Por la gente que no se cuenta
Catedr¨¢tico de la Universidad Complutense-Parece que se oye un poco de silencio. ?Ha terminado ya la murga? -S¨ª, hombre, aprovecha: por ahora no hay campa?as ni encuestas ni votaciones ni recuentos. A ver, ?qu¨¦ ten¨ªas que decir t¨²? -Pues casi que me he quedado sin ganas. ?Uf, que inundaci¨®n de palabrer¨ªa! ?Cu¨¢nto ha debido hablarse por esas calles y oficinas de Dios, vocearse por altavoces, imprimirse en carteles y octavillas! Hasta aqu¨ª llegaban los ecos del vocer¨ªo, los rumores de siglas y de cifras, el estr¨¦pito de los pron¨®sticos, de los c¨®mputos de votos, de las declaraciones de los prohombres. As¨ª, confusas todas las voces a lo lejos, ?c¨®mo recordaban esas tardes de domingo que pasas por las calles desiertas y de lejos oyes desde el estadio alzarse el vocer¨ªo de las multitudes a anunciarles a los sordos cielos que los hombres han metido un gol! -Pues tambi¨¦n el deporte da que hablar lo suyo. -Y ?c¨®mo!: ?no has visto a los trabajadores en el Metro y aun a muchos de tus pobres estudiantes en el autob¨²s del lunes o del martes ley¨¦ndose ansiosamente las p¨¢ginas de peri¨®dicos que discuten la postura de tal jugador en tal jornada o la moral de tal directivo de equipo en tal contrata? -Bueno, esto de las elecciones es menos frecuente: una vez al a?o, no hace da?o. -S¨ª, menos frecuente, y tambi¨¦n m¨¢s caro todav¨ªa- ?te imaginas los miles de millones en papel, en letras, en ratos de emisiones? ?D¨®nde han ido a parar?: las voces, que son aire, a perderse por los aires; los papeles siguen todav¨ªa muchos enredados por el viento en las ramas del boj de los jardincillos, esperando a que el equipo de basura trabajosamente los arranque. -Tampoco es tan triste, diablos: -ya sabes que todo eso quiere decir tambi¨¦n trabaj¨® y horas suplementarias para muchos empleados de imprenta y de radio, para muchos pegadores de carteles y barrenderos. -Vaya, hombre, ?y ahora resulta que eso es un beneficio? -Claro, claro: es que no est¨¢s al tanto de lo que es la producci¨®n hoy d¨ªa: lo que importa no es lo que se produce: lo que se produce son horas de trabajo, ya lo sabes: ese es el producto: las horas de trabajo. -Y el consumo tambi¨¦n, supongo. -Pues s¨ª se?or: producci¨®n y consumo se confunden: lo que se consume es tambi¨¦n eso mismo: horas de trabajo. As¨ª es el signo de los tiempos, y el que se quede atr¨¢s, que arree. -Bueno, camarada, pero, a pesar de todo, no me negar¨¢s que tanto derroche de palabras (lo mismo con motivo de contiendas de partidos pol¨ªticos que de equipos deportivos) resulta m¨¢s bien curioso: se dir¨ªa que obedece a alguna profunda necesidad de la M¨¢quina, eso de despilfarrar no s¨®lo tiempo y atenci¨®n del personal, sino, adem¨¢s, palabras y palabras. Casi sospechar¨ªa uno que las palabras deb¨ªan de tener algo de a lo mejor libre y descubridor y peligroso para el Orden y sus Ideas dominantes, cuando as¨ª se dedican Ellos a malbaratar y deshonrar en ch¨¢chara autom¨¢tica y maquinal a las palabras. -Hablas t¨², desde tu falsa lejan¨ªa, como si lo que se dice en esas campa?as y en esos Parlamentos no tuviera sentido, como si fueran s¨®lo ruidos; y, mal que te pese, tiene sentido, tiene. -?Sentido? S¨ª, el de izquierda a derecha y el de derecha a izquierda. -Por ejemplo. ?Te parece que no es importante la diferencia? -Te dir¨¦. Que la izquierda se crea diferente de la derecha y viceversa es, desde luego, esencial para el Orden. Pero t¨², que sigues de cerca esas campa?as electorales y discusiones en las C¨¢maras, ?no te das cuenta de una cosa?: ?que las derechas est¨¢n sostenidas por la