Castrismo y capitalismo, enfrentados en el Caribe
Jamaica posee bauxita; Trinidad-Tobago es exportadora de petr¨®leo; Barbados ha sabido desarrollar su industria tur¨ªstica y la Rep¨²blica Dominicana posee una aceptable infraestructura agraria. Las dem¨¢s islas sufren id¨¦nticas carencias: desempleo, inflaci¨®n, agricultura marginal. La pregunta l¨®gica ante este panorama es autom¨¢tica: ?qu¨¦ posibilidades reales de supervivencia independiente tienen estos peque?os pa¨ªses? La respuesta ser¨ªa id¨¦nticamente r¨¢pida: pocas. Necesariamente, las nuevas naciones del Caribe tienen que engancharse a alg¨²n carro en marcha para poder discurrir sin graves traumas por la senda de la independencia.Influencias
Y aqu¨ª es donde surge el gran juego de las influencias, que ya se empieza a notar. No hace mucho, un conocido periodista dominicano, Rafael Herrera, director de El list¨ªn diario, de Santo Domingo, resum¨ªa en feliz frase el porvenir inmediato de las islas de la zona: ?Deber¨¢n decidir -apunt¨®- entre el Caribe Castro y el Caribe Hilton.?
Hubo un tiempo, sobre todo a partir del idilio entre Michael Manley, primer ministro de Jamaica, y Fidel Castro, en que pare ci¨® que la influencia del socialismo cubano ser¨ªa determinante en el ¨¢rea caribe?a. Realmente, las condiciones eran ¨®ptimas para el desarrollo de dicho sistema en los peque?os pa¨ªses independientes: fin de una situaci¨®n colonial opresiva, econom¨ªas maltrechas, corrupci¨®n y pobreza de la mayor¨ªa En algunos otros pa¨ªses pr¨®ximos (Guyana, por ejemplo), las mismas teor¨ªas parecieron tener ¨¦xito de principio. Pero esta influencia no se ha consolidado, ni mucho menos. El propio Manley, para sacar a su pa¨ªs, Jamaica, del borde de la bancarrota econ¨®mica, ha tenido que dar marcha atr¨¢s en sus planteamientos socialistas y ahora trata de infundir confianza en los capitalistas locales que, con sus dineros bajo el brazo, abandonaron precipitadamente el pa¨ªs en los primeros a?os de su mandato.
Desde el principio de la Administraci¨®n del presidente Carter, Estados Unidos ha tratado de contrarrestar la posible influencia cubana en la zona. Carter prometi¨® ,ayuda econ¨®mica a los peque?os y subdesarrollados pa¨ªses del Caribe, auspici¨® la formaci¨®n de un grupo especializado para elaborar pol¨ªticas comunes e incluso envi¨® a su mujer, Rosalyn, en una gira que abarc¨® buen n¨²mero de naciones. A finales de 1977, Washington fue escenario de una conferencia para la asistencia al Caribe, que, por lo menos, sirvi¨® para que se conocieran personalmente algunos de los dirigentes de las peque?as naciones del archipi¨¦lago.
Desconfianza hacia Venezuela
Otro pa¨ªs que ha tratado de ampliar su influencia en la zona ha sido Venezuela. El presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, consciente del mercado que su pa¨ªs tiene enfrente, auspicio un ?programa para el Caribe?, mediante el cual se, canalizaron ayudas a fondo perdido a Dominica, Barbados, Santa Luc¨ªa y Jamica. P¨¦rez, sin embargo, encontr¨® siempre una fuerte oposici¨®n a su pol¨ªtica caribe?a, en el Gobierno de Trinidad-Tobago, cuyo premier, Eric Willianis, no deja pasar una sola ocasi¨®n sin acusar a Venezuela y a P¨¦rez de ?imperialista y expansionista? y de pretender imponer su hegemon¨ªa en la zona. Con la nueva Administraci¨®n venezolana, a la que se presume menor agresividad en pol¨ªtica exterior que durante estos ¨²ltimos a?os, es muy posible que los proyectos venezolanos para el Caribe queden en el m¨¢s completo de los olvidos.
Las antiguas metr¨®polis, Francia e Inglaterra, no parecen muy interesadas en extender su papel preponderante. Durante los a?os de la colonia han aprovechado lo mejor posible las escasas riquezas del ¨¢rea y se han limitado a montar las imprescindibles estructuras administrativas para el funcionamiento de los pa¨ªses. Da la impresi¨®n de que, en el fondo, respiran con alivio cada vez que una de las peque?as islas caribe?as insiste en la concesi¨®n de independencia.
Los hechos demuestran, adem¨¢s, que nunca hay excesivos plazos de tiempo entre la petici¨®n y el s¨ª de la metr¨®poli. Y, por supuesto, Espa?a, cuyos exploradores fueron los primeros en pisar estas peque?as porciones de terreno, no tiene la menor influencia y tan s¨®lo con Jamaica existe relaci¨®n comercial sostenida y considerable.
Haciendo una clasificaci¨®n un tanto simplista, podr¨ªa decirse que el 80 % de las peque?as naciones que pueblan el mar Caribe tiene tendencias claras a alinearse con los postulados capitalistas que representan Estados Unidos, Canad¨¢ y Venezuela, quiz¨¢ los pa¨ªses m¨¢s influyentes del ¨¢rea. Trinidad-Tobago y Barbados, las dos naciones que mejor panorama pol¨ªtico y socio-econ¨®mico pueden ofrecer en la actualidad, son perfectos valedores de esta tendencia. S¨®lo Jamaica y Dominica, en el archipi¨¦lago, y Guyana, en el continente, pueden en estos momentos enarbolar con cierta sinceridad la bandera de la admiraci¨®n hacia Cuba. Y esto, con todo tipo de reservas, a la vista de los graves problemas econ¨®micos que afrontan los tres pa¨ªses.
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