Duro enfrentamiento entre la Federaci¨®n y el Autom¨®vil Club de Catalu?a
Dos pruebas que se celebran en Espa?a, puntuables para el Campeonato de Europa de Monta?a, Montseny y Puigmajor, organizadas ambas por el Autom¨®vil Club de Catalu?a, no ser¨¢n puntuables para el Campeonato Nacional. La divergencia entre el organizador y la Federaci¨®n ha llegado a tal punto que el primero se ha negado a cumplir las normas federativas, por lo que se va a producir el caso parad¨®jico de puntuar para el europeo y no para el nacional.Los roces entre el Autom¨®vil Club de Catalu?a y la Federaci¨®n de dicha regi¨®n comenzaron a producirse justo despu¨¦s de las primeras elecciones democr¨¢ticas -febrero de 1977-, que dieron la presidencia de la Federaci¨®n Espa?ola a Fernando de Baviera, y de la catalano-balear, a Antonio Grifoll. Este era el hombre elegido por Salvador F¨¢bregas, presidente del RACC, para que fuera su delf¨ªn.
Pero poco antes de la fecha de la elecci¨®n, F¨¢bregas dio un cambio a su orientaci¨®n en la campa?a electoral, poni¨¦ndose de parte del candidato que m¨¢s tarde perder¨ªa y, por tanto, enfrent¨¢ndose al hombre que ¨¦l mismo hab¨ªa designado como su hombre.
A partir de ese momento comenzaron los problemas entre el RACC y la Federaci¨®n catalana, basados, fundamentalmente, en un exceso de protagonismo. No hay que olvidar que el RACC -mod¨¦lico en algunas secciones- es una de las primeras entidades deportivas del pa¨ªs y, sin duda, la primera de Catalu?a con diferencia. Adem¨¢s, de sus servicios t¨¦cnicos y de cronometraje dependen muchas de las organizaciones de la regi¨®n catalana en todo tipo de pruebas. Este protagonismo ha producido una especie de orgullo en el RACC, que ha llegado a pensar que puede independizarse totalmente de la Federaci¨®n catalana, en cuanto a cumplimiento de la normativa vigente, sin que por ello sufran menoscabo las pruebas que organice.
La ruptura se ha llegado a producir, precisamente, en las dos pruebas que organiza el Autom¨®vil Club de Catalu?a, que son puntuables para el campeonato europeo. El organizador se niega a pagar en premios (en met¨¢lico para los pilotos) el m¨ªnimo que estipula la Federaci¨®n, argumentando que el traer a pilotos extranjeros les cuesta mucho dinero. En realidad, la diferencia entre lo que ofrece el RACC y lo que estipula la Federaci¨®n no es mucho m¨¢s de 100.000 pesetas, lo que en un presupuesto de unos cuatro, millones, es casi inapreciable. Pero es una disculpa, como otra cualquiera, con la que el organizador trata de medir su fuerza frente a la federativa.
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