El sue?o de Pepe Luis empieza a realizarse
Me dicen que Pepe Luis V¨¢zquez, a quien no tengo el gusto de conocer, hab¨ªa so?ado con tener un hijo torero. Lo que acaso no sepa Pepe Luis es que los aficionados lo hab¨ªamos so?ado tambi¨¦n. Quisi¨¦ramos que en los ruedos hubiera un Bienvenida y un V¨¢zquez, para que continuaran la escuela que cre¨® cada dinast¨ªa; solera ¨²nica de los mejores valores toreros, a la que ya d¨¢bamos por perdida, sin posibilidad de recuperaci¨®n.Por eso ayer fue una gran alegr¨ªa advertir que la posibilidad existe; que la dinast¨ªa de los V¨¢zquez quiz¨¢ tenga continuaci¨®n en este Pepe Luis, rubito como su padre, cortito de talla como ¨¦l y alumno aventajado en el arte de ejecutar con inspiraci¨®n todas las suertes del toreo. El sue?o empezaba a hacerse realidad en Valencia.
Plaza de Valencia
Tercer festejo fallero. Novillos del Marqu¨¦s de Domecq, bien presentados, con casta, manejables. Espartaco: estocada (vuelta al ruedo). Estocada (silencio). Paco Ojeda: estocada delantera (vuelta). Cinco pinchazos, aviso, estocada y descabello (silencio). Pepe Luis V¨¢zquez: pinchazo y otro hondo (vuelta). Dos pinchazos y cuatro descabellos (vuelta).
En plena ¨¦poca de pegapases, donde casi todos los matadores tienen oficio y casi ninguno personalidad, nos supo a brisa confortante y deliciosa la aparici¨®n de Pepe Luis en la arena, con su capotillo, para ligar aquellos lances m¨¢gicos, unos de pata'lante, otros juntos los pies - ?ol¨¦!, con qu¨¦ emoci¨®n restall¨® el ?ol¨¦! en la plaza-, despu¨¦s la chicuelina apenas apuntada y el remate en el platillo con una serpentina pinturera.
La muleta
Y con la muleta, en la misma l¨ªnea: ayudados llevando al novillo empapado en la tela, un molinete con la izquierda, luego el toreo fundamental, y el lujo de la variedad y el gusto con pases de la firma; los de pecho, marcados al hombro contrario; quiquiriqu¨ªes, molinetes por la espalda, cambios de manos en numerosas modalidades, muletazos de costanillo... Otro concepto del toreo era aquel toreo de cascabeles, la t¨¦cnica de la lidia hecha espontaneidad y alegr¨ªa, la tragedia de esa pelea a muerte que es la confrontaci¨®n del toro y el torero convertida en retazos de arte.
Los defectos
No vamos a enga?ar a nadie ni nos enganaremos nosotros magnificando esta actuaci¨®n de Pepe Luis, que, por supuesto, se debe centrar en sus justos t¨¦rminos. No hubo faenones; los defectos afloraban a espuerte.s. Por ejemplo, quiz¨¢ los nervios le hac¨ªan acelerar el ¨²ltimo tiempo de cada muletazo en su primer novillo y no siempre plante¨® las faenas en los terrenos adecuados. Pero hay que valorar una circunstancia clave: esta era su primera actuaci¨®n con picadores. Y, sobre todo, lo que en realidad importa es que, de nuevo, hab¨ªa puesto en un ruedo aquella escuela sevillana, tintineante, grandiosa e inolvidable que tanto hab¨ªamos so?ado y d¨¢bamos por perdida.Novilleros mucho m¨¢s placeados que ¨¦l participaron tambi¨¦n en este interesante festejo fallero, y lo hicieron con cierto ¨¦xito. Con mucho oficio y buenas maneras, Espartaco, a quien auguramos un futuro despejado. Con valor y una impresionante serenidad para aguantar las embestidas, Ojeda, con lo cual tiene condiciones m¨¢s que sobradas para abrirse camino. Son ambos, por otra parte, toreros en este tiempo, calco exacto de otros que ya hemos visto tantas y tantas veces. Pegan pases, ni m¨¢s ni menos. Ojeda los templ¨® muy poco ayer y casi todos sus muletazos terminaban enganchados. Espartaco los instrument¨® con temple, aunque sin carencia y sin pellido. Est¨¢n llamados a sustituir a las ya muy gastadas figuras, y con toda seguridad lo har¨¢n dignamente. Son la reserva espiritual de Occidente.
Pero quisi¨¦ramos tambi¨¦n diestros de escuela; un Pepe Luis que cuaje lacalidad apuntada en su debut, para que el toreo vuelva a tener, adem¨¢s de derechazos, un rico repertorio de suertes; para que una la exquisitez a la t¨¦cnica; para que no se quede en oficio, sino que renueve su categor¨ªa de arte.
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