Calidad y dise?o, claves para el futuro de la industria del calzado
En directa competencia con Italia, la industria espa?ola del calzado ha conquistado en los ¨²ltimos a?os una importante cuota de mercado en el mundo, especialmente en Estados Unidos. Concentrado en dos zonas mediterr¨¢neas -Baleares y Alicante-, el sector posee uno de los grados de atomizaci¨®n m¨¢s elevados de toda la industria espa?ola y se enfrenta actualmente con importantes problemas, entre los que sobresalen los precios de las materias primas y los derivados de la excesiva concentraci¨®n de sus ventas (m¨¢s del 50%) en el mercado norteamericano. Pese a todo, cerca de 83 millones de pares de zapatos, por un valor global de 46.268 millones de pesetas, export¨® el pasado a?o ¨¦ste sector, sobre el que escribe, en este segundo cap¨ªtulo de la serie sobre los grandes sectores exportadores,
Sobre la industria del calzado pesan muchas, acaso demasiadas, leyendas. Desde la consideraci¨®n de que se trata de un sector at¨ªpico hasta la concepci¨®n excesivamente individualista y artesanal de sus esquemas productivos, todo un rosario de t¨®picos pesan sobre los m¨¢s de 2.000 centros dedicados en Espa?a a la producci¨®n de zapatos.Es cierto que los or¨ªgenes de la industria del calzado arrancan en Espa?a de la explotaci¨®n familiar artesanal, en los tiempos finales de la autarqu¨ªa de la posguerra. Como no lo es menos que tambi¨¦n aqu¨ª la exportaci¨®n constituye una actividad marginal, sustitutiva del mercado interior, aunque sean muchas las empresas que destinan la totalidad de su producci¨®n a los mercados exteriores. Cuando se habla de actividad marginal, se entiende en el sentido de que exportar equivale simplemente a sobrevivir, y no hacerlo, a la muerte de la empresa. Sobre esa base, uno puede hasta creer a aquellos empresarios que se ufanan de haber colocado importantes partidas en los pa¨ªses ¨¢rabes, en los que caminar descalzo o semidescalzo es casi un rito cor¨¢nico.
Los curtidores
El complicado proceso de elaboraci¨®n de un zapato arranca de la provisi¨®n de materias primas, cada d¨ªa m¨¢s caras y escasas, seg¨²n aseguran los fabricantes. El mercado de la piel curtida, del que deben abastecerse los fabricantes, se encuentra excesivamente concentrado y sus rectores imponen su ley en precios, entregas y calidades, sin que al sector le quepa defensa alguna. El intrincado mundo de las tener¨ªas es se?alado por todos empresarios, trabajadores y Administraci¨®n- como el aut¨¦ntico destinatario de la parte m¨¢s importante del beneficio y clave de los problemas que gravan el sector, as¨ª como los elevados precios que est¨¢ alcanzando el calzado al llegar al consumidor. Claro que este problema no parece sea exclusivo de Espa?a, ya que el mercado de las pieles aparece concentrado a nivel mundial en unas pocas manos. La reducci¨®n de la caba?a y el empleo de pieles en multitud de usos pudieran haber contribuido adem¨¢s a limitar las posibilidades de abastecimiento de la industria, con la l¨®gica repercusi¨®n en los precios.
Frecuentemente, los industriales del calzado han demandado de la Administraci¨®n la libre importaci¨®n de pieles. No parece que ello contribuyera excesivamente a solventar el problema, por cuanto las importaciones est¨¢n gravadas en estos momentos con un arancel medio de s¨®lo el 2%. El problema de futuro que se plantea es el que los curtidores hayan logrado que varios Gobiernos productores de pieles -India y Pakist¨¢n entre ellos- proh¨ªban la exportaci¨®n de pieles en bruto, sin curtir. Huelga decir que algunos de los que ostentan el control del mercado se han establecido subsidiariamente en esos pa¨ªses.
