"Guerra civil" entre los partidos pol¨ªticos franceses
El arca¨ªsmo de la clase pol¨ªtica francesa, denunciado recientemente por el l¨ªder socialista Michel Rocard, hizo fortuna entre sus conciudadanos y fue rubricado los ¨²ltimos d¨ªas por la sesi¨®n extraordinaria de los 491 diputados que integran la Asamblea, ?que no dejar¨¢ recuerdo ejemplar ni para su dignidad, ni para el fundionamiento de las instituciones?, editorializaba ayer el conservador Le Figaro. Seg¨²n informa nuestro corresponsal en Par¨ªs, Feliciano Fidalgo, mientras la crisis econ¨®mica se ha convertido en la ideolog¨ªa dominante en el pa¨ªs, el personal y los partidos pol¨ªticos se esterilizan en una guerra civil que los confronta a todos y, paralelamente, los distancia del ciudadano.
?Nadie en Francia se atrever¨ªa a poner en entredicho esta democracia, defectuosa ciertamente -y mucho-, como se vio durante los ¨²ltimos d¨ªas en el Parlamento, pero que es el ¨²nico r¨¦gimen que, en el mundo presente, le ofrece al ciudadano un m¨ªnimo de libertad. En consecuencia, tampoco se trata de abominar de los hombres pol¨ªticos y de sus partidos, instrumento esencial de nuestra democracia. Pero los franceses tienen derecho a exigirles m¨¢s verdad, m¨¢s democracia, precisamente a quienes por voluntad propia se han prestado para representarlos.?
La prensa exige m¨¢s verdad a los pol¨ªticos
As¨ª le s respond¨ªa ayer un comentarista radiof¨®nico a los diputados que se quejaban de haber sido ?desconsiderados? por los mass media, a causa del espect¨¢culo que han ofrecido en el largo parlamento de tres d¨ªas para, en definitiva, ?crear dos comisiones m¨¢s, sobre el empleo y la informaci¨®n, de las muchas comisiones semejantes sobre las que la experiencia dice para lo que sirven?.En efecto, la clase pol¨ªtica no ha digerido que la prensa la haya tomado a broma y cada cual busc¨® un pagano para no desmerecer ante los franceses. Los comunistas culparon al jefe del Estado de haber organizado el cisco que los ha dejado al descubierto ante la opini¨®n. Los socialistas fulminaron a los gaullistas y a los giscardianos, ?responsables de la falta de seriedad en el hemiciclo?.
Desde hace varios meses, los sondeos de la opini¨®n p¨²blica y las manifestaciones de descontento o comentarios diversos evidencian lo que ahora se ha palpado sin esfuerzo.
Las ¨²ltimas encuestas nacionales revelan una baja sensible de la popularidad de todo el personal pol¨ªtico, empezando por el presidente de la Rep¨²blica y el primer ministro (seis puntos menos cada uno). Otro sondeo establece una jerarqu¨ªa de organismos p¨²blicos, en funci¨®n de su utilidad para el inter¨¦s de los ciudadanos. El orden riguroso de afecci¨®n por parte de los franceses, de m¨¢s a menos, es el siguiente: alcaldes y municipalidades, peque?as empresas, Gobierno, Parlamento, televisi¨®n, Administraci¨®n, grandes empresas, sindicatos, Iglesia cat¨®lica y, en ¨²ltimo lugar, los partidos pol¨ªticos.
Devaluaci¨®n de los pol¨ªticos
El origen m¨¢s reciente de esta devaluaci¨®n del personal pol¨ªtico en Francia todos los analistas lo sit¨²an en el desenlace de aquel espejismo que se llam¨® Programa Com¨²n de la Izquierda y que centr¨® la atenci¨®n del mundo entero en este pa¨ªs durante las legislativas de marzo del a?o pasado.Desde entonces la izquierda a¨²n no se ha repuesto de su descalabro. Pero pocos franceses, un a?o despu¨¦s, podr¨ªan explicar con seguridad lo que ocurri¨® entonces, y mucho menos comprender lo que ha sucedido despu¨¦s. A lo largo de doce meses, d¨ªa por d¨ªa, el Partido Comunista se ha empe?ado en demostrar que el fracaso no tuvo m¨¢s culpable que ?el giro a la derecha? de los socialistas, mientras estos ¨²ltimos han razonado de mil maneras diferentes que ?los enemigos del triunfo no fueron las derechas, sino los comunistas. Los analistas y polit¨®logos les han ofrecido a los franceses muchas m¨¢s razones sobre el comportamiento sospechoso del PCF y sobre los ?vicios que acumula ese caj¨®n de sastre que es el Partido Socialista?.
Paralelamente, la guerra civil alimentada por los dos partidos de izquierdas se ha doblado con otra m¨¢s en cada una de estas formaciones. La direcci¨®n del PCF ha tenido que reactivar a fondo la puesta en marcha del neoestalinismo para doblegar a los militantes que se han planteado preguntas sobre su entrega a la causa del socialismo. El PS, por el contrario, en nombre de la democracia interna, se ha convertido en un campo de batalla en el que se baten clanes, tendencias, ambiciones personales... Resultado: en v¨ªsperas del congreso nacional, que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo abril, tres hombres (Mitterrand, Rocard y Mauroy) luchan a muerte por el poder en espera de volver a desga?itarse dentro de unos meses, cuando el partido tenga que designar un candidato para las presidenciales de 1981.
Derecha, seguridad; izquierda, libertad
El espect¨¢culo no es m¨¢s comprensible para los franceses en el campo de la derecha gobernante. Ya son incontables las escenas de reconciliaci¨®n, cara al p¨²blico, organizadas por prohombres del giscardismo liberal y europeo y los del gaullismo populista y nacionalista. Pero si en un principio la pugna Giscard-Chirac se analizaba como un vaudeville sin gravedad, hoy ya nadie duda que ?se ha convertido en un drama y que ambos personales, con la colaboraci¨®n del se?or Barre, han conseguido poner en peligro las posibilidades econ¨®micas, el sistema pol¨ªtico y las instituciones del pa¨ªs?, escrib¨ªa la semana pasada el comentarista conservador liberal Andr¨¦ Chambraud.Sin embargo, a pesar de estas realidades, condicionantes profundas de la vida de los franceses, para estos ¨²ltimos el discurso de la clase pol¨ªtica es otro: la derecha, seg¨²n sus protagonistas, es la ¨²nica garante de la seguridad, y la izquierda, por boca de sus hombres p¨²blicos, es la ¨²nica esperanza de la verdadera libertad, de la soluci¨®n del desempleo, s¨ªmbolo primero de la ?nueva ideolog¨ªa? aportada por la crisis econ¨®mica.
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