fe en las izquierdas?; ?que las izquierdas se mueven en virtud de la fe en las derechas? -?C¨®mo diablos dices?, que ya me tienes harto con tus tergiversaciones. Ay, el mundo est¨¢, tergiversado: ?qui¨¦n lo destergiversar¨¢? No, hombre: es algo muy sencillo: las actitudes de derecha se fundan en una fe en el Orden, desde luego, pero tambi¨¦n en una fe en que hay peligro de desorden y que hay gentes y grupos que amenazan con la subversi¨®n, con poner lo de arriba para abajo, con cambiar el capitalismo por la dictadura del proletariado, por ejemplo: en fin, que de ese modo les hacen a las izquierdas (pobrecillas: dom¨¦sticas ellas, burocr¨¢ticas, parlamentarias) una propaganda de prestigio revolucionario y de ser algo diferente, que ellas mismas no pueden hacerse, si quieren competir dentro del Orden; pero ese servicio de las derechas a las izquierdas est¨¢ bien compensado: ?c¨®mo podr¨ªan las izquierdas seguirse presentando a la lid en nombre de los intereses del pueblo o de los oprimidos, si no contaran con la fe en que hay otros que son los verdaderos representantes y dirigentes del Poder y del Capital?; as¨ª que, al hacer su propaganda, no pueden sino hacerles campa?a de grandeza y de prestigio a las derechas. Ya se ve que cosas tan complementarias y necesitadas la una de la otra no pueden por menos de ser la misma. -Bueno, y ?qu¨¦?: ?qu¨¦ propones?: retirarse en vista de eso de la refriega, fuera de la izquierda y de la derecha y del centro, ah¨ª t¨² solo y lejano... -Ya has dicho t¨² que mi lejan¨ªa es falsa.-... en el ego¨ªsmo de tu vida privada, dedic¨¢ndote a... -No a seguir los resultados de los partidos de la Liga, no; ni a ver la televisi¨®n tampoco. O ?qu¨¦ te crees?: ?que, porque los mandamases, te digan que el campo de la lucha pol¨ªtica est¨¢ ah¨ª, en sus caciqueos electorales, y sus atontamientos de masas, por eso va a ser verdad?: ?que no va a haber otros campos?: ?que la vida privada es distinta de la p¨²blica?, que es lo que Ellos creen (espacio de elec ciones para la vida p¨²blica y es pacio deportivo para la privada) y lo que nos quieren hacer creer. Pero ni por ¨¦sas. -Ya. El caso es que con ese desentendimiento tuyo y de gente como t¨², ya se sabe a d¨®nde vamos a parar. -?A las garras del Coco, seguramente?: a la Dictadura?: ?a Hitler y Estalin? -Pues si: no andes bromeando, que esto es serio. Gracias al ejemplo que dais t¨² y otros cuantos, ya ves lo que pasa. -?Qu¨¦? -Que la gente se va retirando del proceso democr¨¢tico. Las abstenciones van en aumento. -?S¨ª? ?De veras? ?Ha habido m¨¢s que las otras veces? -M¨¢s. ?Te regocija mucho? -O sea, que ha habido menos: menos que han pasacio por el aro. Porque supon go que esas abstenciones no se explican ya por impericia o desconocimiento de la m¨¢quina votatoria. -No, no es eso, por desgracia. Por ah¨ª se explican m¨¢s bien algunos miles que otros de votos nulos, de gente que no acaba de entender los mecanismos perfeccionados de la votaci¨®n y los boletines, por m¨¢s claro que se les explica por la tele. -Ja ja ja. -?De qu¨¦ te r¨ªes, condenado? -Perdona, hombre: es que cualquier fracaso del perfeccionamiento de las m¨¢quinas a la gente suele producirnos autom¨¢ticamente una cierta hilaridad muy sabrosa. Pero, en fin, que las abstenciones no se explican ya porque la gente no entienda sus derechos y deberes democr¨¢ticos. Y entonces, ?un cierto florecimiento del santo escepticismo popular acaso? Ay, no querr¨ªa uno hacerse ilusiones, pero no deja de ser un poquito consolador. -Pues vaya consuelo, hombre. ?Ad¨®nde quieres que se llegue por ah¨ª entonces?: ?a la deserci¨®n de las