El suministro de pieles es probablemente una de las preocupaciones prioritarias en estos momentos para el sector. La situaci¨®n comercial del calzado espa?ol aconseja una progresiva especializaci¨®n en zapato de calidad y dise?o; es decir, en un tipo de producci¨®n en el que las pieles constituyen el elemento sustancial y deben ser precisamente aquellas m¨¢s sofisticadas, b¨¢sicamente tafiletes. A la hora de analizar el problema, industriales y Administraci¨®n coinciden en se?alar su dif¨ªcil soluci¨®n. Quiz¨¢ -se dice- si los empresarios alcanzaran una unidad de la que carecen, el sector quedar¨ªa menos a merced de los avatares de los curtidores y estar¨ªa en condiciones de negociar con mayor fuerza. Lo cierto es que esa unidad est¨¢ -como se ver¨¢- muy lejos de la inmediata realidad.
Producci¨®n y venta
Uno de los puntos de mayor discrepancia respecto a la industria del calzado lo constituye su dimensi¨®n empresarial. ?Sobran empresas? ?Es adecuado su tam¨¢?o? ?Es m¨¢s aconsejable concentrar en otras de dimensi¨®n media y grande? ?Conviene proliferar las m¨¢s peque?as? A pesar de cuantos c¨¢lculos de racionalizaci¨®n productiva se aduzcan, los empresarios insisten casi con unanimidad en que las peque?as explotaciones son necesarias y hasta en ellas puede anidar el futuro del sector en los pr¨®ximos a?os.
La dimensi¨®n empresarial es por lo general, muy reducida. De las empresas censadas, m¨¢s de un 90% no alcanzan los cincuenta empleados, un 9% se sit¨²an entre cincuenta y doscientos y apenas un 0,3% rebasan este tope. Las instalaciones son por lo general extraordinariamente precarias, carentes de todo tipo de condiciones y con un grado de tecnolog¨ªa muy bajo. Respecto a Italia -principal competidor-, los m¨¢s optimistas sit¨²an el retraso tecnol¨®gico en torno a los veinticinco a?os. En general, las plantas de producci¨®n carecen de sistemas de control de trabajo, de racionalizaci¨®n y hasta de instalaciones adecuadas para trabajar. El absentismo es grande y, seg¨²n los empresarios, est¨¢ siendo favorecido en estos momentos por la aparici¨®n de talleres piratas, que se dedican a la producci¨®n de peque?as series y en los que trabajan empleados dados de baja o acogidos al seguro de desempleo.
La imagen t¨ªpica y hasta t¨®pica del empresario con su maleta de muestras bajo el brazo, recorriendo los m¨¢s ex¨®ticos mercados, tiene algo de cierto. Aunque un tanto r¨²stica, la agresividad comercial mostrada por los industriales del calzado es casi ins¨®lita en el panorama comercial, no ya espa?ol, sino internacional.
El salto de la alpargata al zapato de calidad espa?oles en los mercados internacionales ha sido brusco, desordenado, pero irreversible. Pa¨ªses tercermundistas y en v¨ªas de desarrollo compiten hoy en d¨ªa sin discusi¨®n en el segmento del zapato de calidad media y baja -de batalla-. La ¨²nica oportunidad de la industria espa?ola es disputar a Italia el mercado del zapato caro con alto componente de dise?o, calidad y por tanto moda.
El gran reto de futuro de los industriales del calzado es promover una imagen para el calzado espa?ol tal que sea identificado con ese segmento que se desea conquistar. Italia, como se sabe, ha sido capaz de hacerlo, a partir de un esfuerzo colectivo, del que conviene tomar ejemplo cuanto antes. En los ¨²ltimos a?os, algunas firmas, especialmente en la zona balear, han intentado promover marcas, con ¨¦xito. Algunas de ellas son m¨¢s conocidas aqu¨ª, en Espa?a, que en los mercados extranjeros. Sin embargo, esas marcas tienen un marcado tono extranjerizante, muy en l¨ªnea con la man¨ªa espa?ola de magnificar lo externo. As¨ª, la mayor parte de las marcas conocidas suelen ser identificadas, incluso aqu¨ª, como provenientes de otros pa¨ªses, cuando su proceso productivo se ha desarrollado en pleno territorio nacional. Esto quiz¨¢ sea un h¨¢ndicap importante a la hora de crear esa imagen de zapato espa?ol que se desea.
