®grafas, auxiliares administrativos (el 15,32% del total analizado) nos reafirma en el anterior argumento, pues el n¨²mero de solteras dentro de este grupo es del 11,42%, mientras que el de casadas disminuye hasta llegar al 3,19%.
Otro dato a destacar son los lugares de procedencia de las mujeres trabajadoras e acuden a Londres: Madrid alcanza un 8,3%; Catalu?a, un 6,53%; Levante, un 1,32%. Parece obvio que estos datos corresponden a ¨¢reas industrializadas y urbanas, ya que estos son los lugares donde el porcentaje de mujeres activas es m¨¢s alto.
Profundizando m¨¢s en este an¨¢lisis, se nos muestra que las ¨¢reas mencionadas anteriormente presentan un mayor equilibrio entre el n¨²mero de mujeres que abortan en Londres pertenecientes a la clase trabajadora, con mujeres encuadradas en una clase social m¨¢s elevada.
Sin embargo, esto no sucede en las ¨¢reas geogr¨¢ficas en que el nivel de industrializaci¨®n y el acceso de la mujer al trabajo no ha alcanzado un nivel alto de desarrollo, como son Andaluc¨ªa y Galicia.
Con esta exposici¨®n tambi¨¦n querr¨ªamos aclarar que respecto al aborto de mujeres espa?olas en Londres lo podr¨ªamos saber casi todo, pero no sucede lo mismo con el aborto en nuestro pa¨ªs.
De las 3.000 mujeres que mueren cada a?o en Espa?a por aborto provocado no sabemos casi nada, excepto que lo arriesgaron todo. Posiblemente estas mujeres ignoraban casi todo con respecto a c¨®mo evitar un embarazo no deseado, ni c¨®mo acceder a unos m¨¦todos anticonceptivos eficaces.
Ateni¨¦ndose a la normativa vigente, UCD no har¨¢ divulgaci¨®n de los m¨¦todos anticonceptivos y su, uso, puesto que esta informaci¨®n est¨¢ sujeta a la ley que rige la publicidad en la industria farmac¨¦utica. Una vez m¨¢s, el Gobierno elude responsabilidades y, pretende confundirnos al hacernos creer que proporcionar un conocimiento amplio, preciso y objetivo sobre los distintos m¨¦todos anticonceptivos, su funci¨®n y utilizaci¨®n, tiene que pasar por una normativa publicitaria que funciona por y para que las multinacionales de la qu¨ªmica impongan en el mercado nacional un determinado producto.
Estructurar una campa?a de divulgaci¨®n sobre m¨¦todos -anticonceptivos y sexualidad es algo de primordial importancia siempre -y cuando se pretenda que se conozcan y que su utilizaci¨®n llegue a todas las mujeres, muy especialmente a aquellas que por su situaci¨®n social y cultural no tienen f¨¢cil acceso a ellos.
No es con la represi¨®n y la ignorancia como disminuir¨¢ el n¨²mero de abortos, as¨ª lo de muestran los datos ingleses: tras la legalizaci¨®n del aborto en Inglaterra, en 1967, hubo un per¨ªodo de aumento hasta 1972, en que lleg¨® a su punto m¨¢s alto; abortaron ese a?o 157.000 mujeres residentes en Inglaterra, y en 1977 se hab¨ªa reducido esta cifra a 102.237; es decir, cinco a?os despu¨¦s abortaron en Inglaterra 54.763 inglesas menos. Estos datos ahorran comentarios, pero nos lanzan a una angustiosa duda: ?tendremos las mujeres espa?olas que alcanzar esas espectaculares cifras en el OPCS Monitor londinense para que el Poder se con mueva? ?O tendremos que esperar a dram¨¢ticas coyunturas como la de Seveso?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.