armas?, digo ?de las urnas? -?Ah, qu¨¦ perspectiva me abres, camarada! ?Te imaginas?: que continuara el proceso de desentendimiento de la pol¨ªtica de los pol¨ªticos, que llegara a su l¨ªmite, y que hubiera un d¨ªa de elecciones en que no acudiera a votar nadie: vamos, nadie m¨¢s que los propios pretendientes a los puestos: que la gente les hubiera dado las espaldas, como diciendo ?Que ellos se lo guisen, que Ellos se lo coman?; que a nadie de la gente corriente le importara un bledo qui¨¦n marcaba m¨¢s goles o a qui¨¦n contrataban para entrenador del Dura Lex Sporting Club; y que la pol¨ªtica de los pol¨ªticos quedara reducida a ser un cen¨¢culo de se?ores que siguieran creyendo -eso s¨ª- que estaban gobernando y arreglando el mundo con sus manejos, pero solos all¨¢ arriba, sin ning¨²n apoyo de credulidad y aliento popular. -Muy bonito. Si todos hicieran como t¨²... -?Si todos hicieran como t¨²? deber¨ªa ser el estribillo del himno de las tropas del Capital y del Estado. Ellos creen que hay ?todos? y quieren ardientemente que todos hagan como yo, con tal de que yo haga como todos. En cambio, para cualquier salida de tono, ya te est¨¢n amenazando ?Si todos hicieran como t¨² ... ?: si todos no trabajaran, si todos no se compraran coche ni piso, si todos no creyeran, si todos no votaran... Pero ?qu¨¦ diablos de ?todo? ser¨ªa ¨¦se? Ay, lo malo es que los que estamos envenenados de escepticismo popular no creemos en ?todos? ni podemos creer tampoco en el paso al l¨ªmite ni en que haya ning¨²n Futuro en que nadie vote y las cosas se disuelvan tan lindamente. -No: por fortuna, siempre habr¨¢ una s¨®lida mayor¨ªa que acuda a las urnas, que se interese por sus representantes, que reciba ansiosa la informaci¨®n que la pantalla les d¨¦ sobre qui¨¦nes la gobiernan o lo pretenden, que siga teniendo conciencia c¨ªvica, pundonor y lo que hay que tener. -Ya, ya s¨¦; no hace falta que me lo cuentes. Pero siempre es un poquito consolador, como cuando el florecimiento de la rebeli¨®n de los estudiantes, sentirse entre una gran minor¨ªa, ?no? -Gran minor¨ªa, ?eh? Y entonces, ?a qu¨¦ viene eso de que salgas de vez en cuando pretendiendo hablar en nombre de la gente corriente y hacerle eco a ese santo escepticismo popular de mis entretelas con que tanto me est¨¢s cargando hoy? ?D¨®nde est¨¢ esa gente? ?Qu¨¦ es el pueblo? -Honesta pregunta, camarada: porque pueblo no es uno ni n¨²mero ninguno, ni pueden, por tanto, los dirigentes saber lo que es ni definirlo y dominarlo. -Enso?aciones. Entre tanto, ah¨ª est¨¢ la mayor¨ªa de votantes que expresan su voluntad por los cauces establecidos y... -Y que compran sus productos de consumo en los supermercados con los carrillos puestos a su disposici¨®n, y que desean el n¨²mero de televisores en color que el Capital necesite producir para seguir marchando, y que se maten en las autopistas con coche particular en el n¨²mero que cada semana las estad¨ªsticas requieran... Ya, ya sabemos. -Pues, quieras que no, eso es el pueblo. -Mentira, camarada; solemne mentira; y esto s¨ª que es serio: eso no es pueblo: eso esjustamente la masa, num¨¦rica y computable, que el Comercio y la Pol¨ªtica necesita para sus manejos: de esa es de la que se hacen padrones, listas, encuestas, recuentos y prospectivas de mercado. Pero ?qui¨¦n sabe? A lo mejor eso no es todo: a lo mejor hay gente viva, que no sigue los programas, que no se interesa por los campeonatos. Y mira: la haya o no la haya, a su salud levantemos este vaso; dejemos por ahora nuestra disputa, y brindemos por la gente que no se cuenta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.