La falta de unidad empresarial
La ya referida atomizaci¨®n empresarial se complica extraordinariamente al contemplar la situaci¨®n existente en el interior del sector. Superada la tradicional rivalidad levantino-balear, el sector ha protagonizado varias tentativas de uni¨®n, sin que hasta el momento haya fructificado ninguna de ellas, a pesar de los esfuerzos realizados. Sobre el sector confluyen en estos momentos varios entes, cuyas respectivas actividades llegan a superponerse y que dan lugar a no pocas situaciones perjudiciales, en definitiva, para el propio inter¨¦s sectorial. La m¨¢s antigua de las instituciones es la Ficia (Feria del Calzado e Industrias Afines), cuya sede radica en Elda (Alicante) y que se encuentra adscrita al organismo correspondiente del Ministerio de Comercio. Durante muchos a?os, y al menos en la zona alicantina, Ficia mantuvo posiciones casi patronales, intentando con ello obviar la estructura del aparato verticalista. Posteriormente se impuls¨®, tras la desaparici¨®n del verticalismo oficial la creaci¨®n de una patronal unitaria que, denominada finalmente FICE (Federaci¨®n de Industrias del Calzado Espa?ol), intenta vincular a las dos grandes zonas tradicionales y a las restantes, integr¨¢ndose a su vez en CEOE, la gran patronal estatal. No pocos problemas se han opuesto a la consolidaci¨®n de FICE, algunos de los cuales persisten todav¨ªa.
Incomprensiblemente, los dos entes. Ficia y FICE mantienen una reivalidad intersectorial de importantes proporciones. Ambas concurren a Ferias y Exposiciones, se disputan protagonismos y hasta ofrecen diferentes evaluaciones de la actividad del sector en cada ejercicio.
Los derechos compensatorios
Otro organismo, el Inescop (Instituto Espa?ol de las Industrias del Calzado y Conexas), es asimismo motivo de discrepancia. Mientras los medios de Ficia le conceden plena validez, los responsables de FICE arguyen su obsolescencia y hasta consideran la creaci¨®n de un organismo paralelo, habida cuenta de la imprescindible necesidad de que el sector cuente con un organismo dedicado a la investigaci¨®n, la promoci¨®n y el fomento de la tecnolog¨ªa. Un ¨²ltimo ente, denominado Cepex, incide igualmente en el ¨¢mbito de la promoci¨®n y exportaci¨®n de los zapatos espa?oles, sin que sea muy viable conocer sus resultados pr¨¢cticos.
Cara al futuro, los industriales del calzado acent¨²an su ya secular pesimismo. La aplicaci¨®n de grav¨¢menes -derechos compensatorios- a la entrada de zapatos espa?oles en Estados Unidos, aplicada desde hace dos meses por el Departamento del Tesoro, supone un ligero encarecimiento (2%) sobre el precio de un par espa?ol, que alcanza actualmente unos veinticinco d¨®lares al consumidor norteamericano. Lo que realmente preocupa, sin embargo, es que ello pueda generalizarse en el ¨¢mb¨ªto del GATT, dada la peculiar es tructura de desgravaciones fiscales que aplica todav¨ªa Espa?a. La actual desgravaci¨®n aplicada al calzado (12%) puede conllevar problemas, hasta tanto no se determine la entrada en vigor del impuesto sobre el valor a?adido, al estilo de la mayor parte de los pa¨ªses occidentales y todos los de la CEE. Ello, complicado por el hecho de que el sector est¨¢ notablemente protegido por la estructura arancelaria espa?ola, que aplica un 35% de arancel medio a la entrada de zapatos extranjeros.
Ma?ana, un tercer cap¨ªtulo analizar¨¢ la exportaci¨®n de c¨ªtricos
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